

Secciones
Servicios
Destacamos
Ha dormido apenas cuatro horas revisando la copia que poco después de esta charla se proyectó en Málaga. Cuando llega a la entrevista no está ... seguro de si la camisa que lleva combina con el pantalón y pide cinco minutos para volver a la habitación y afeitarse mejor. Está siendo «una locura total», admite. Su tercer largometraje le está costando la salud y el dinero, reconoce, pero Daniel Guzmán no sabe hacerlo de otra manera. Por eso aunque garantice que no habrá más películas como esta, con 68 localizaciones, un gran equipo y un presupuesto millonario, la verdad es que cuesta creerle. Guzmán escribe, dirige, protagoniza y produce 'La deuda', la película que este viernes inauguró el Festival de Málaga, una historia de amor no romántico entre dos generaciones con mucho peso de la culpa y con el trasfondo del problema de la vivienda. Al otro lado está ella, la auténtica estrella de este filme, Charo García, una mujer a la que encontró en una residencia.
-Ha llegado a Málaga por los pelos, ¿se ha traído en mano la copia?
-Sí, pero vengo sin mezclas y sin corrección de color. Ayer la chequeamos y había un problema y están generando otra. Anoche vi una copia de doce a dos de la mañana y hoy hemos visto otra de seis a ocho de la mañana. No está acabada, pero no podemos ya hacer nada.
-¡Qué locura! ¿no?
-Sí, para qué te voy a engañar. Una locura total.
-Escribe, dirige, protagoniza y produce. ¿No es demasiado?
-Sí, de hecho no se lo recomiendo a nadie. Porque al final no disfrutas con nada, vas apagando fuegos y como Lucas, el protagonista, estás en una huida hacia adelante para intentar solucionar todos los problemas. Estar dentro y fuera de la cámara y del proyecto llega un momento en el que no tiene mucho sentido porque estás desorbitado, no controlas. Vas en el AVE a doscientos y pico, te tienes que bajar en la parada y no puedes.
-¿Le cuesta delegar o es la fórmula que pedía esta película?
-El diseño de producción también tiene que ver con la dirección, tiene una línea editorial. Yo lo que busco es un resultado muy concreto y necesito una serie de premisas. Por ejemplo, trabajar con actores no profesionales requiere de más tiempo de ensayos. Y hacer una producción con una factura muy concreta, necesita unos tiempos de rodaje. Cuando es algo industrial, los coproductores te van quitando los espacios para conseguir eso. Quieren que la película sea muy realista, muy orgánica, elegante, que tenga todo, pero haciéndola en vez de en ocho semanas, en seis. Al final, afecta al resultado. Yo intento tener eso controlado y por eso produzco. Es verdad que me arriesgo de manera un poco inconsciente y demasiado insensato, porque cuando tengo necesidad de contar una historia, al final me implico de una manera que creo que no es buena para la salud, pero es que no lo sé hacer de otra manera.
-Y, como su personaje, se endeuda.
-Ni lo dudes. Somos tres coproductores, pero dos de ellos, Aquí y Allí Films y yo, hemos tenido que pedir cada uno un crédito a nivel personal para poder terminar la película. Es una incertidumbre, porque ya todo lo has abocado a la vida de la película. Al final, las ventas internacionales y la taquilla solo van a valer, si sale bien, para pagar los créditos y poder seguir adelante sin deudas. Lo de la deuda ha sido premonitorio. Cuando la escribí y puse este título, dije, ¿en qué hora?
-Es un tema que te obsesiona porque en 'Canallas' también había una deuda.
-Sí. Todos vivimos endeudados. Compras un coche o una casa con una hipoteca, te crees que la propiedad es tuya, pero es de un banco. Estamos más endeudados de lo que parece.
-Y si esto le cuesta la salud y el dinero, ¿por qué lo hace por tercera vez?
-Yo creo que ya no va a haber cuarta, no en estas condiciones. Voy a intentar hacer algo mucho más controlado, de un presupuesto mucho menor. Las películas de 4 o 5 millones de euros ya tienden a desaparecer. Hay que hacer películas de menos de 2 millones de euros o superproducciones. La clase media lo tenemos muy difícil en el cine. Para que vaya bien, tienes que multiplicarlo por tres en taquilla. Es muy complicado, no compensa.
-¿Quién es Charo? ¿Cómo la encuentra?
-Pues yo quería que Charo fuera una actriz no profesional, como el caso de Miguel Herrán o de mi abuela. Me gusta combinar actores profesionales con no profesionales. Es muy difícil encontrar niños y ancianos que tengan esa verdad y cierta preparación para estar al nivel de un Luis Tosar o Itziar Ituño. He visto como mil y pico mujeres con una edad avanzada y las empecé buscando en residencias, en centros de día, en centros de salud, en la calle, en los mercados… buscando una aguja en un pajar. Iba mi director de casting por un lado y yo por otro con la moto, y nos encontramos con Charo.
-Siempre le da espacio a la vejez en sus películas, no es muy habitual en el cine. ¿Por qué?
-Pues quizá por lo que he vivido, porque mi abuela me marcó de una manera muy positiva y a lo mejor es mi deuda con esta generación, de la cual he aprendido mucho. Mi abuela era una persona ecuánime, con una educación, un saber estar y una sensatez únicas. Ese salto generacional a mí me ha generado ser mejor persona. Y es que creo que el cine muchas veces mira hacia otro lado. Pasando una edad se les relega a un espacio en el que ya casi están esperando a que acaben sus días, y yo creo que todavía son muy válidos. En la sociedad en la que estamos, los abuelos sacan adelante las familias con los nietos, incluso económicamente. Es una deuda que tenemos con nuestros mayores. No lo hago aposta, cuando escribo me sale de manera natural, orgánica e inconsciente.
-Igual que esos personajes canallas, pero buenos, que tienen mucho de usted, ¿no?
-Un poco sí, la verdad. Lo que intento es no tipificar. No entiendo ni de buenos ni de malos, yo solo entiendo de no hacer daño a nadie y aceptar nuestros aciertos y nuestros errores como personas. Y sobre todo entiendo de circunstancias y de necesidades, quizá porque lo he vivido en la calle. Y no es que justifique todas las acciones, pero necesito entenderlas. En estos personajes que lo tienen todo en contra, que cometen errores y que gente de fuera les tipifica como delincuentes, me gusta entrar dentro de sus vidas para entenderlos y para ponernos en otra posición que nos cuestione también.
-La deuda y la culpa son los dos grandes temas de esta película.
-Totalmente.
-¿Arrastra la culpa de algo?
-En una sociedad donde la religión o el tipo de sociedad te condiciona, cuando tú tienes un pensamiento crítico puedes cuestionar la culpa, por ejemplo, en términos judeo-cristianos. O puedes cuestionar la teoría meritocrática de que todo el mundo somos lo que queremos ser. Pues no, somos lo que podemos ser y lo que nos dejan ser. Me gustaría cuestionar al público para tener otros puntos de vista y para entendernos, para aceptar nuestros errores, que la culpa no nos paralice y no nos haga avanzar, porque creo que la culpa lo que hace es estigmar. La culpa, en el fondo, es fascismo porque no te deja evolucionar. A mí me gustaría que la culpa fuera un motor para entendernos y para mejorar como personas. Me gustan los errores como motor para mejorar.
-¿Usted ha cometido muchos?
-Muchos. He cometido muchos errores y cada vez me acepto más como persona e intento no repetirlos. Cometeré otros, pero intento aprender de ellos. Al final no son errores, son experiencias. He tenido que equivocarme para aprender y me seguiré equivocando pero no solo lo acepto, sino que le doy la bienvenida. Porque estoy probando, soy inquieto.
-Cada vez se acepta más porque hubo un tiempo en el que no lo hacía.
-Sí, justo. Hubo momentos en que no sabía lo que estaba haciendo, entre los 14 y los 18 años, por el tema de la separación de mis padres, estuve buscando mi lugar e iba equivocándome.
-Según el barómetro del CIS, la vivienda es el problema que más preocupa a los españoles, y aquí está muy presente.
-Porque el modelo de las grandes ciudades es insostenible. El proceso de gentrificación está echando a todo el mundo de los barrios céntricos para explotación de turismo. El problema es que cuando tienes un país de servicios, si no tienes industrias y todo, todo, todo, lo estás abocando al turismo, pues tiene mala salida. En los centros ya no se puede vivir, o no puedes comprar o no puedes alquilar. Y de hecho, casi prefieren que compres para que tú te enganches a una deuda. En Europa siempre se ha vivido de alquiler porque los sueldos eran proporcionales al precio de la vivienda. Aquí no, el alquiler es el 80% del sueldo. La película es un thriller de un tipo que se busca la vida, es una historia de amor de dos personas de diferentes generaciones, pero el detonante es el problema de la vivienda.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.