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Se ríen mientras posan para la foto en la terraza del AC Málaga Palacio. Se ríen durante la entrevista. Y se reían, y mucho, durante un rodaje con todo en contra para la distensión: un thriller con muchas escenas nocturnas, en el verano de la ... Axarquía y en plena desescalada del confinamiento estricto. «Quizás lo hacíamos para desdramatizar todo el contexto», reflexiona Javier Rey junto a Paz Vega. Ambos protagonizan 'La casa del caracol', el debut de la malagueña Macarena Astorga, que ayer jugaba en casa en la Sección Oficial del Festival de Málaga. En esta charla a dos bandas hablan del rodaje y de la inestabilidad de la profesión, pero también de las alcaparras de Javier Rey y de los miedos como madre de Paz Vega.
-'La casa del caracol' es su primera película tras el confinamiento. Nada más que por eso ya la recordaran siempre...
-Paz Vega: Totalmente. Con las ganas que teníamos de salir de casa, con ese sentimiento de que el mundo se había parado y, de repente, te llaman y te dicen que en dos semanas te vas a Málaga a empezar a rodar. Fue una alegría increíble.
-Javier Rey: Sí, lo recordaremos siempre.
-¿Pasaron miedo? ¿Les preocupaba que fuera una inconsciencia rodar en esas circunstancias?
-J. R.: En la peli no sentí ningún tipo de miedo. Estaba como loco, ha sido terapéutico, me curó cierto tipo de miedos que tenía al estar encerrado en casa. Durante el confinamiento total, el 95% de los días estaba bastante tranquilo; pero sí que algún día la cabeza me jugó alguna mala pasada pensando 'qué mierda es esto'.
-P. V.: Miedo al principio al pensar ¿de verdad vamos a viajar?, ¿vamos a coger un tren? ¿vamos a estar con gente a medio metro? ¿me van a maquillar? Al principio fue raro, pero a las dos semanas ya estábamos acostumbrados.
-Parte de la preproducción se hizo por videoconferencia. ¿Eso ha llegado para quedarse, puede reemplazar a lo presencial?
-J. R.: No, lo nuestro es vivencial, es de tocar, es de sentir. Al final, una de las cosas buenas de la peli es que el elenco tiene mucho talento. Está Elvira, Paz, Pedro, Ava, Luna... Te puedes permitir preparar una cosa así 'on line' porque luego en la semana menos uno intentas levantarlo todo y salen las cosas. Pero no es el escenario más cómodo.
-P. V.: Tuvimos que solucionar esta dificultad como pudimos, con muchas reuniones a través de skype y llamadas, pero es antinatura. Los actores necesitamos el contacto físico, conocernos, mirarnos de verdad. La relación con tu directora tiene que ser de piel. Era todo muy aséptico. Pero por otro lado sí tuvimos mucho tiempo para pensar en la película y para limar el guión.
-La superstición es una constante de 'La casa del caracol'. ¿Son supersticiosos?
-P. V.: Yo nada. ¡Él es gallego!
-J. R.: Y en mi familia te podría contar millones de cosas. Yo no creo en nada que no vea... pero cuidadito, no vaya a ser...
-¿En qué creen?
-J. R.: En nada, pero como soy gallego y mi familia cree... respeto.
-P. V.: Yo creo en nosotros, en el trabajo, en el esfuerzo, en la bondad del hombre, en la naturaleza, en el universo.
-¿Y su mayor miedo?
-J. R.: Mi gran paranoia desde pequeño es la enfermedad de la gente que amo. Eso me machaca. El resto, todo tiene solución.
-P. V.: Todo lo que tenga que ver con mis hijos. Cualquier cosa que les pueda pasar a ellos es lo que más me puede aterrorizar. Ya no solo una enfermedad, sino cualquier cosa, que le hagan algo, que un día desaparezcan... Son cosas que no puedo ni pensar.
-Y en esta época de tanta incertidumbre, ¿no preocupa que no lleguen guiones o llamadas?
-J. R.: Va en el oficio. Cuando decides dedicarte a esto, en el contrato va que te puede ir muy bien y que incluso que te vaya muy bien no significa que no se olviden de ti unos cuantos años. Está asumido.
-P. V.: Desde el minuto uno. Es uno de los trabajos más inestables que existen. Y si llegan esos momentos, que han llegado y los ha habido, hay que reinventarse y buscar alternativas para sobrevivir y seguir pagando las facturas.
-¿Le ha pasado? Desde fuera da la sensación de que nunca se han olvidado de Paz Vega.
-P. V.: No me ha faltado porque me he movido yo, porque yo he ido buscando el lugar y el trabajo. Me han llegado muchas oportunidades interesantes que he aprovechado y cuando ha habido un momento que no, he tenido que decir sí a cosas que en otras circunstancias no lo hubiera dicho. Alguien me dijo una vez que lo importante es trabajar, trabajar como sea, da igual que sea un buen proyecto o un mal proyecto. Si te quedas en tu casa esperando a que llegue 'el proyecto', vas a pasar muchos meses parados. Hasta de los malos proyectos se aprende. Lo importante es mantenerse en movimiento.
-J. R.: Amén.
-Javier, ¿también ha tenido que decir que sí a cosas que en principio no habría hecho?
-J. R.: Evidentemente hay proyectos y proyectos. Pero al final todos te aportan cosas. Tú haces algo para mejorarlo y ese esfuerzo repercute en mejorar uno en su propio oficio.
-P. V.: Y una vez que dices sí, a muerte. Toda tu vida gira en torno a eso, hay que defenderlo a muerte.
-Paz, ¿qué le gustaría saber de Javier?
-(Risas) P. V.: ¿Cuál es tu segunda comida favorita? Porque sé que de primeras eres un obseso de algo: las alcaparras.
-J. R.: La ensaladilla rusa y las albóndigas de mi madre. Pero es verdad, he descubierto que las alcaparras van con cualquier tipo de alimento.
-¿Y Javier de Paz?
-J.R.: Esto no lo sé. Cuando te fuiste a EE UU al principio, ¿tú que tal con el inglés?
-P.V.: Inglés menos tres. No sabía nada e incluso me daba muchísima vergüenza hasta el saludar, el 'hello'... No me enteraba de nada, lo pasé fatal al principio. Pero en la película me pusieron a una mujer, Dolores, que iba a mi lado todo el rato diciendo cómo tenía que hablar. Me aprendí mi primera película fonéticamente. Luego ya me puse las pilas.
-¿Lo pregunta porque se está planteando dar el salto?
-J. R.: Yo soy bilingüe, pero gallego-castellano. Ahí me quedo.
-No es algo que se plantee.
-J. R.: Ahora la globalización de la industria ha hecho que tú puedas rodar algo en Málaga que se ve en Japón. Hace un tiempo no ocurría eso y había que hacer las maletas.
-Paz, ya tiene escrita su primera película. ¿Cuándo rodará?
-P. V.: No lo sé. Espero que pronto.
-¿Se siente ya preparada para hacerlo? Tendrá a mucha gente pendiente de su trabajo.
-P. V.: No quiero pensar en eso. Quiero hacer mi película porque llevo tiempo con esa necesidad de contar algo desde mi mirada. Es una película muy sencilla, pequeñita. No pretendo nada más allá de hacer un ejercicio personal de ponerme detrás de la cámara. Porque es algo que me encanta desde siempre. Me nace estar en el set y pensar cómo lo haría yo. Espero pronto poder realizar este sueño.
-¿Y qué quiere contar?
-P. V.: Una historia, un cuento.
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