Agustí Villaronga es uno de los favoritos a llevarse la Biznaga de Oro del Festival. Francisco Hinojosa Vídeo : Pedro J. Quero

Agustí Villaronga: «Le dije a Marisa Paredes: 'Ay, Marisa, creo que esta es la mejor película que he hecho'»

El director de cine ha presentado 'El ventre del mar' en este Festival de Málaga

Viernes, 11 de junio 2021, 01:14

Agustí Villaronga (Mallorca, 1953) es el nombre más importante de la Sección Oficial a concurso de este Festival de Málaga. Tras un año y medio complicado en el que sus planes de dirigir teatro se fueron al traste, el director decidió rodar 'El ventre del ... mar', una película que narra la historia real sobre un naufragio a través de monólogos cruzados de sus dos personajes principales, y con la dirección artística de la reconocida artista Susy Gómez. A pesar de contar con un presupuesto más bajo de lo habitual, Villaronga está enamorado de una cinta que ya suena como principal candidata a llevarse la Biznaga de Oro este próximo sábado.

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–'El ventre del mar' ha terminado siendo una película, pero al parecer la idea original era una obra de teatro. ¿Qué ha pasado?

–Así es. Es más, al principio no era ni una obra de teatro, era un texto, un capítulo dentro de una novela que no tiene relación con lo que ocurre en ella. Hace años que me apasionaba, y pensé en hacerla en teatro, porque era muy fácil de adaptar al ser monólogos compartidos. En la pandemia yo estaba a punto de estrenar en Mallorca otra obra. Cuatro días antes de estrenar comenzó el estado de alarma y nos quedamos colgados. ¿Por qué no hacemos esto en el cine?, le dije a mi productor. Así empezó, con muchas ganas de trabajar. Eso por un lado, pero también ha sido importante el hecho de trabajar en precario. He vuelto a descubrir lo que es contar con una libertad enorme al no tener que pasar los trámites de las televisiones y las plataformas. Era la sensación de ser pocos, pero de hacer algo que nos gustaba a todos.

–Es que, igual me corrige, pero tengo la sensación de que esta película es la mejor que ha hecho en los últimos años.

–A mí me gusta mucho esta película. Le dije a Marisa Paredes, que es muy amiga mía: «Ay, Marisa, creo que esta es la mejor película que he hecho». Es verdad que está muy reciente, igual dentro de un tiempo pienso diferente.

–En el apartado técnico, le tengo que decir que hay elementos que me han recordado a películas suyas de hace más años. Por ejemplo, la fotografía es muy 'Tras el cristal' o 'El niño de la luna'. ¿Es así o es más bien producto de la dirección artística de Susy Gómez?

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–Bueno, sí, hay cosas que son punteras. La fotografía es una, la música es otra. Y por supuesto todo lo de Susy. El toque de ella se nota, como meter la vela esa por medio.

–Eso de convertir el espacio de la balsa en un espacio cerrado, ¿de quién fue la idea?

–Es conjunto. Ahí sí que nos hermanamos porque tuvimos algunos problemas. Susy al final con dos cojones se plantó en la productora y les dijo que eso no costaba dinero, que ella ya había preguntado a no sé quién, y que esto cuesta tanto... ella lo defendió mucho. Es que a ver, no nos íbamos a meter en medio del mar, eso de hacer tormentas es complicadísimo. Había que construir la balsa en un lugar en el que pudiéramos trabajar, y creamos este espacio que yo ya conocía. A Susy le encantó, y levantamos los dos lugares en la misma fábrica. La verdad es que nos hemos entendido de perlas.

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–En la película se cuenta una historia sucedida en el siglo XIX, pero aparecen fotografías de naufragios de barcazas con migrantes que son muy actuales. ¿Hay matices de cine social?

–Más que hacer cine social, lo que pretendía era aproximar la historia. Era como decir que eso pasó en el siglo XIX, pero sigue ocurriendo hoy en día. El hecho de poner estas imágenes creo que ayuda a que la gente se ponga en el lugar de los demás. Con lo de Ceuta de ahora hemos visto comentarios sobre el abrazo de esta chica en los que la insultaban. Qué poca sensibilidad, qué poca empatía. Esto de las fotos lo único que hace es ilustrar lo que pueden sentir esas personas. No creo que sea una película de denuncia. Para hacer una denuncia hay que hacerla más en serio. Pero sí ayuda a entender a otros. En las situaciones límites de las personas sale lo mejor y lo peor de cada uno, y quería reflexionar sobre esto. Vamos, tampoco es (y está mal que yo lo diga) una película intelectual. Es una película que va al corazón. Aunque sea metafórica, abstracta y todo lo que tú quieras, va al corazón, no a hacer filosofía.

–¿Por qué ha querido presentar la película en Málaga?

–El director del Festival sabía que existía esta peli y mostró interés por ella. Estábamos intentado que si Berlín, que si Cannes... lo de siempre. Y como Moscú ya se había interesado y eso nos permitía hacer Málaga... Es que Málaga es muy bueno, porque es en casa, es el mercado natural nuestro y tiene mucha proyección. Si se estrena aquí la gente se entera de que existe. Es bueno que 'El ventre del mar' salga de un festival 'popular', y a su vez creo que es bueno para el certamen tener un filme como el nuestro, que se sale un poco de lo comercial.

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–Usted se ha caracterizado siempre por mostrar en pantalla lo que ha considerado, tratando al espectador como un adulto. Se me ocurre una escena como la del canibalismo. ¿Cree que es más difícil hacer este tipo de cine ahora?

–Totalmente de acuerdo. Pero fíjese, más que en este tipo de detalles, yo lo extendería a algo más general. Se trata al público con poca inteligencia. Por ejemplo, todo el tema de las plataformas, que lo definen como ocio y cultura. La línea en ocasiones está un poco rara. Y a veces se decanta demasiado para el ocio. Yo estoy viendo una serie (que me encantan, ojo) y es consumo directo. Pasan mil cosas... no sé, en ese tipo de películas diría que la posición del espectador es más naif. En cuanto a mostrar cosas o no, en 'El ventre del mar' dentro de todo se podría ser mucho más terrible. Está contenido.

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–¿Se ha contenido a la hora de grabar una secuencia?

–Sí, es que a veces ya ni me venían las ganas. Pensaba que no era el camino. Para mí comer carne o no era lo de menos; eso ya lo hemos visto en 'Viven'. Para mí lo importante era el hecho de comer la carne de un amigo. Entender que te estás comiendo a alguien que tenía un nombre.

–Hay un momento en el que aparece el cuadro 'La balsa de la medusa', de Théodore Géricault. ¿El cuadro cuenta esta historia?

–Sí, cuenta la historia. Ese cuadro, que además inaugura el Romanticismo, Géricault lo hace cuando llegan los supervivientes. Creo que eran catorce, de los cuales murieron varios enseguida. De los nueve que quedaron, el pintor habló con ellos y reconstruyó la balsa en su estudio. Ellos dos incluso están en la pintura representados.

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