Con la muerte del genio incomprendido Miguel Picazo en las noticias, lo mejor ayer fue llevar el luto por el autor que retrató la España oscura de La tía Tula con más cine. Refugiado en el velatorio del Cervantes, que ayer se rompió con risas y algunas lágrimas. Llegaban dos películas con propuestas interesantes. Por un lado, el debutante Marc Crehuet con El rey tuerto y su (pre)disposición a (re)movernos en la butaca con un cine comprometido y de impacto, y, por otro, la reincidente Manuela Burló que, tras los palos que recibió el año pasado con la comedia-fórmula Cómo sobrevivir a una despedida, se plantaba de nuevo en el certamen dispuesta a redimir el pasado con Rumbos.
Publicidad
En El rey tuerto, Crehuet ha rematado su exitosa obra teatral homónima con una autoadaptación a la gran pantalla y que se estrena precisamente cuando Ester Quintana ha llevado a los juzgados la agresión de un policía antidisturbios que la dejó sin un ojo cuando participaba en una manifestación. Su caso es gemelo al que inspiró esta película que parte del encuentro de dos viejas amigas cuyas respectivas parejas descubren que se conocen: David, policía antidisturbios, fue el que dejó tuerto al antisistema Nacho en una protesta. Dos posiciones encontradas, dos Españas, que sirven a Crehuet para plantear una ácida comedia negra, contundente e incómoda que nos cuestiona sobre el lugar que ocupamos en el reparto de fuerzas del mundo. ¿Somos de los que dan leña o de los que protestan... o de los que callan?
El director confía con acierto en el mismo reparto que puso en escena su obra y nos descubre sobre todo al confundido policía encarnado por Alaín Hernández y a esa novia que busca ser feliz. Fantástica Betsy Túrnez. De Miki Esparbé no digo más, porque ya lo conocemos. Pero sí el elenco de las tablas es una garantía, la película no logra desprenderse del lenguaje teatral. O no puede por sus limitaciones de producción. Da igual. El caso es que lastra un filme ingenioso, necesario y de visión obligada pese a que parezca teatro filmado.
Muy cambiada llegó Manuela Burló Moreno al festival. Hasta el nombre artístico es otro. El pasado año se presentó con el castizo Manuela Moreno. El Burló le ha dado algo de personalidad, que es también lo que ha aportado en Rumbos, una cinta en la que saca sus dotes de guionista para presentar un relato de vidas cruzadas a través de vehículos que transcurre en una noche. Desde unos jóvenes porretas en un mustang rojo descapotable a un camionero tímido enamorado de una puta, pasando por un turismo con una pareja que rompe o una ambulancia con un conductor en su última noche de guardia. Una road movie con una vistosa producción y el oficio de esta directora que nos narra las miserias y grandezas de unas vidas. El conjunto es amable, transitando de la comedia al drama y la emoción, pero cae en las desigualdades y clichés de sus historias. Lo mejor es el coro de personajes. Carmen Machi y Fernando Albizu están soberbios, Pilar López de Ayala se reencuentra felizmente con nuestro cine y Emilio Palacios demuestra que es de nuestros talentos a seguir. Y no me olvido de la genial aparición episódica de nuestra Fanny de Castro. Muchos nombres para las biznagas de este año.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.