Francisco Griñán
Lunes, 25 de abril 2016, 01:13
«Me están pasando cosas grandes». Lo dice subrayando sus palabras con una sonrisa y abriendo los ojos. Y es que en el último año, la vida de Emilio Palacios (Málaga, 1992) ha dado un vuelco. O un acelerón. Por estas fechas presentaba su primera película, Los héroes del mal, en el Festival de Málaga y, unos días después, regresaba a Madrid con una mención especial del jurado que a él y a sus padres supo a premio. Este año multiplica su presencia en el certamen con la cinta a concurso Rumbos y el estreno especial de Ebro, de la cuna a la batalla. Dos títulos que ponen nombre propio a esas «cosas grandes» de las que habla el malagueño, que además está a punto de rodar la nueva versión de Los últimos de Filipinas, una gran producción con un reparto de campanillas: Luis Tosar, Javier Gutiérrez, Eduard Fernández, Carlos Hipólito o Karra Elejalde, que precisamente está en la mesa de al lado respondiendo ostensiblemente a las preguntas de otro compañero de prensa.
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«En todos los trabajos que me han salido en el último año me recordaban lo de mi mención en el Festival de Málaga. Me ha ayudado mucho», reconoce Palacios que, además, descubre que su paso por el certamen le sirvió de casting. «La directora Manuela Burló vino entonces y me dijo que me iba a llamar para hacer pruebas para su nueva película y, ya ves, aquí estoy presentado Rumbos», explica el actor, que da vida a un adolescente rebelde que recuerda al de Los héroes del mal. Aunque más macarra y con la motivación de haber conducido un mustang rojo descapotable. «Hasta hice un cursillo adelantado de conducción y yo mismo rodé algunas escenas sin la intervención del especialista», reconoce.
Palacios termina este año su formación en la escuela de teatro de Juan Carlos Corazza y ya lo han reclutado para su cuarta película, Los últimos de Filipinas, en la que dará vida precisamente al soldado malagueño que resistió en el sitio de Baler. «Me parece un proyecto muy interesante, sobre todo por lo que tiene de recuerdo de que la guerra sigue estando presente en el mundo. Si entonces era Filipinas o la guerra civil, hoy es Siria o Ucrania», asegura el malagueño, que también encuentra ese sentido en la otra película que ayer presentó en el festival, Ebro, de la cuna a la batalla.
Paradójicamente, Palacios ha dado vida en la gran pantalla a rebeldes (con o sin) causa y a soldados. «Con este físico doy muy bien como adolescente, aunque ahora que lo dices es verdad que también repito como militar», admite con sorpresa el malagueño, que añade que le gustó la oferta para protagonizar Ebro porque era un papel de «un joven introvertido que se ve luchando con los republicanos, un personaje muy diferente a lo que había hecho». Palacios descubrió así la denominada Quinta del Biberón, en la que chicos de 17 y 18 años fueron reclutados ante las bajas del ejército de la República. «Cuando estudiaba bachillerato en El Palo, hice un proyecto sobre la guerra civil en Málaga, desde el fracaso del alzamiento del capitán Huelin a la carretera de Almería», recuerda el actor que recomienda descubrir el pasaje que retrata la película Ebro.
Emilio todavía recuerda el momento en el que decidió dejar la carrera de derecho en Granada, decírselo a sus padres y probar fortuna en Madrid con la interpretación. Y a punto de terminar su formación, su filmografía parece darle la razón. «Me ha ido bien, pero aunque no hubiera tenido tanta suerte, tampoco me habría equivocado. Esta es mi pasión», concluye el intérprete con esa misma sonrisa con la que comenzó la entrevista.
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