Secciones
Servicios
Destacamos
«No hagáis eso que lo paso mal», decía la directora Arantxa Echevarría al entrar al Aula Magna de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UMA. 'Eso' era el aplauso intenso y prolongado de las decenas de alumnos que acababan de ver ' ... Carmen y Lola', la película que le ha valido el Goya a la mejor dirección novel rompiendo con un tabú casi ancestral: la homosexualidad en la comunidad gitana. Cercana, irónica y clara, Echevarría defendió en un acto organizado en el marco del MaF el papel del cine social en una democracia «callada», desveló anécdotas de un proyecto que le ha costado seis años y muchas lágrimas y demostró como a quien unos gitanos ven como un «demonio» y ciertos payos llaman «feminazi» ha contribuido a abrir las mentes.
Su cámara entra sin filtros en un mundo vetado e inexplorado hasta ahora en el cine. Quería narrar «el primer amor» entre dos mujeres de una comunidad donde la homosexualidad es una «deshonra» y motivo de repudio. Y, además, hacerlo sin el «final trágico» con el que siempre acaban las película LGTBI. «Que fueran personajes femeninos reales, creíbles y que crearan empatía. Necesitamos normalizar y crear referentes positivos: no por ser diferente vas a acabar mal», apostilló. El casting no fue sencillo: «Cuando les contaba de qué iba la película, me insultaban y se iban; pero luego volvían para saber más». Un pastor evangélico se presentó buscando al «demonio» y para la mayoría de las chicas, solo el hecho de fumar ante un hombre ya era un problema. En una escena, por ejemplo, las protagonistas fuman un pitillo con las manos temblonas. No era parte de la ficción, «en realidad teníamos a cincuenta gitanos insultándonos alrededor», reveló.
Encontrar a Carmen y Lola era un reto. La primera, Rosy Rodríguez, apareció al número 875 de las audiciones. Seis meses más tardó en dar con una Lola (Zaira Morales) dispuesta a besarse con otra mujer frente a una cámara. «Yo la beso y luego escupo», decía al principio Rosy, que acabó la película pidiendo perdón a un primo gay al que habían apartado de la familia. «Ha habido una transformación de ellos y también mía, con mis estereotipos sobre los gitanos. Ha sido un viaje emocional brutal», reconoció.
Pero las críticas no solo le han venido de la comunidad gitana. «Tras el discurso de los Goya, me han llamado feminazi y perroflauta, y lo soy», afirmó contundente. Del otro lado, ha recibido cientos de emails, mensajes en redes sociales y agradecimientos en persona por haberse atrevido a contar lo que nadie hace. Una chica gitana se armó de valor para decirle a sus padres que quería ser actriz tras el éxito del filme, otra se llevó a su madre al cine para confesarle su realidad después de la película, otra se ha tatuado en la muñeca el pájaro símbolo de la cinta y muchos, simplemente, han entrado en un debate antes inexistente.
Arantxa Echevarría cuenta, además, esta historia desde un punto de vista femenino. «Si la hubiera hecho un hombre, sería otra película. Ni mejor ni peor», apuntó. Porque a «un tío le da vergüenza narrar cinematográficamente esos momentos del primer amor». «En las pelis de tíos follan al primer día. Mi ritmo era otro, primero me interesan cómo se miran», argumentó.
Para Echevarría, este es un cine necesario. «Hay que hacer blockbuster y películas como 'Superlopez', pero es determinante que estas nuevas voces que estamos surgiendo toquemos cosas que no se han hablado antes», reivindicó. Sobre todo, dijo, en una sociedad democrática donde «de pronto nos hemos callado». «Estamos tan políticamente cercenados que no podemos decir nada. Hay películas que no se pueden rodar porque tenemos demasiados cuidados con no molestar a nadie», declaró. Ella no cierra la boca, ni apaga su cámara: en su siguiente película, abordará la situación de las mujeres chinas de segunda generación en España. Y ahí, también, hay mucho que contar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.