Andrea Fandos, en un fotograma de 'Las niñas', de Pilar Palomero. SUR

Análisis de los críticos de SUR de 'Las niñas' y 'Hasta el cielo'

La ópera prima de Pilar Palomero muestra con ternura y mirada documental el despertar de unas jóvenes a la adolescencia en una España heredera todavía de la dictadura

Sábado, 22 de agosto 2020

Por Francisco Griñán. 'Las niñas' (****) 'Hasta el cielo' (*)

Arrebatador retrato de la educación en los 90

El Festival de Málaga vuelve a ser el del cine español. Hasta el lunes no llegarán las películas latinas a la sección oficial por lo que el fin de semana se parece mucho a los de hace unos años cuando todo era producto nacional. Ayer ... tuvimos además doble ración de las antes, con una cinta pequeña y de autor frente a una grande y comercial. Yse cumplió eso de que el pez chico se come a Goliat.

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Hay películas que salen del alma y en ese rincón hay que situar 'Las niñas', el debut de Pilar Palomero en la dirección. Ya lo avanza el título: una historia sobre niñas que están a punto de dejar de serlo. Unas niñas que vivieron aquella España moderna del 92 que exportó la Expo y las Olimpiadas. Unas niñas que se educaron en un colegio religioso y en un ambiente social que, en las distancias cortas, era muy diferente y bastante más opresivo y machista del que se veía por la tele. Unas niñas que se identificaban con una música rock/pop que les transmitía una libertad que no encontraban en clase, en casa o en la calle. 'Las niñas' es una cinta casi documental por el detallista retrato de la época, pero tiene además la emoción del mundo visto a través de los ojos de la pequeña Celia. Que ya no es tan pequeña.

Se ve que Palomero vivió esta educación que se debatía entre la herencia franquista y el presente democrático de los 90 y no los ha querido contar en esta arrebatadora, contenida e intensa ópera prima que no carga las tintas ni deforma aquella realidad. No lo necesita. La muestra tal cual era porque, vista desde el presente, ya no hace falta añadir más con esas paradas de autobús con carteles de 'Póntelo, pónselo', mientras en casa los padres guardan los condones en escondites recónditos como si los hijos no los pudieran encontrar. 'Las niñas' está plagada de esos pequeños tabúes que van aflorando en la vida de Celia, a la que encarna con inocencia, ternura, fuerza y absoluta complicidad la pequeña Andrea Fandos. Mérito de la joven, pero también de la magnífica dirección de actores.

Película profundamente personal, 'Las niñas' sorprende al descubrirnos a una autora que ha sabido sacar una historia colectiva sobre ese universo de lo cotidiano que, con el paso del tiempo, pasa desapercibido o se olvida, pero que forma parte de la memoria de los adultos de hoy. La película nos pone un espejo ante lo que fuimos y lo que somos. Y además, Pilar Palomero lo sabe contar. No faltan escenas antológicas que dicen tanto por lo que vemos que por lo que se nos oculta. Un juego en el que también tiene un papel protagonista la música. Otra cosa diferente son algunos diálogos, que en demasiadas ocasiones se pierdan por un sonido deficiente. La Biznaga al audio no se lo llevará, pero esta película se merece estar muy alta en el palmarés.

La segunda cinta a concurso, 'Hasta el cielo', es un convencional 'thriller' de atracos. Una de chico malo que se las sabe todas y va escalando puestos con descaro y testosterona. Una de esas crónicas de hampones a todo trapo que hemos visto cientos de veces. En el guion se esmeran, pero este género está ya tan trillado que la novedad y la sorpresa brilla por su ausencia. Y cansa tanto cliché y sitio común. Eso sí, tiene una producción para aplaudir. A lo que hay que unir que Daniel Calparsoro vuelve a dejar claro que es uno de nuestros directores de acción más solventes. Y un detalle: Qué grande ver a Lucio Romero comerse la pantalla con solo una escena.

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Por Alberto Gómez. 'Las niñas' (****) 'Hasta el cielo' (O)

Sobredosis de testosterona y un debut delicioso

La sección oficial del Festival de Málaga, siempre ecléctica y promiscua, peculiar hasta la incomprensión, ofrece cada año la posibilidad de descubrir al menos una ópera prima que acaba resultando magnífica. Es su función más reconfortante: servir como escaparate de debutantes que a menudo tienen que enfrentarse con una distribución y una promoción limitadas. Ocurrió con la deliciosa '10.000 kilómetros', de Carlos Marqués-Marcet, y en ediciones más recientes con 'Verano 1993', de Carla Simón, y 'Las distancias', de Elena Trapé, películas cautivadoras para las que su paso por Málaga supuso un estímulo merecido, aunque más reputacional que comercial. Este año será el caso de 'Las niñas', de Pilar Palomero, que además viene propulsada por su aplaudido estreno en Berlín. La directora zaragozana levanta un relato honesto, sin revanchismo ni indulgencia, sobre la vida en un colegio de monjas en la España entre timorata y explosiva de los noventa.

La historia de Celia, hija de madre viuda, arranca con un ensayo del coro de la escuela, donde le recomiendan mover los labios como si cantara pero sin cantar: la voz arrebatada desde los once años. Palomero expone sin aparente intención crítica, desde la naturalidad, el perverso efecto de la religión en la formación infantil y adolescente, el peso de la culpa y la constricción de una moral que condena el placer y fomenta la sumisión femenina. Y esa semilla, en medio de un proceso de exploración como el crecimiento, no da más que hierbajos. La trama familiar, repleta de silencios y antiguos castigos que Celia no entiende, con una estupenda Natalia de Molina como madre sobrepasada, engarza sin chirriar con las secuencias protagonizadas por las niñas, crueles unas, leales otras, que descubren las canciones de Héroes del Silencio y las cazadoras de cuero, los cigarrillos y los tops, en plena eclosión hormonal. Es aquí, con un elenco sorprendente de pequeñas actrices liderado por Andrea Fandós, creíble en cada plano, cuando la película alza el vuelo como retrato generacional, un emocionante y preciso viaje al pasado que no se irá de Málaga con las manos vacías.

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Más desconcertante resulta 'Hasta el cielo', de Daniel Calparsoro, que ya participó en el festival con 'Combustión'. Ambas comparten una evidente vocación taquillera, con coches que rugen, persecuciones y pasiones tradicionales del cine de acción estadounidense. En este caso hay además, entre una decena de atracos, elipsis narrativas incomprensibles y una sobredosis de testosterona que tiran por la borda cualquier intención dramática. La película está bien rodada y su factura técnica desprende mérito por momentos, pero los personajes son tan planos, el guión está tan plagado de clichés, que el metraje, cercano a las dos horas, se convierte en un reto contra el aburrimiento. Ni siquiera el esfuerzo de Miguel Herrán, cuyo tirón por su trabajo en 'La casa de papel' funcionará como reclamo para atraer espectadores, o la experiencia de Luis Tosar evitan que la historia desbarre en el delirio. Tampoco parece que el objetivo de Calparsoro, especializado en este tipo de cine físico, al estilo de la saga 'Fast and furious', vaya mucho más allá. Luces y sombras para esta segunda jornada pandémica.

**** Excelente *** Buena ** Entretenida * Regular O Mala

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