Martiño Rivas: «Si tu único referente es el porno, mal vas»

–¿Cuándo le propusieron el papel?

–Fue a finales de diciembre de 2021 y a mediados de enero de 2022 ya estábamos con la preproducción y ensayos; a principios de febrero ya estábamos grabando... Tuve cinco semanas para prepararlo, no mucho tiempo.

–¿Qué fue lo primero que pensó?

–Primero pensaba que mi papel era el de Toni, el amigo y rival de Nacho. Pero luego me dijeron que no, que mi papel era para interpretar a Nacho Vidal; no acabé de entenderlo porque por cuestión de energía y aspecto físico yo no era la opción más obvia. Pero me alegró mucho porque en teatro sí que había sido más versátil, pero en audiovisual siempre ha sido complicado que confiasen en tu capacidad para algo distinto.

–¿Es el papel más difícil que ha hecho?

–El más intenso sí. El más difícil no. Lo difícil es cuando las cosas están mal escritas o cuando en Galicia hacía 16 secuencias al día. Esto no, esto es intenso y mucha responsabilidad.

–Tuvo poco tiempo de preparación.

–Casi ninguno. Pero no ha sido difícil, sí que me ha demandado mucha constancia y compromiso pero cuando las cosas están bien escritas y trabajas con equipos buenos como este es mucho más fácil.

–¿Es muy perfeccionista?

–No soy conformista, no soy autocomplaciente (risas).

–¿Tenía una opinión de Nacho Vidal que ha cambiado tras la serie?

–Sí, pensaba que era un cabra loca y me he dado cuenta de que es un tío completo, tremendamente carismático, inteligente, elocuente, una persona muy magnética... Es un tío muy poliédrico, no le atribuía todo lo que he descubierto.

–¿Ha tratado mucho con él?

–Es curioso que nuestra relación se ha vuelto más cercana al terminar.

–¿A Nacho Vidal le ha gustado la serie?

–Sí, eso me ha dicho. Yo no quería que me condicionase mucho conocerle porque iba a sentir más peso a la hora de hacer el personaje. Me fiaba mucho más de lo que me decía otra gente de él que lo que pudiese decirme él de sí mismo; lleva muchos años siendo famoso y sabe cómo presentarse a la sociedad. No quería que me condicionase.

–¿Había visto porno suyo?

–Sí, sí, claro.

–¿Cuando era muy pequeño?

–No recuerdo la edad exacta, pero sí que fue en aquel tiempo en el que se tardaba mínimo dos minutos en conectar a Internet (ríe).

–¿Sigue consumiendo porno?

–Sí, pero me estoy quitando.

–Lo dice como si fuera un vicio.

-Del porno se sale... He pasado épocas muy largas sin consumir y sé que lo voy a conseguir (bromea).

–¿Le ve cosas buenas o malas?

–Ambas.

–Es complicado cuando el primer contacto de los jóvenes es el porno, en su mayoría fuera del respeto.

–Incluso si ya has tenido relaciones sexuales puede distorsionar bastante cómo deberías o cómo puedes expresarte a través de tu sexualidad. A mí me preocupa que sea tan accesible, pero como tantos contenidos que siempre ha habido para menores. Como por ejemplo, algo que ya se toma como natural y parece un debate superado, los videojuegos violentos con armas que en su momento generaron debate sobre hasta qué punto aquello estaba pervirtiendo el imaginario común de los niños y adolescentes. O con los videoclips, donde está todo tremendamente sexualizado: si eres cantante y mujer a día de hoy, o eres un pibón o eres una virtuosa como Adele. ¿Dónde están los cuerpos y las caras normales en los videoclips? Hay contenido erótico que se ha filtrado en tantos elementos de la sociedad que señalar como único responsable al porno me preocupa, me parece una forma de buscar una solución en apariencia simple. Y bueno, si tu único referente en el sexo es el porno, mal vas. Al final todo está en la responsabilidad de uno mismo de saber de dónde viene todo, estamos constantemente bombardeados con estímulos y si no tienes la inquietud de buscar ciertas voces tienes peligro de perderte y tener una visión irreal de lo que es este mundo. La solución no es la prohibición del porno porque siempre que haya una demanda habrá una oferta. Lo que hay que hacer es generar un debate en el que abordemos todo de forma responsable y legal.

–Hay escenas muy violentas.

–También las hay que no son violentas. Pero, ojo, no es que esté defendiendo el porno, es que como sociedad tenemos el porno que estamos demandando: hermanastro se folla a madrastra y esas cosas. Cada uno es responsable de lo que busca, yo si veo algo violento que no me mola, cierro la ventana de internet.

–Hablemos del sexo en la serie, ¿le ha costado mucho?

–Mucho, lo que era difícil es que cada una de ellas era una isla en sí misma porque tenía que ir haciendo que la trama avanzase.

–¿Cuál ha sido la más complicada?

–Las primeras, cuando estábamos en la fase inicial. De repente te cohíbes cuando meten a cuatrocientos extras, personas desconocidas, y miran cómo simulas sexo y finges un orgasmo. Eso es complicado.

–¿Cómo es usted en el sexo?

–¿Yo? Un virtuoso.

–¿Por qué?

–Porque soy muy diestro.

–¿Cuándo fue la última vez que mantuvo relaciones?

–Ni me acuerdo, no lo hago con toda la regularidad que me gustaría, la verdad (sonríe).

–¿Qué mensaje cree que sería el idóneo para transmitir con esta serie?

–Que se diviertan, el principal objetivo es entretener.

–¿Se ha imaginado siendo actor porno?

–Sí.

–¿Tiene algún fetiche?

–Sí, pero no quiero compartirlos, tampoco tengo muchos... Me gustan las narices grandes, ¿ese es un fetiche? Me gusta la gente guapa también, tengo ese defecto.

–Qué raro, ¿no?

–Nadie es perfecto (risas).