Crítica Festival de Málaga: 'Nina' y 'Los terrenos', cara y cruz de la sección oficial

No sabemos los motivos de Nina, pero el medido relato nos lo va contando viajando entre el presente y su pasado para que vayamos comprendido a esta mujer que de niña quería ser Maribel Verdú y acaba siendo una pistolera a lo 'Carrie'. Porque esta película sobre la venganza en la que planea los abusos no se entiende sin el cine del que venimos. Comenzando por el 'western' clásico y, particularmente, 'Johnny Guitar', con ese lazo rojo de Joan Crawford que hereda Nina, pero también la intriga de Hitchcock y De Palma o la opresiva caza de Saura. La fascinante simbología visual se potencia con la música y encuentra además la complicidad de una Patricia López Arnaiz que vuelve a postularse para mejor actriz –lo ganó el pasado año–, compartiendo aquí papel con su yo joven, a la que da vida Aina Picarolo. Asombrosa la comunión de ambas que, en ocasiones, llegas a confundir en pantalla. Darío Grandinetti termina por completar el triángulo temporal de este 'western'-drama-'thriller' que, lejos de trazar una historia de malos y buenos, te pone en posiciones incómodas al ahondar en la sutilidad del acoso, la normalización de los abusos y el silencio social. Y casi sin darnos cuenta, Jaurrieta nos pone la escopeta en las manos.

En códigos mucho más íntimos se mueve otra directora con segunda película. Tras la grata sorpresa de 'Viaje al cuarto de una madre', Celia Rico vuelve a la familia en 'Los pequeños amores', aunque en esta hermosa historia se intercambian los papeles y es la hija la que cuida de la madre cuando esta última sufre un accidente. Ese momento en los hijos pasan a convertirse en cuidadores de sus padres planea en esta película sutil en el que las protagonistas conviven con sus silencios, ternura y cosas que no se cuentan. La madre cascarrabias tiene la solvencia de Adriana Ozores, que mantiene su particular duelo soterrado con la hija encarnada por María Vázquez, también premiada el año pasado en Málaga con 'Matria'. A través del acercamiento de ambas, Rico nos habla de la soledad y de su aceptación. Y lo hace con una naturalidad cotidiana que ya es marca de su cine, aunque en esta pequeña historia el relato acabe resultando frío y plano, restando emoción y sobrando distancia.

El trío de la jornada lo completó 'Los terrenos', un filme de la argentina Verónica Chen, que plantea una historia con trasfondo social sobre la presión urbanística en paraísos costeros -en este caso Uruguay- y la expulsión de los lugareños, pero llevado al terreno no del gran especulador y los fondos bruites, sino poniendo el acento en el urbanita que busca su casa a pie de orilla y es el cómplice e incluso el ejecutor del desahucio. Película modesta y pequeña con acertado planteamiento que da para momentos de tensión y un juego moral sobre el capricho y la ambición, pero que se malogra por completo. El filme balbucea durante buena parte del metraje y su insatisfecha protagonista deambula por la película tan perdida y errática como la trama. El malo, el agente inmobiliario Suárez encarnado por César Troncoso, capaz de infundir desconfianza tirando temor y desembocando en miedo, es lo único que deja huella.