![Javier Imbroda, un ejemplo de vida llevado al cine](https://s3.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2024/03/07/imbrodadocumental-RHIkH7B9JgwDTRyKssErU5M-1200x840@Diario%20Sur.jpg)
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Pocas veces la historia vio forjar la leyenda de un triunfador desde la derrota, tal fue el cúmulo de adversidades superadas que terminaron conduciendo a la gloria. Javier Imbroda nunca consiguió un título y, sin embargo, holló la cima más alta jamás oteada, en forma de huella indeleble en todos cuantos le conocieron en sus múltiples facetas, la del deporte, la empresarial o la política; logró algo al alcance de muy pocos: transformar la sociedad (ahí está la Fundación Javier Imbroda), hacer mejores a los que le rodeaban y pasar a la posteridad por el recuerdo del éxito.
El documental 'Imbroda, el legado del maestro', dirigido por Sergio Rubio, y presentado en el Festival de Cine de Málaga, recoge en toda su extensión la herencia dejada por un entrenador de baloncesto que se convirtió en profesor de la vida hasta su fallecimiento en abril de 2022. Durante hora y media se suceden los testimonios en este 'biopic' (que podrá verse el próximo 2 de abril en Canal Sur) que ensalza su figura desde la trascendencia que motiva su acusada personalidad, ya fuera desde un banquillo o desde la tribuna de oradores del Parlamento de Andalucía.
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El estreno en el Teatro Echegaray congregó a todos aquellos que marcaron de alguna forma su vida y hubo coincidencia general en destacar su bonhomía y su liderazgo con declaraciones que rezuman el amor hacia el melillense de nacimiento y malagueño de adopción. Empezando por el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que acudió a la presentación junto a varios consejeros, al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y al presidente de la Diputación, Francisco Salado.
Juanma Moreno
Presidente de la Junta de Andalucía
Y es que el relato de su apasionante vida podría construirse con las frases motivadoras que guiaron su existencia, desde sus comienzos en 1984 en el colegio Maristas –«no dejes que nadie te robe tus sueños»– hasta las pronunciadas a su equipo de trabajo en su incursión en la política bajo las siglas de Ciudadanos, pasando por su infatigable lucha contra el cáncer que acabó con su vida: «'Te voy a dar la batalla, voy a por ti, tú no me vas a ganar', decía cuando verbalizaba y personalizaba esa batalla contra el tumor», confesaba Juanma Moreno, acerca de la actitud vital que en todo momento mostró Imbroda, cuyo hijo, Pablo, apostillaba: «Hablaba con el bicho, y se dirigía a las células buenas para que combatieran a las malas». Quizás fue la única tarea que emprendió y perdió...
Durante más de una hora se traza su trayectoria deportiva a través de los componentes de los equipos a los que dotó de un carisma especial, empezando por ese de Maristas donde comenzó todo, y terminando por la selección, donde lideró a los juniors de oro, posiblemente la mejor generación mundial que ha dado el baloncesto. Los treinta minutos finales tocan la fibra sensible con las confesiones de su familia y amigos más cercanos. Sus hijos Javi y Pablo muestran la veneración que sienten por un padre que les decía que estaba «entrenado en la ingratitud», mientras su compañera de vida, Salvadora Acosta, acota este amor «que fue a primera vista. Nos lo pasábamos bien, formábamos un buen equipo. Cada vez que salía de casa me escribía una frase de amor en la libreta encima de la mesita junto a la puerta». La esposa de Imbroda puso el broche sentimental con tanta sinceridad que rompió el alma y desgarró el corazón de los presentes.
Resumir una vida tan intensa como la de Javier Imbroda resulta harto dificultoso por la relación tan estrecha que mantuvo con el éxito, desde que el padre Julián le animara a entrenar y condujo a un equipo de colegio hasta la élite, y no de cualquier forma. «Teníamos un estilo inconfundible, con un alto ritmo de juego, posesiones cortas y rápidos contraataques», define el que fuera su ayudante, Pedro Ramírez, y añade el hoy director de SUR, Manolo Castillo, y técnico en el 95, al esbozar el logro de algo inimaginable en aquella época: «Lo hizo desde los principios básicos del deporte, como el esfuerzo, el trabajo en equipo y la ilusión».
Ese Maristas marcó un hito en el baloncesto español, como lo haría después con el Unicaja tras la fusión de ambos en esa mítica final de Liga frente al Barcelona. Quizás para demostrar que el éxito está reñido con las causalidades llevó al Caja San Fernando a la final de Copa y de Liga, algo que en Sevilla no se ha vuelto a ver jamás. O cuando decidió ser seleccionador y apostar por jóvenes como Navarro o Gasol, quienes hablan en el documental con la pasión que mueve a aquellos que gozan de su primera oportunidad. La aventura con Lituania en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 tuvo una final de película al lograr el bronce frente a la URSS, justo poco después de su independencia del país soviético.
Quizás en 2002 se produce ese punto de inflexión donde las derrotas se confunden con el fracaso como su paso por el Real Madrid, y años más tarde al descenso de un Valladolid donde vivió unos de los episodios más dramáticos de su vida al romperse la relación con Nacho Rodríguez –este lo define como su «segundo padre»–, por hechos que hoy seguro que carecerían de importancia. «La vida es a veces muy puñetera», sentencia su hijo Javi acerca de esos momentos y sobre su fallido asalto a la presidencia de la ACB, uno de los mayores desengaños de su vida.
Rasga la piel la emoción de Garbajosa hablando del padre de esa familia en la que se convirtió la selección española gracias a Imbroda (bronce en el Eurobasket de Turquía o el quinto puesto en el Mundial de Indianápolis con la primera victoria sobre EEUU con estrellas de la NBA), o la lección de vida que ofrece Michael Ansley, cuya presencia en el Echegaray llenó de nostalgia la sala, sobre todo cuando afirmó: «Hemos perdido un ángel».
Conmovedor también fue escuchar a Juanma Moreno decir que «le echo tanto de menos, en el ámbito político y en el personal, porque me ayudó muchísimo en mi tarea de gobierno». «Aléjate de los tristes», espetaba Javier Imbroda continuamente en su labor pedagógica sobre la actitud vital que había que mantener. Ayer, su recuerdo envolvió el ambiente de alegría por el legado que deja este maestro de la vida cuyo ejemplo ha sido llevado al cine para inmortalizar su obra.
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