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Jesús Castro no se anda con rodeos. Contesta a todas las preguntas de forma rápida, directa y concisa. Con las palabras justas. Dice que la gente habla «demasiado y todo el rato». Quizás por eso él prefiere contenerse y conservar el aire enigmático que siguen ... trasmitiendo esos ojos azules siete años después de conquistar la gran pantalla con 'El Niño'. El de Vejer de la Frontera forma parte del gran reparto de 'Hombre muerto no sabe vivir', el debut en el largometraje del malagueño Ezekiel Montes que ayer entró en la competición del Festival de Málaga. Una película de género, dura y cruda, donde vuelve a encarnar a un chico problemático. «No soy nada como en las pelis, te lo puedo asegurar», apostilla.
–Decía en la rueda de prensa que los valores de lealtad y respeto se están perdiendo entre los jóvenes.
–Un poco. No a los extremos que refleja la peli, pero hay ciertos códigos que se están perdiendo. La película plasma muy bien cómo la vieja escuela es más de palabra y las nuevas generaciones son más de contrato. Si no firman, no se fían entre ellos. Los jóvenes creemos bien poco en la palabra. Yo al menos.
–¿Y eso?
–Sí, porque las palabras hoy día se las lleva el viento.
–Y la gente además habla demasiado.
–Demasiado y todo el rato.
–Hace poco escribía en Twitter «disfrutad más y criticad menos».
–Sería una buena forma de que todos fueran más felices, pero con todo el tema redes está difícil.
–¿A quién o quiénes iban dirigidas esas palabras?
–Yo nunca pongo nada en mis redes sociales dirigido absolutamente a nadie, pongo lo que pienso, lo que se me pase por la cabeza en ese momento. Si cae bien, cae bien. Y si no, pues no.
–¿Le han hecho daño las redes sociales de alguna manera? ¿Los 'haters'?
–Ningún 'hater' tiene el poder de que me vaya a la cama mal, ni mucho menos. Llevo ya bastante tiempo con el tema redes sociales y no me quitan el sueño. A veces me dan sueño.
–Parece que a sus personajes les gusta meterse en problemas.
–Sabe dónde quiere llegar y el proceso le da igual. Eso define a Trujillo, cuando ve un trozo del pastel, él quiere ya la tarta. Y quiere ser él quien reparta los siguientes pasteles.
–Es un perfil que se repite en varios de sus trabajos, el de chico problemático.
–No lo sé, pero yo me lo paso muy bien. Es verdad que siempre tiene ese toque de malote, pero cada personaje es diferente. Este sí que era malo. Otros por dentro son más puros, aunque estén metidos en lo que sea.
–El encasillamiento no es algo que le preocupe.
–Prefiero el encasillamiento a estar muerto del asco en mi casa. Por mucho encasillamiento, que me sigan llamando, que yo encantado.
–Se cumplen siete años desde su debut con 'El niño'. ¿El cine le ha hecho más feliz?
–Mucho más, y me he hecho encontrar una profesión que realmente me gusta, que me lo curro y que disfruto muchísimo. Tener la oportunidad de rodar con Antonio Dechent, Paco Tous, Rubén Ochandiano… Cada vez que hablan, aprendes.
–Imagino que la vida de aquel chico que estudiaba Electrónica era mucho más despreocupada...
–Ahora son más las responsabilidades. Antes podías decir y hacer y no pasaba nada. Ahora sí que tienes una responsabilidad porque mucha gente te ve y tienes que ser más comedido. Me cuesta pero lo intento.
–¿En algún momento le ha venido grande la fama?
–No, pero sí es cierto que es la parte que menos me gusta de mi trabajo. Lo que más me gusta es el rodaje, prepararme un personaje, el trabajar codo con codo con el director desde la lectura de guion, desarrollar el personaje a medida que pasa el tiempo. Todo lo demás, forma parte del trabajo también y lo tengo asimilado, pero no es algo con lo que yo disfrute o vaya a disfrutar nunca, porque vengo de Vejer de la Frontera, no del barrio de Salamanca ni de nada de esto. El tema famoseo y divo no me va.
–Las alfombras rojas…
–No estoy cómodo.
–Siempre se habla de la esclavitud de las mujeres con la imagen. No sé si usted también es, en cierta forma, esclavo de su imagen porque siempre se le exige estar en forma y guapo.
–No, de hecho soy bastante descuidado. No soy el que se va echando cremas por la mañana ni mucho menos. Entreno para estar yo bien, no por nadie. A mí nadie me exige estar bien físicamente, solo me lo exijo yo. Si un día peso 25 kilos más, nadie me va a decir absolutamente nada. Es cierto que la imagen es la que es, y siempre me ha gustado cuidarla pero sin darle mucho bombo. Somos actores y nos dedicamos a hacer de otra persona. La fachada es fachada. Lo importante es que dentro haya cosas.
–En sus redes puso dos imágenes del antes y después de una etapa en la que, decía, se había descuidado.
–Pilló la cuarentena, estábamos encerrados, no podíamos hacer ejercicios y yo me harté de comida basura, era muy sedentario. Llegué a mi peor estado de forma.
–¿Le pasó factura el confinamiento a nivel psicológico?
–Sí, no estoy acostumbrado a estar en casa, con todo el trabajo parado y no tener nada que hacer desde que te levantas hasta que te acuesta. Picoteas, no puedes hacer ejercicio... Mentalmente y físicamente, me dejé un poco.
–Y, además, la preocupación del trabajo. Parecía imposible que se fuera a recuperar tan pronto el cine.
–Claro, yo vivo en Madrid solo, con todo lo que eso conlleva económicamente. Estaba preocupado, porque me gusta estar donde estoy, en el centro de donde está mi trabajo.
–A veces se nos olvida que los actores tienen que pagar facturas....
–Hacienda no nos paga el alquiler.
–Tiene miles de seguidores en las redes sociales, pero ¿cuántos amigos tiene de verdad?
–Los amigos de verdad los cuento con una mano, e igual me sobra algún dedo.
–¿La profesión le ha dado amigos?
–Sí, y enemigos. Como la vida, en general. Pero no, no, yo soy pacífico. No soy nada como en las pelis, te lo puedo asegurar.
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