Cada una de sus películas representa un hito en la historia del cine en español. Apenas media docena de títulos en 25 años de trayectoria hacen, sin embargo, de Alejandro Amenábar una referencia insoslayable en la industria. Ganador de un Oscar, un Globo de Oro y nueve premios Goya, el cineasta amplía su impresionante palmarés con el Premio Málaga Diario SUR que el Festival de Cine le entregará en su vigésimo cuarta edición, programada del 3 al 13 de junio. Buena excusa para hacer memoria y balance.
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-¿Da vértigo recibir una distinción a una trayectoria antes de cumplir los 50?
-Bueno, lo que en realidad da un poco de vértigo es estar a las puertas de los 50... (Ríe). Pero, bueno, un premio está muy bien, te lo den cuando te lo den.
-Han pasado justo 25 años desde su primer largometraje, 'Tesis', que ha marcado al menos a dos generaciones. ¿Cómo cree que han envejecido esta película?
-Mi sensación es que 'Tesis' es una película que ha envejecido bien, que sigue manteniendo el interés, el suspense. Todo ha cambiado, claro, la tecnología, la entrada de Internet... Pero creo que es una película que conserva la frescura de hace 20 años.
-¿Cree que un proyecto como ese sería posible en un escenario como el actual?
-Sí, creo que sí. Siempre hay sitio para un 'thriller'. Obviamente, el contexto cambiaría un poco, porque Internet entra a formar parte de la sociedad y eso jugaría un papel importante en una en la historia como 'Tesis'.
-Hablando de Internet y de la tecnología, ¿cree que es más fácil o más difícil abrirse paso hoy en la industria que cuando usted comenzó a rodar?
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-En teoría, debe ser más fácil. Internet ha cambiado muchas cosas y la tecnología también, por ejemplo, permite acercarse a muchos más medios. Yo por lo menos tengo esa sensación: es más fácil el soporte, los instrumentos para contar una historia, aunque sea a escala de cortometraje, que cuando yo empecé. Ahora mismo con un móvil, tienes una calidad de imagen superior a la que tenía yo cuando hacía los cortos. En teoría es más fácil, lo que igual es más difícil, y eso también viene propiciado por Internet, es mantener la atención de la gente. Internet nos empuja a saltar de una pantalla a otra y eso repercute en el grado de atención que a veces mantenemos cuando tenemos una historia delante. Cuando alguien nos cuenta una historia es más difícil concentrarse y por lo tanto, como creador, es un doble reto, porque tienes que conseguir que la gente esté enganchada a tu historia durante dos horas.
-Y en un contexto como el actual, ¿ir al cine representa un oasis en medio de todo ese 'bombardeo', casi un acto de resistencia?
-Sí, pero no ya tanto ir al cine como lo que son las historias. El mundo de la cultura, la literatura, la ficción, las series, las películas... Hemos visto que eso ha formado parte de nuestro día a día. Hemos estado cerrados más que nunca y lo que evidentemente se ha resentido es el cine en las salas. Ahora mismo no se puede hablar de llenazos en las salas, entre otras cosas, porque las salas físicamente no pueden estar llenas. Pero creo que es algo que se echa de menos y que volverá posiblemente con fuerza: las ganas de congregarse para ver una película o para asistir a un espectáculo, para ver un concierto o sentir la risa colectiva. Juntarnos, al fin y al cabo. Somos seres sociales y eso va a volver con fuerza.
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-Menciona la experiencia colectiva que representa ir al cine. ¿Ha tenido la sensación en algún momento de que puede estar en peligro la continuidad de esa experiencia?
-El cine ha estado en un en un 'ten con ten' con las plataformas por la lucha por la atención de los espectadores. Evidentemente, la propia coyuntura de la pandemia ha beneficiado a las plataformas y ha perjudicado a las salas. Yo soy optimista por naturaleza y creo que los dos medios podrán convivir. Y, como decía antes, no me considero un nostálgico sin más de las salas de cine. Pero creo que el hecho de ver una historia en una pantalla grande, con las mejores condiciones de sonido y rodeado de gente que siente, que se ríe ante la ante las mismas cosas... Eso creo que es impagable. Eso se mantendrá, no sé exactamente si al cien por cien o si volverá con fuerza durante mucho tiempo o si desaparecerá. Tampoco me atrevo a hacer un vaticinio, pero soy optimista por naturaleza.
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-Ha hablado en varias ocasiones de la lucha por la atención. ¿Siente que debe o que puede cambiar su manera de rodar, su manera de contar, para mantener esa atención?
-Afortunadamente, lo que a mí me ha gustado o me ha interesado, siempre he visto la manera de poder expresarlo y compartirlo con el público, entonces no lo veo como un canto de sirena o como una tentación. Cuento las historias como creo que debo contarlas, como alguien que cuenta una historia a un grupo de amigos que intenta captar su interés y llamar su atención. Eso es lo que hago. Detesto aburrir, por eso intento que mis historias interesen y hoy por hoy siento que todavía es así. No he tenido que claudicar ante nada, cuento las historias que me gustaría contar y cómo me gustaría contarlas.
-En es manera de trabajar, suele participar en diversos aspectos de la película, desde la escritura del guión hasta la dirección, pasando en algunos casos por la composición también de la banda sonora. ¿Prefiere tener un control panorámico del proceso?
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-Por un lado, sí. Cuando estoy escribiendo visualizo muchas cosas y eso me permite tener ideas muy claras cuando voy al rodaje. Por otra parte, desde niño siempre me ha gustado la música de cine y más de una vez me he lanzado a poner música a mis historias, con lo cual, para mí consigo una comunión muy especial entre todo lo que hago. Pero bueno, una buena historia sólo se sabe a partir de un momento, cuando sabes bien qué es lo que quieres contar y de qué manera va a conectar con los espectadores. Cuando buscas una historia vas cavando en una mina y a veces esa veta no te lleva a ningún lado y tienes que dejar por otra. Eso se va viendo. Para mí es también, por debajo de la peripecia y de la trama, saber que tienes un mar de fondo, que tienes algo que contar.
-Ese algo que contar le ha llevado hasta 'La Fortuna', su primera serie para la televisión, que acaba de terminar de rodar y que presenta como «una reivindicación de la buena gente». ¿Es más necesario que nunca poner el foco en ese tipo de gente?
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-Sí, en unos tiempos de crisis y absolutamente calamitosos como los que estamos viviendo, a uno le gustaría pensar que sale lo mejor de nosotros. Desgraciadamente, viendo y oyendo muchas veces a los políticos y las trifulcas que protagonizan en nuestro país, te desalientas. Pero, como he dicho, soy optimista por naturaleza y me gusta pensar que se puede creer a la gente, que se puede confiar, que ideas como la honestidad y la lealtad forman parte de nosotros. Yo en esta serie las reivindico sin ningún pudor y ninguna vergüenza. Reivindico lo bueno que hay en nosotros y, sobre todo, lo que nos debe unir.
-¿Qué le ha seducido de 'La fortuna', su primera serie de televisión, para ponerse a rodar en medio de una pandemia?
-Me sedujo hace tiempo, desde antes de la pandemia. Antes de terminar 'Mientras dure la guerra', ya estaba interesado en el cómic de Paco Roca. No sabía muy bien qué formato utilizaría, pero pronto nos dimos cuenta de que encajaba perfectamente en una mini serie de seis episodios. Lo que he hecho ha sido, por supuesto, honrar el cómic, que me gusta muchísimo, y luego, cavar y profundizar en la trama y en todo lo que le pasa a los personajes para sentirme muy identificado con el protagonista y conseguirlo transmitir a los espectadores.
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-Menciona de nuevo a los espectadores y su trabajo suele aunar el favor del público, pero también de la crítica y de la Academia. Con casi 60 premios, ¿qué siente que le queda todavía por rodar?
-Nunca se sabe. Para empezar, uno va viviendo, acumulando experiencias y cosas que a lo mejor no te interesaban hace veinte años te pueden interesar ahora. Jamás pensé cuando estaba en la universidad que acabaría haciendo una película sobre la Guerra Civil y acabé haciéndola y, además, con todas las ganas del mundo. Así que lo bonito es eso, pensar que no le vas a poner puertas a nada. Lo que me gustaría es no perder la curiosidad. Muchas veces el cine lo que me ha permitido es aprender, interesarme por cosas como, por ejemplo, la relatividad, que era algo que estudié en la adolescencia y que no me interesaba lo más mínimo y cuando hice 'Ágora' me metí de cabeza. Y eso es lo bonito del cine, que te permite aprender.
-Al hilo de aprender y de su etapa universitaria. 'Tesis' nació como una suerte de 'respuesta' ante un suspenso en la facultad y acabó inscrita en la historia del cine español. ¿Cómo se lleva con el ámbito académico?
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-Bueno, con el mundo universitario me llevo bien. De hecho, uno de mis compañeros de clase ahora es decano de la Facultad de Ciencias de la Información. Cuando ves las cosas pasados los años, no las ves con la virulencia y la pasión que las veías cuando eras un chaval. Yo era muy buen estudiante hasta que ingresé en la universidad y me convertí en un pésimo estudiante y, de alguna manera, lo que estaba haciendo era desafiar haciendo mis cortos y no estudiando lo que lo que debía estudiar. Pero cuando un padre o una madre se me acerca para preguntarme si sus hijos deberían hacer Imagen y Sonido, siempre se lo recomiendo, porque, aún en el peor de los casos, aún en el caso de que el programa de estudios no fuera el más adecuado, sí que es el centro neurálgico donde te vas a encontrar con la gente que va a trabajar en esta profesión y muchos ellos van a acabar siendo tus grandes amigos. En mi caso fueron Mateo Gil y Carlos Montero, que éramos los tres grandes amigos y los tres hemos acabado de dedicándome a esto. Así que en ese sentido sí reivindico mucho el mundo de la facultad, de las escuelas de cine. Aunque a veces tengas la sensación de que no te están enseñando nada o nada de lo que te vaya a servir en principio para dirigir películas, a veces te están enseñando otras cosas y, ya digo, en el peor de los casos, estás reuniéndote con la gente que se va a dedicar a esto.
-Y hablando precisamente de servir como punto de reunión, y ya que recibe el Premio Málaga Diario SUR del Festival de Málaga. ¿Cómo valora que el certamen se haya mantenido en cartel dos años seguidos, pese a situación tan adversa?
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-Los festivales tienen una labor de difusión, de conexión con los espectadores y eso siempre es encomiable. Por eso son necesarios y por eso tenemos que estar ahí también, apoyando, la gente que nos dedicamos al cine. Y más en momentos tan delicados y difíciles como este.
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