![Juan Diego: «Hago más política activa que muchos políticos que cobran un sueldo»](https://s1.ppllstatics.com/diariosur/www/pre2017/multimedia/noticias/201703/20/media/cortadas/juandiego-kzNB-U212932371711ZRF-575x323@Diario%20Sur.jpg)
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Regina Sotorrío
Martes, 21 de marzo 2017, 00:40
Juan Diego está de vuelta de todo. Por eso denuncia «la mercantilización de los sentimientos» de algunas producciones, critica el dominio de los grandes estudios americanos («mientras más mierda venden, a la gente le gusta más»), reprende a esos «mamones de mierda» que consideran a la mujer un ser inferior y se declara «harto» de aguantar a «asnos» al frente del país. A estas alturas de su vida y su carrera, ni tiene por qué callarse ni quiere hacerlo. De todo eso y más habló tras la presentación en sección oficial de No sé decir adiós, un drama sobre los complejos lazos familiares que logró emocionar a la prensa del festival. En la película, un padre (Juan Diego) y una hija (Nathalie Poza) enfermos, uno físicamente y la otra emocionalmente, «se embarcan en una huida hacia adelante para escapar de la muerte», según el director Lino Escalera.
En la rueda de prensa ha dicho que cuando vio el guión pensó: «Caray, esto es un guión de cine, un guión de vida». ¿Los echaba en falta?
¿Sabes que pasa? Que hay muchos guiones buenos que lees y que no se hacen, guiones estupendos que nunca se llevan a cabo.Entonces cuando agarras un guión y empiezas a hablar de él, lo trabajas, se para, vuelve y por fin parece que empieza... Cuando por fin consigues hacer la película y te encuentras con el reconocimiento que ha habido hoy, es inevitable decir ¡Hostia, si supiérais lo que ha costado!
Me estás matando, Susana se presenta en la sección oficial como una comedia que retrata con sentido del humor «y de manera honesta» la relación entre EEUU y México a través de la complicada historia de un matrimonio. Sin juzgar, «sin mensajitos ni moralina», aclaró el director mexicano Roberto Sneider. Pero eso fue, precisamente, lo que ayer se echó en falta la crítica ante ciertas actitudes machistas del protagonista. «Es un personaje que no se consideraría a sí mismo un macho, pero que en esta situación reacciona como un machín. Es algo que sucede en México y en muchas partes del mundo», justificó.
Basada en la novela Ciudades desiertas de José Agustín, la cinta sigue al personaje de Gael García Bernal en su intento por recuperar a su mujer, Verónica Echegui, que se marcha a EEUU a hacer una carrera literaria, cansada de los desplantes de su marido. Aunque la novela comienza con el punto de vista de ella, todo el filme se narra desde la mirada de él. Él es también el único que aparece en el cartel promocional, ni rastro de Echegui. Eso abrió el debate sobre el machismo de la película (donde ella recibe, casi como un juego, unas nalgadas) y las distintas maneras de ver una misma realidad a un lado y otro de la frontera. Sneider, por su parte, pidió «no simplificar» el filme con ese adjetivo.
¿Ha aceptado muchos guiones que finalmente no han salido?
Bastantes, sí. Sobre todo porque son guiones interesantes, que no están dentro de lo políticamente correcto. Y yo apuesto por esas películas que tienen un mayor empeño, que vienen de la mano de un pensamiento refrescante, de querer saber cómo mira ahora la sociedad un problema concreto.
Quizá por eso últimamente se deja ver más en el teatro que en el cine.
No, porque yo no me planteo mi carrera ni mi vida. Voy andando y tiro. A mí me gustan las historias, y entre una historia de teatro que me gusta y una de cine que no me gusta, hago la de teatro.
Lo que no le gustan son las historias comerciales, facilonas...
A mí sí me gustaría que fuera comercial, lo que no me gustaría es que fuera mercancía. Esa es la diferencia. Hay una mercantilización de los sentimientos, esa cosa de la telerealidad, como ajena al humanismo, al pellizco que te dan y dices Hostia que me duele. Llegará un momento en el que no nos daremos pellizcos, que todo será videoconferencia. Creo que hasta en el acto sexual se está llegando a cosas absolutamente ajenas.
La pena es que una película de sentimientos como No sé decir adiós no pueda ser comercial.
Nunca se sabe. Cuando decimos comercial nos referimos a que dé dinero suficiente en función del invertido. Pero es que, además, las grandes majors americanas, las que reparten el cotarro, hacen todo lo posible para que esto no funcione. ¡Claro! Porque entonces el concepto de sociedad y de industria que ellos tienen se les va a la mierda. Y nunca se irá a la mierda:mientras más mierdas venden, a la gente le gusta más.
Hace apenas un mes le vimos haciendo de padre enfermo en el Cervantes con Una gata sobre un tejado de zinc caliente. Ahora en la pantalla vuelve a ser un hombre en la recta final de su vida. ¿Le ha hecho reflexionar sobre la muerte?
Pues te obliga a pensar y a reflexionar sobre la muerte. Pero la muerte no va a ser nueva para mí a estas alturas del partido. A la gente le llega esta película porque todos hemos vivido la muerte de alguien. Yo estuve dos años en mi casa hasta que mi madre murió de cáncer. Todo el mundo conoce a la protagonista, la muerte, y conoce sus maneras de presentarse. Lo interesante es cómo esta muerte llega de una manera tan unánime al espectador.
Quim Gutiérrez decía ayer que cuanto más se trabaja, más difícil es encontrar motivaciones. Él tiene 35 años. ¿Qué le motiva a usted a seguir trabajando con 74?
Pues hombre, trabajar en lo que te gusta durante tanto tiempo y vivir de ello ya motiva. Y, además, siento que también se puede hacer de otra manera lo mismo.
Sus compañeros le llamaban de joven Juan Pliego porque iba por ahí recogiendo firmas para distintas causas. Hoy ha salido una causa en la rueda de prensa: la falta de papeles femeninos protagonistas, como el que aquí interpreta Nathalie Poza.
Es una constante, no ya aquí, sino en todas las industrias. Y no solo en el cine, también en las empresas del Ibex-35. Es una falacia cuando hablan de los derechos humanos, porque los derechos humanos que recogemos en nuestra Constitución están siendo conculcados porque habéis decidido, mamones de mierda, que hay una clase inferior que se llama mujer. Y no me venga usted con más zarandajas:si trabajan ocho horas, tendrán que cobrar igual que el señor que está en el mismo puesto.
¿Echó en falta una actitud más reivindicativa en la gala de los Goya?
Hay que tener una medida justa. Está muy bien estar atento a lo que sucede, pero no puedes estar constantemente lanzando mensajes de SOS porque es una fiesta y el espectador lo ve y piensa ya están los mierdas de los actores, y se devalúa.
Rajoy reconoció que no veía demasiado cine español. ¿Le sorprendió?
Para nada. También me gustaría saber qué lee. Y si ha hablado catalán en la intimidad como su querido jefe Aznar. Es el hombre del sentido común, que es el más común de los sentidos, que es lo que nos hermana a todos en ¡sí señor! ¡A la búlgara! Estamos hartos de oír mierdas y de aguantar a asnos de este pelaje.
¿Nunca se ha planteado entrar en la política activa?
No, yo soy independiente. Bastante política activa hago, muchísima más que muchos políticos que cobran un sueldo.
¿Para eso no hay que estar en el Congreso?
Sí, pero también hay que estar en la calle y hay que decir las cosas.
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