'Hombre muerto no sabe vivir': lealtad y honor en un mundo que se descompone

Cuenta Ezekiel Montes que antes de rodar llevó su propuesta a varios despachos y la respuesta siempre era la misma. «Así no la puedes hacer». Y él replicaba: «Así no la puedo hacer contigo». El malagueño debuta en el largometraje con 'Hombre muerto no sabe vivir', la película que quería en el tono que buscaba: un 'thriller' negro seco, crudo y duro. De los que obligan a apartar la mirada. Defiende que es el lenguaje que pedía su historia, el retrato de un mundo que se descompone y en el que, pese a la violencia y la corrupción que le rodea, priman la amistad, la lealtad y el honor. «Ahora eso se está muriendo», sentenció Montes, que confía su ópera prima a actores de nivel como Antonio Dechent, Paco Tous y Rubén Ochandiano. La cinta compite en la Sección Oficial del Festival de Málaga.

«Nos hemos arrastrado, hemos saltado, sufrido, nos hemos hecho daño», enumera Dechent. Es cine de acción sin «vergüenza ni complejos», celebró Tous. «Políticamente incorrecto, sin concesión», añadió Dechent. Los dos -grandes en sus interpretaciones- representan en la ficción a esa generación que hacía lo que fuera por sobrevivir y ganar dinero, pero dentro de unos códigos donde no todo valía. Durante años se enriquecieron con el pelotazo inmobiliario y las drogas en una ciudad bajo su control, pero las nuevas generaciones y otras formas de hacer negocio amenazan su continuidad. El personaje de Jesús Castro es uno de los que piden paso cueste lo que cueste. «Hoy los jóvenes tienen menos escrúpulos, son menos leales y respetuosos, lo que sea por llegar al sillón del poder», apostilló. Entre ambos, se ve atrapado el rol de la malagueña Elena Martínez.

Más allá de la corrupción política, 'Hombre muerto no sabe vivir' refleja «la corrupción moral de un mundo que se desmorona». Ezekiel Montes firma el guion porque conoce de cerca la historia. «Mi barrio era así. Venía la policía, hablaba con el camello y seguía vendiendo droga. Y los niños jugando al lado. Mientras todo estuviera ordenado, a la policía le parecía bien. Para mi primera película quería conectar con eso». En ese barrio, en La Unión y alrededores, encontró a sus «mejores amigos y a las mejores personas». «Si te dabas la mano, te la dabas», declaró sobre el valor de la palabra y la amistad. Algo muy presente en la película.

La película no hace referencia a un lugar concreto, lo que cuenta «es universal». Pero las imágenes remiten a la Costa del Sol, con escenas grabadas en la Palmilla. De hecho, su líder vecinal El Chule tiene un papel destacado en el filme. «Fui a hablar con los patriarcas antes de que nadie hubiera rodado allí y me abrieron el barrio. Convertí en actores a gente de la calle y el resultado es lo que habéis visto en pantalla». Obvió cualquier comparación con la serie 'Malaka', con quien comparte ciertos argumentos y localizaciones. «No sé de qué serie me estás hablando», dijo en una evidente maniobra de escape ante las preguntas de la prensa.

Hay escenas de una enorme violencia, palizas, tiroteos, persecuciones… «Son impactantes de ver y son las que nos gustan hacer a los actores, con conflictos y estados mentales muy al límite y jugosos de actuar», asegura Rubén Ochandiano. Pero más allá de eso, Dechent mantiene que esta es una película «de personajes». «Hay sangre, acción… pero cuando dos actores o actrices en esta peli se miran el tiempo se ralentiza y se cuenta la historia de otra manera, desde el desgaste de estos personajes. Es uno de los grandes valores», argumentó. Y de todas las miradas destaca especialmente las que se dedican los amigos Dechent y Tous. «Hemos hecho muchas cosas juntos pero pocas veces nos hemos mirado tan bien», concluye el actor sevillano.