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Análisis de los críticos de SUR de 'Piola' y 'El inconveniente'

Análisis de los críticos de SUR de 'Piola' y 'El inconveniente'

El festival abre su ventana al cine iberoamericano de la mano del chileno Luis Alejandro Pérez. A ella se une la divertida ópera prima del cineasta andaluz de Bernabé Rico

Martes, 25 de agosto 2020, 00:39

Por Francisco Griñán. 'Piola' ** y 'El inconveniente' ***

Comedia y ternura descubren a la tapada

A las películas merece la pena ir sin prejuicios. Y sin ver el trailer. Plantarse en la butaca y dejarte sorprender es una sensación tan maravillosa cuando sale bien como decepcionante cuando solo deseas que acabe. Aunque eso de ir sin esperar nada, no es del todo cierto. El título, el cartel, el director/a y el reparto te predisponen. Me ha pasado con 'El inconveniente'. Ummm, buen reparto (Kiti Mánver y Juana Acosta), pero pinta de comedieta para pasar el rato, pensé nada más ver el envoltorio. Para colmo, otro inconveniente, esta vez técnico, retrasó ayer varias horas su proyección a la prensa. Con esos prolegómenos, un aplausito era lo previsible en el mejor de los casos. Pero este debut de Bernabé Rico comienza por levantarte las cejas, te lleva a la carcajada y acaba dejándote mensajito. Sí, señor, una pequeña gran película. Me pasa por prejuzgar.

Desde la misma presentación de personajes con la estelar salida del armario de Kiti Mánver, 'El inconveniente' se revela como la tapada de esta edición y firme candidata al premio del público. Y algo más, porque la Mánver están tan tremenda, divertida y tierna que disputa el galardón de interpretación a Candela Peña ('La boda de Rosa'). La premisa argumental es la venta de un piso muy bien situado en Sevilla a un precio de ganga porque tiene un inconveniente: se llama Lola y el nuevo propietario tendrá que esperar a que fallezca la octogenaria inquilina para ocupar la vivienda. El duelo interpretativo entre la estirada compradora Sara y la despreocupada vendedora Lola, con sus dos –perdón, tres– 'bypass' y un cigarro detrás de otro, sustenta este vodevil desternillante que parte de una obra de teatro, pero que sabe entroncar con la comedia clásica norteamericana de diálogos chispeantes y de personajes secundarios deliciosos (un ubicuo y torpe Carlos Areces y, sin necesidad de añadir más que su nombre, José Sacristán). El amor, la amistad, la soledad y las oportunidades planean en esta cinta andaluza que también se pone emotiva e invita a dejarnos de tonterías porque la vida son dos días. Que bien sienta una comedia cuando te divierte y hasta te hace olvidar que llevas la mascarilla. 

La cuarta jornada fue también el momento de abrir, al fin, la sección oifial al cine iberoamericano. Y lo primero vino de Chile, 'Piola', debut en la dirección de Luis Alejandro Pérez con un retrato del desencanto de la juventud y del conflicto generacional a través de unos chicos fascinados por el rap y el hip-hop. La música lo es «todo» para estos personajes de arrabal que encuentran en las calles, la noche y el alcohol la válvula de escape a la presión social, familiar, escolar, policial... Y también encuentran una pistola con la que jugar y fantasear con el poder de la violencia. Un meritorio, naturalista, intenso y desigual fresco a grafitti de vidas cruzadas en los arrabales, pero que languidece en pasajes secundarios que ralentizan esta ópera prima. A lo que se une un deficiente audio y la jerga de los protagonistas que cuesta seguir.

Por Alberto Gómez. 'Piola' *** y 'El inconveniente' *

Lanzarse al realismo o resbalar en almíbar

En la jerga juvenil chilena, el término piola hace referencia a alguien tranquilo, callado. No podía haber elegido Luis Alejandro Pérez un título más preciso para su debut, primera película latinoamericana proyectada en la sección oficial este año. 'Piola' está despojada de artificios. No hay pirotecnia ni grandes giros de guión en este retrato naturalista de la adolescencia en Santiago de Chile. El material con que están construidas las distintas historias resulta tan poderoso que no hacen falta adornos. Pérez se limita a poner la cámara frente a las contradicciones y tensiones propias de la edad, y el resultado es una cinta generacional que no transpira ni una sola partícula de mentira, aunque las materias primas de la que se nutre (conflictos entre padres e hijos, amistad, violencia callejera, insatisfacción, deseo) sean proclives a la grandilocuencia, al fango de doble capa que a menudo cubre estas propuestas bajo apariencia de drama o denuncia social. Las solventes interpretaciones de Max Salgado, René Miranda e Ignacia Uribe añaden realismo a los tres personajes principales, cuyas vidas se cruzan entre la pasión por el rap, los problemas de convivencia con sus padres y un destino que parece abocado al trabajo precario pese a su talento artístico. El afán por evitar la ostentación, tanto en el tono como en la puesta en escena, trastabilla la película por momentos sin restarle honestidad. Merece la pena comprar una entrada para verla.

Más, bastante más, enseña las costuras 'El inconveniente', otra ópera prima, en este caso de Bernabé Rico, que parte de una obra teatral de Juan Carlos Rubio para trazar la amistad entre una hermética mujer de negocios y una septuagenaria enferma. La historia resulta predecible desde el comienzo, pero su gran demérito reside en la vocación casi impúdica de zarandear al espectador desde el sentimentalismo más básico. La película está escrita para hacer reír y llorar, objetivo al que el guión se lanza de forma tan descarada que parece olvidar, no queremos pensar que despreciar, los matices. Y son los pequeños detalles los que suelen agitar las emociones, aunque quienes sean de lágrima fácil acabarán sacando el pañuelo. Ni siquiera el elenco, liderado por Kiti Mánver y Juana Acosta, hace creíble una comedia que resbala en su propio buenismo almibarado, por más que las divertidas apariciones de Carlos Areces supongan una bomba de oxígeno entre tanto cartón piedra y diálogos repletos de frases de azucarillo.

No es fácil alcanzar el equilibrio pretendido por Rico entre el drama y la comedia, y en un festival inaugurado por 'La boda de Rosa', donde Icíar Bollaín tamiza ambos géneros con maestría hasta aportar verosimilitud pese a lo disparatado de la trama principal, quedarse a medio camino penaliza, aunque en 'El inconveniente' se reconozcan empeño técnico y voluntad de agradar. A veces las buenas intenciones no bastan.

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