No es amarillo, «es verde lima», aclara con cierto retintín cuando se le pregunta por el color a prueba de supersticiones elegido para su vestido. «Mira mis complementos», añade enseñando su anillo: «Es verde lima», insiste con una sonrisa. Vale, lo daremos por bueno, será ... cosa de la luz de Málaga en este soleado domingo. Con Blanca Portillo resulta fácil hablar de lo que sea, incluso en la vorágine del festival, cuando son las tres de la tarde y aún no ha comido y a sabiendas de que le espera un 'tour de force' hasta la noche. Pero está feliz, se sabe querida y reconocida. El Festival de Málaga distingue con el Premio Málaga SUR, en colaboración con este periódico, a una de las actrices más sólidas del cine, el teatro y la televisión.
–Tiene todos los premios posibles por un trabajo, y cada vez recibe más reconocimiento a toda trayectoria, como este. Es es un salto de nivel.
–Sí, es un poco sorprendente. Yo no tengo la impresión del tiempo que ha pasado desde que llevo haciendo esto. Mis ojos no están puestos atrás, están puestos siempre mirando hacia adelante. Puedes pensar que te están diciendo que con esto ya está, pero creo que en realidad no es eso. Es como que miran hacia atrás y te dicen 'ha merecido la pena, has hecho un buen curro, has trabajado bien'.
–¿Ha cogido todos los trenes que han pasado por delante o alguno lo perdió?
–No tengo la sensación de haber perdido trenes. Creo que me he agarrado a las puertas de los trenes cuando han pasado y elegí buenos trenes. Me siento muy orgullosa de lo que no he hecho, porque creo que eso es lo que hace una carrera. No tanto lo que sí, sino aquello a lo que le has dicho que no.
«Me he agarrado a las puertas de los trenes cuando han pasado»
–¿Y tanto ha dicho que no?
–He dicho bastantes veces que no. Soy bastante selectiva.
–¿Y qué le lleva a rechazar una propuesta?
–Pues porque tiene que ser algo que me conmueva, que me haga sentir que voy a crecer y que le vas a dar a la gente algo que merezca la pena. Y hay veces que no todo merece la pena por trabajar, trabajar y trabajar. Prefiero hacer menos y que yo me sienta satisfecha y orgullosa.
–¿Ha sentido alguna vez el síndrome de la impostora?
–No tanto de la impostora, pero sí tardé tiempo en decir vale, valgo para esto. Hace relativamente poco que pensé pues va a ser que no me equivoqué. Hay algo de preguntarte ¿de verdad?, si no es para tanto. Creo que hay gente que hace trabajos muchísimo más difíciles y más duros.
–El sábado estaba actuando en el Teatro del Soho, el domingo recibe un premio de cine y el lunes presenta una serie de televisión. Eso es versatilidad y lo demás es tontería.
–Eso sí me hace sentir muy orgullosa. Es verdad que la gente asocia mi trabajo sobre todo al teatro, porque son muchos años y muchas obras, porque me encanta, lo reconozco. Pero me encanta pensar que la gente sabe que yo hago de todo y que hago comedia, drama, tele y cine. Eso me hace bien. Me gusta no estar encasillada en un lugar.
«Tardé tiempo en decir 'vale, valgo para esto'»
–En cine y en teatro se pone las cosas difíciles, elige papeles profundos y complejos, y no siempre comerciales. ¿Esto último no le preocupa?
–Ni lo pienso. Lo que me fascina es encontrarme con alguien que quiere contar una historia desde un lugar apasionado, que no piensa en si será o no será comercial, que quiere contar con una manera concreta de hacerlo. Y luego, casi siempre, resulta que cuando pones el corazón, el alma y todo tu ser, las cosas suelen salir bien y convertirse en comerciales, e incluso además de culto. Toma ya.
–Es que al final, esto es un trabajo y hay que comer.
–Y pagamos nuestras facturas, la luz y el gas, y le echamos gasolina al coche.
–¿Alguna vez ha vivido esa angustia de la llamada de trabajo que no llega?
–Mira, en el año 99, cuando estaba empezando a hacer 'Siete vidas', decidí crear una productora de teatro, porque la idea de sentarme a esperar a que sonara el teléfono me agobiaba profundamente. Entonces, desde el 99 llevo produciendo teatro. Si no llaman, ya me lo monto yo. Es una buena manera de afrontar esta profesión que es muy inestable. Me calma mucho, me da mucha tranquilidad. Pero creo que en estos 40 años he pedido el paro una sola vez en mi vida, seis meses. Yo le he quitado al Estado de mis impuestos seis meses de paro hace muchos años. Soy muy afortunada, no han dejado de sonar los teléfonos.
–Y además es una valiente. Se está planteando dar el salto a la dirección de cine. Elvira Lindo ha debutado aquí a los 60 años.
–Yo es que creo que el tiempo ahora es distinto y las mujeres somos distintas. Tenemos otro lugar. Antes llegaba la menopausia y se acabó. No, no, eso ya ha cambiado por completo. La gente empieza a darse cuenta de que tenemos mucho que contar, que gestionamos la vida muy bien y que las capacidades ahora no se miden por años.
«Me saqué el carnet de conducir con 45 años y estaba en la autoescuela rodeada de 'babies'. Y ¿por qué no?»
–A cualquier edad se pueden afrontar retos y cambiar de vida.
–Por supuesto que sí. Yo me saqué el carnet de conducir con 45 años y estaba en aquella autoescuela rodeada de 'babies'. Y ¿por qué no?
–¿Y por qué no lo hizo antes?
–Porque no lo necesité. En Madrid vivo cerca de los teatros; cuando vas a un rodaje te traen y te llevan. No sentía que lo necesitaba hasta que dije pues ahora sí quiero, quiero moverme en mi coche, en mi casita con ruedas. Pues igual, ahora tengo muchas ganas de hacer un curso de dirección de cine y quiero estudiar guion. ¿Por qué no? A mí no me importa en absoluto ser la más vieja de la clase. Si yo en la vida estoy para aprender, nada más.
–Además, la palabra 'vieja' tenemos que empezar a dignificarla.
–¿Qué es ser vieja? Es verdad que hay algo de actitud vital. Hay gente con 30 años que es una anciana decrépita. Y gente que tiene más años y que está vivísima, con una niña pequeña dentro llena de inquietud, de ganas y de curiosidad. A mí es que la curiosidad no se me ha quitado con los años, me ha aumentado.
–¿Y sabe ya la historia que quiere contar?
–Sí, pero no te la voy a contar. Tengo dos ideas de dos cortos que llevo mascando desde hace mucho tiempo. Y un esqueleto de un posible largo. Pero bueno, con calma. Cuando ya tenga una edad provecta, quizás estrene mi primer largo (risas).
–¡Aquí en Málaga!
–Me encantaría.
–Ya ha visto cuánto la quieren. La que se ha liado en el paseo marítimo con el monolito…
–Eso es muy bonito también, porque hay una cosa relacionada con esta profesión que parece que tiene que ver con el glamour o yo qué se. Pero a mí me parece que lo importante es el respeto y el cariño de la gente. Yo siento que eso lo recibo. Te dicen quiero volver a ver otra cosa donde tú salgas o cada vez que tú apareces en un sitio, yo quiero verlo. Eso es un éxito brutal.