Álex Lora: «Quizás por mi discapacidad busco historias con limitaciones emocionales»
Sección oficial ·
Una malformación congénita le arrebató el brazo en plena juventud, un trauma que transformó en «una oportunidad» para crecer en el cine. Ahora debuta en el largo con 'Unicornios'
«Lo del brazo para mí no es una limitación, ni mucho menos, lo vivo con normalidad. A mí, a veces, me da un poco de coraje por los demás, porque sí que noto que me miran y no se atreven a preguntar. ¿Sabes?», dice ... con total naturalidad Álex Lora (Barcelona, 1979), tras una rueda de prensa en la que ni se mencionó el tema. Es como si ese vacío no existiera, pero está, y detrás hay una historia que merece la pena contar. Él, cuando se le aborda directamente, no tiene ningún problema en hacerlo. Porque esa realidad, además, explica su cine: «No sé si es por tener una discapacidad, pero busco historias relacionadas con la inoperancia o las limitaciones emocionales». Habla de 'Unicornios', a competición en la sección oficial del Festival de Málaga, su primer largometraje tras una exitosa carrera como documentalista y cortometrajista.
«Tenía una malformación congénita de la que no fui consciente hasta los 19 años», detalla. Las venas y las arterias estaban juntas, con conexiones microscópicas, y conforme crecía y ganaba masa muscular -jugaba mucho al baloncesto- la situación se complicaba. Se sometió a 18 cirugías, le amputaron varios dedos, pasó mucho tiempo tumbado en una camilla con un catéter en el cuerpo... «Y al final, después de seis o siete años, hubo que tomar una decisión. Porque brazos tenía dos, pero corazón solo uno y lo estaba poniendo en peligro al tener que bombear tanta sangre para el lado izquierdo», relata.
Fue muy «traumático», un empezar de cero a una edad muy difícil, en plena juventud y cuando ya comenzaba a conocer desde dentro la profesión. Cuando la situación «se volvió insostenible» tuvo que parar un tiempo, pero regresó. «No volví igual, evidentemente, pero me lo tomé como una nueva oportunidad, con muchas ganas y mucha seguridad de que quería hacer lo que me gustaba», asegura. Y entonces dirigió '(En)terrados' (2009), un corto sobre los problemas de los jóvenes para acceder a una vivienda, y ganó más de 30 premios en festivales en un año. Aquello sirvió para darle confianza a él y, también, a sus padres: iba por el buen camino. «Ellos me dieron un apoyo brutal», reconoce.
Era solo el inicio de un potente palmarés que hoy incluye un New York Emmy, un Premio Gaudí (tras tres nominaciones) y el mérito de haber sido finalista de los premios Oscar-Student Academy Awards. Dos veces ha proyectado sus trabajos en el Festival de Cine de Sundance en la Selección Oficial, ha participado en el Talent Campus de la Berlinale y en el Short Film Corner de Cannes.
A Málaga viene con su primer largo, el retrato de una generación perdida en un mundo de redes sociales, falsas expectativas profesionales y constantes comparaciones. «Todo lo que tiene que ver con las discapacidades me interesan. Para no hacerlo del todo evidente, u obvio, quería un personaje que parece vivir en un mundo normal, pero que en el fondo tiene ciertas discapacidades emocionales». Poliamor, sexo y 'likes' confluyen en 'Unicornios'. Es, como dijo Lora, «la contradicción de la libertad: como cuando tenemos opciones infinitas en una plataforma, no sabemos ni qué escoger».
El filme sigue a Isa (Greta Fernández) y a su entorno sin intención de juzgarles. «Son hijos nuestros, como sociedad los hemos hecho nosotros mismos», apunta la productora Valérie Delpierre. Y añade: «Si los consideramos egoístas o pequeños monstruos, son el resultado de la educación que les hemos dado. Queriendo hacerlo bien les hemos empujado a un espacio en el que necesitan constantemente la aprobación de los demás».
'Unicornios', el título del filme, es un término del poliamor que hace referencia a esta tercera persona a la que se invita a una relación sexual. Pero también refleja ese «paralelismo entre el personaje y el deseo de sentirse único y especial».
De otros deseos bien distintos habla la segunda cinta a competición. 'Desperté con un sueño', una coproducción uruguayo-argentina, es la historia de un niño que quiere ser actor, pese a la resistencia de su madre, a la que miente para ir a dar clases de teatro. La grandeza de esta pequeña película está en su origen: el relato que un chico de 12 años escribió en un taller de guion que impartía el director Pablo Solarz. Y ese niño no es otro que Lucas Ferro, el que ahora protagoniza el filme. «Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, es muy lindo», reconoce.
En los dos folios que Lucas Ferro entregó en ese curso, estaba toda la sinopsis. «Fue la primera vez que me basé en un corazón, en una historia de otra persona», cuenta Solarz. Apenas le hizo cambios a la historia, tan solo la aderezó con más detalles de la vida de ese muchacho que sueña con dedicarse a la interpretación.
Todo transcurre en La Paloma, una pequeñísima ciudad de Uruguay, con prácticamente un 95% del elenco actuando por primera vez. Entre ellos, el propio protagonista. Pero si algo tiene claro es que esta no será la última: «Me gustaría seguir con la actuación, me llena». Y a diferencia de su personaje en la ficción, él sí cuenta con todo el apoyo de sus padres.
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