Daniel Guzmán es uno de los nombres propios de esta edición del Festival de Málaga, como ya lo fue hace diez años en este mismo evento. En ese momento estrenó su ópera prima, 'A cambio de nada', que consiguió la Biznaga de Oro al mejor largometraje, entre otros premios. Ahora, ha regresado con su tercer título, 'La deuda', que inauguró este certamen. «El teatro estaba lleno. Desde arriba pude ver que solo se encendieron dos pantallas de móvil en toda la proyección», aseguró el director, sobre el buen sabor de boca que le dejó el estreno de su obra por la reacción del público, a la periodista de este periódico Regina Sotorrío en el Aula de Cultura de SUR, que cuenta con el patrocinio de Fundación Unicaja y Cervezas Victoria y la colaboración del Festival de Málaga para este encuentro. Antes de comenzar la charla, se proyectó el primer largometraje del madrileño.
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Guzmán comenzó como director en 2003, con el cortometraje 'Sueños' sobre dos chavales que hablan de sus miedos en una azotea mientras tiran huevos a la gente que pasa, pero su reconocimiento en la profesión le llegó años después con el estreno de 'Antes de nada'. «Fue un punto de apoyo y un trampolín porque durante todo el año se mantuvo muy viva por los premios que había recibido aquí. A Málaga le debo mucho porque ha sido mi punto de apoyo en mi carrera», afirmó el director.
En su ópera prima, como es habitual en su carrera, contó con actores no profesionales. Entre ellos, la propia abuela de Guzmán y Miguel Herrán, que luego se convertiría en una estrella dentro del ámbito actoral con su participación en series como 'La casa de papel' y 'Élite' y películas de la talla de 'Valle de sombras'. «A Miguel lo encontré en la calle, me lo crucé, nos miramos y vi algo que me parecía importante para esto», reveló.
'A cambio de nada', que tardó diez años en ver la luz, es una película autobiográfica que cambió al director a nivel personal. «Todo no lo hice, son licencias poéticas. Prefiero que el público decida qué es verdad y qué es ficción», relató sobre este largometraje que cuenta la historia de un joven que huye de su situación familiar e intenta buscar su lugar. «Desarrollé mi vida en la calle para encontrar mi lugar», confesó Guzmán, quien aseguró que la película narra una historia de amistad porque encontró en ellos «la familia que no tenía».
El director, quien se abrió con el público presente, desveló que 'A cambio de nada' dio muchas respuestas sobre deudas pendientes que tenían emocionalmente su madre, su padre y él. «Hubiera estado mejor que lo hubiéramos hablado, pero siempre elijo los caminos difíciles», bromeó. Este título también sirve de homenaje a su abuela. Al igual que 'La deuda': la protagonista lleva su nombre. «El personaje está basado en ella», contó.
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Al igual que en su ópera prima, el director hizo un arduo trabajo de casting para encontrar a la persona ideal para el papel. «Cuando la encontré había visto a 500 posibles Antonia», señaló, además de narrar cómo iba con su moto buscando como «una aguja en un pajar». «Iba buscando en parques, en mercados, en barrios y cuando veía a una posible Antonia la seguía y observaba mucho tiempo», dijo. Incluso su director de casting lo tuvo que llamar para darle «un toque» porque lo habían visto siguiendo a una persona mayor, entre otras anécdotas surrealistas durante este proceso.
El empeño de Guzmán por trabajar con personas no profesionales viene de «la comunión fructífera que se establece» con los actores formados. «Es difícil a nivel técnico, pero se fusiona muy bien si se consigue», contó a pesar del «desgaste» que supone a nivel personal y presupuestario por las horas invertidas. «Si le das la técnica y haces trabajos específicos con ellos, da una dimensión que a los actores profesionales también les viene bien», indicó el cineasta.
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Una vez que Guzmán acabe de pulir el sonido y la imagen de 'La deuda', detalles que faltan a pesar de su estreno en el Festival, no sabe cuál será su próximo proyecto. El director confiesa que sabe hasta qué punto le merece la pena un cine que le «desgasta» tanto en distintos sentidos y si apostará por un cine que pueda «controlar más». Otro estilo de cine. «Hacer películas que si funcionan, perfecto y si no, no te endeudas emocionalmente, personalmente...», apuntó sobre este momento en el que necesita «descansar y replantear muchas cosas para ver por dónde tirar». Sin embargo, el otro día cuando iba en el AVE escribió una cosa para «desahogarse»: «Antonio es un nombre común, de una persona común, con un trabajo común y con apenas llamadas a su teléfono».
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