Javier Gutiérrez, actor: «Yo no me veo como un señorito, sino como una hormiguita»

–Consigue que el espectador se encariñe con su personaje, con alguien que ni usted querría ser en la vida real.

–Nadie quiere ser un perdedor en la vida. Pero a la hora de interpretar son los más ricos. Los villanos, los perdedores, hay algo que nos atrae al ser humano de esa naturaleza. Y evidentemente, cuando te ofrecen la oportunidad de ser un perdedor y puedes transitar por el drama y la comedia, es muy goloso.

–¿Siente debilidad por esos tipos?

–Sí, siento debilidad y a veces me reconozco incluso en ellos. Ya a determinada edad y con la mochila vital sobre nuestras espaldas, hay mucho de esos personajes muy reconocibles. En la búsqueda del amor, en el no estar a la altura de las responsabilidades de cada uno, llámese hijo, trabajo o expectativas que se han generado en torno a uno.

–¿En qué cree no estar a la altura?

–Siempre es algo que nos acecha. ¿Quién tiene las certezas de que está haciéndolo todo bien?

–Además, de usted esperan mucho. Ya van dos Goya.

–Pero cada trabajo es un reto y el primer equivocado sería yo si pensara que todo va a ir bien.

–¿Ha dejado algo a medias, como su personaje?

–Uy, muchas cosas. Aprobé el carnet de conducir casi a los 45 años, después de muchos intentos. Y luego, cuando he tenido un coche, me he dicho pero ¿cómo no he podido ser capaz de aprobar antes y de tener un coche con la libertad que te da?

–¡Pues qué bien le ha venido para esta película!

–Bueno, a raíz de haber aprobado el carnet, en casi todas las películas, conduzco. Fíjate lo que me habría perdido si no.

–Es uno de los actores españoles que más trabaja. Si no está en el cine, está en el teatro o en televisión. ¿Es la excepción?

–No, no creo. Me siento un privilegiado por el hecho en sí de tener trabajo y poder hacerlo en diferentes medios. Pero creo que ahora mismo hay muchísima oferta. Digo esto y también estoy pensando en la cantidad de compañeros que no pueden acceder a muchos proyectos. Pero las plataformas han traído muchísimo más trabajo.

–¿Pero de calidad? ¿No se está perdiendo valor en los salarios, por ejemplo?

–Bueno posiblemente se esté perdiendo algo. Y no solo en los salarios, sino también a la hora de producir. Pero todo ya se ha fusionado y cuando se hace tele parece que se hace cine, y cuando se hace cine parece que se hace como en la televisión.

–¿Tiene que decir muchas veces que 'no'?

–Muchas veces sí. Pero porque también me gusta priorizar, no es tanto que pueda elegir como que hay proyectos que pienso que ya los he hecho o que no me van a aportar nada nuevo o que no me veo directamente. Hay que saber qué clase de actor es cada uno, hasta dónde podemos llegar y qué podemos encarnar. Y para eso creo que tengo un buen olfato. Hay trabajos a los que directamente digo que no porque sé que no son para mí, porque no me veía.

–Independientemente del dinero.

–Sí, claro. No todo es el dinero.

–No todo, pero es importante.

–Sí, es importante y no pasa nada. Yo he hecho trabajos alimenticios también, trabajos en los que he pensado más en llenar la nevera que en un enriquecimiento profesional o personal. Y no pasa nada. Leí hace poco que estábamos muy equivocados si creíamos que cada año o cada dos años íbamos a tener un proyecto donde el punto de cocción del personaje, el director y el guion fuesen un éxito.

–Hay que ser realistas.

–Claro que hay que ir trabajando, hay que ir haciendo y a lo mejor cada cinco, cada diez años, suena la flauta y llega ese personaje y ese proyecto que te coloca en un lugar.

–¿Tiene algo de señorito del cine? Como les calificó un responsable de Vox antes de la gala de los Goya.

–Ya desde hace mucho tiempo hay una intoxicación, no solo por parte de la política, sino también en el mundo de la información. Desde el 'no a la guerra' se ha contaminado mucho y ha habido mucha rabia, mucho odio y mucha mala baba con respecto a la gente que vive de la cultura. Hay una falta de conocimiento absoluto acerca de cómo se arma un proyecto, se genera y se financia. No hay que darle mayor pábulo a esos comentarios, pero sí hay que decir, para quien no lo sepa, que las arcas del Estado reciben mucho más gracias a las películas de lo que recibe el cine en forma de subvenciones. Los números están ahí.

–En enero cumplía años y decía en su Instagram que lo hacía «con sus luces y sus sombras». Desde aquí solo vemos luces.

–La vida no es un camino de rosas. Hay preocupaciones a diario que si no te quitan el sueño te dan quebraderos de cabeza. A mí no me gusta hablar de mi vida personal. Además, creo que la vida personal nos resta credibilidad en lo profesional. Cuanto menos sepa el público, es mucho mejor a la hora de encarnar un personaje. Pero los actores no somos precisamente señoritos. Yo no me veo como un señorito, sino como una hormiguita. Somos artesanos, somos obreros de este oficio. Y en ese sentido yo me reconozco en el trabajador que se levanta a las seis de la mañana y trabaja diez horas, y resta ese tiempo a sus hijos. Ayer a las doce de la noche estaba bajándome del escenario en un pueblo de Valencia y hoy estamos aquí presentando una película.

–¿Con 'El traje'?

–Sí, con 'El traje', que vendremos a Málaga al Teatro del Soho. He estado como espectador y no como actor. Me parece un proyecto maravilloso y que alguien de la de la entidad y del talento de Antonio Banderas apueste por su ciudad y por su país es una muestra más de lo poco señoritos que somos. Un tipo como Antonio Banderas, que podría colocar su dinero, su talento, su energía y su tiempo en otro lugar, decide hacerlo en su ciudad y haced este regalo a los amantes de la cultura.