Magüi Mira y Ernesto Alterio, en una imagen de 'Un mundo normal', de Achero Mañas. SUR

Análisis de los críticos de SUR de 'Black Beach' y 'Un mundo normal'

Achero Mañas le pierde el respeto a la muerte en su regreso a la dirección con una vitalista historia familiar sobre el último deseo de una madre

Domingo, 23 de agosto 2020, 23:34

Por Francisco Griñán. 'Black Beach' (*) 'Un mundo normal' (***)

Vitalidad para perderle el miedo a la muerte

Déjà vu festivalero. El guión del sábado se repitió ayer con un par de cintas españolas con modelos dispares. Una comercial y la otra personal. Empezamos con esta última que fue la que salvó la jornada, 'Un mundo normal', el esperado regreso de Achero Mañas ... a la dirección. Lo que se dice normal, normal, no hay nada en esta cinta sobre una familia de artistas excéntricos a lo que les cambió la vida que un día su madre tirara el televisor por la ventana. Ahora dan ganas de tirar el móvil para que a uno le hagan caso en casa. O en el trabajo. Pero esa es otra película. La de Mañas parte de su propia biografía y de la petición de una madre nada convencional a sus hijos para que, cuando fallezca, le den una muerte digna y arrojen su cuerpo al mar. Un punto de partida disparatado y necrófilo que daría para una comedia de peripecias, pero que en manos del director se transforma en una sensible, honesta y encantadora historia de reencuentro familiar pese a las diferencias.

Publicidad

La veterana Magüi Mira seduce con su papel de tierna y cascarrabias abuela de una familia de músicos y teatreros, aunque el peso lo lleva un Ernesto Alterio que se luce como el hijo en crisis que trata de cumplir la fiel y descabellada promesa que le convierte en forajido y secuestrador del cuerpo de su propia madre. Una misión a la que la acompaña su escéptica hija (Gala Amyach) y a la que se opone su ex (Ruth Díaz) y su hermano (Pau Durá). Todos sincronizados para tocar a la perfección esta discordante sinfonía.

A medio camino entre la dramedia familiar y el cine de carretera, 'Un mundo normal' flaquea en los kilómetros que le sobran a la última parte del guion en el trayecto hasta el mar, pero este exceso no invalida en absoluto este viaje vitalista y extravagante que tiene el valor de perderle el miedo a la muerte para proclamar que la vida es esto que pasa aquí y ahora. Y que merece la pena no malgastar las oportunidades. Como la bendita locura de un festival de cine en pleno agosto, con terral y pandemia. Pero celebrándose cumpliendo con todas las de la ley.

La otra cinta fue 'Black Beach', un 'thriller' conspiranoico sobre multinacionales petroleras y su connivencia con dictaduras en África. La podrían haber protagonizado Leonardo DiCaprio y Scarlett Johansson. Pero no. El reparto lo encabezan Raúl Arévalo y Candela Peña que se han metido en esta trama de tiros e intriga de la mano de Esteban Crespo, que ha vuelto a Málaga con esta efectista y rutinaria producción que se sitúa en las antípodas de la personal e intimista 'Amar', su ópera prima sobre la relaciones de juventud.

Pero aunque 'Black Beach' pueda parecer una marcianada, no lo es. Su director despuntó con un corto sobre los niños soldados 'Aquel no era yo' (2012), que llegó a las nominaciones de los Oscar. En este largometraje hay corrección e incluso ambición por superar los límites de la puesta en escena de las producciones españolas, pero la cinta se queda en una aventura con más envoltorio que argumento.

Publicidad

Por Alberto Gómez. 'Black beach' (**) y 'Un mundo normal' (***)

Lo normal aburre pero lo contrario asusta

La gestión de la crisis del coronavirus ha instalado en nuestro vocabulario un oxímoron ridículo: nueva normalidad. Por definición, nada nuevo puede ser normal, palabra bajo la que escondemos todo lo que nos asusta. «El orden nos exime de ser libres», escribe Chantal Maillard en 'Matar a Platón', poema que describe la reacción contenida de un grupo de gente ante un accidente de tráfico mortal: algunos testigos sienten el impulso de gritar, de desgarrarse de dolor por la tragedia que contemplan, no en vano acaban de presenciar cómo el azar aplasta una vida, hasta que caen en la cuenta de que los accidentes son «normales». Ocurren a menudo, forman parte del paisaje, y esa normalidad sirve para anestesiar nuestros instintos primarios, para no saltarnos las reglas. Lo contrario nos situaría en los márgenes, un espacio poco deseado que incluso los libros dejan en blanco. Achero Mañas desafía ese perverso orden social en 'Un mundo normal', que relata el viaje de un director de teatro que decide ignorar la lógica y hasta la ley para cumplir el último deseo de su madre: que no la entierren ni la incineren, que la arrojen al mar. Así, de cuerpo entero. El personaje de un notable Ernesto Alterio pasa de ser un bohemio con cierto aire de patetismo, nada fuera de «lo normal», a ser un hombre marginal y marginado, un loco a quien sin embargo todos entienden en secreto porque quién no haría cualquier cosa, hasta saltarse las normas, por una madre.

Mañas usa el barniz siempre encantador de lo tragicómico, y por momentos construye pasajes hermosos, pero la historia se enreda en sí misma, como quien pasa tanto tiempo delante del espejo que termina saliendo a la calle hecho un cuadro. Ese onanismo lastra parte del metraje pero no hunde una película que llega a ser emocionante como retrato familiar, aunque a juicio de quien esto escribe sea lo más flojo que ha filmado su talentoso director después de las más recomendables 'El Bola', 'Noviembre' y 'Todo lo que tú quieras'.

Publicidad

Esteban Crespo, que ya participó en el festival con la almibarada 'Amar', trae la segunda propuesta del día en la sección oficial. 'Black beach' se presenta como «un melodrama con carcasa de thriller de acción», en palabras de su director, y la definición ya anticipa que estamos ante una película fallida por sus propias ambiciones, tan desproporcionadas que el guión trata de prensar la corrupción política, las injusticias del tercer mundo y la connivencia entre multinacionales y organismos como Naciones Unidas. El cóctel, rodado en África, se sirve con elevada factura técnica e incluye persecuciones, masacres y aviones derribados, una densidad que Raúl Arévalo y Candela Peña, sus protagonistas, naturalizan hasta donde pueden, que ya es bastante cuando se trata de personajes que tienen a sus espaldas el futuro de las relaciones internacionales. Pero se agradecen las buenas intenciones.

**** Excelente *** Buena ** Entretenida * Regular O Mala

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad