Joaquín Oristrell inaugura hoy el Festival de Málaga con su nueva película, ‘Hablar’.

Joaquín Oristrell: «No tengo miedo a la crítica»

El cineasta abre hoy la sección oficial con ‘Hablar’, un filme rodado en un plano secuencia y que es un retrato de la España reciente

Francisco Griñán

Viernes, 17 de abril 2015, 12:05

Se considera «hijo adoptivo» del Festival de Málaga. Ha sido presidente del jurado, participado en encuentros y mesas redondas, asesorado en los ayudas a cortos... y hasta ganador de la Biznaga de Oro con Sin vergüenza (2002). Joaquín Oristrell vuelve al certamen una vez más. «He fallado en muy poquitas ediciones», dice el cineasta que ahora viene para inaugurar el certamen con Hablar, un desafío técnico que se rodó en un solo plano secuencia y que es un retrato de la España reciente. Acostumbrado a bregar con la crítica, afirma que el de Málaga es el festival idóneo para mostrar su película.

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Gracia Quejereta repitió hace un par de años la Biznaga de Oro, usted puede igualarla.

Más que a por el premio, vengo a enseñar la película. El recuerdo que tengo del pase de Sin vergüenza desde el palco del Teatro Cervantes y con la gente puesta en pie no lo voy a olvidar en la vida. Después he asistido a estrenos de otros, como Tapas, de Juan Cruz y José Corbacho, o Todas las mujeres, de Mariano Barroso, y el público de Málaga es maravilloso para una película. Son espectadores que entienden y reaccionan ante lo que ven. Hay películas que no les gusta, pero saben ser corteses sin entusiasmo. Y esta película es idónea para el Festival de Málaga. Si la película no hubiera sido seleccionada a concurso, también habría venido a enseñarla.

Y la crítica de Málaga. ¿Es despiadada como todas?

Se hace una crítica seria. Málaga es una ciudad que con el festival se ha graduado en cinefilia y la prensa también. Es difícil darles gato por liebre. De todas formas, no tengo miedo a las críticas. Estamos en un escaparate y la gente dice si le gusta o no.

Un escaparate que precisamente se va estrenar con usted.

Y lo agradezco mucho, porque los momentos más mediáticos de un festival suelen ser la inauguración y la clausura. Y prefiero la apertura porque así das el primer golpe.

Hablar está realizada en un plano-secuencia. Un reto que parece más de un principiante que de un veterano como usted.

Puedo decir que fue una cuestión estética, pero reconozco que partió de una necesidad. Cuando propuse el proyecto, un gran numero de actores conocidos, como Antonio de la Torre, Marta Etura, Raúl Arévalo..., se apuntaron al proyecto, pero era muy difícil unirlos a todos en una película en la que no había una gran financiación. Entonces les propuse hacerlo en un plano secuencia el mismo día. A partir de ese momento, muchos de ellos me vinieron con su propio personaje y cree un mapa desde la estación de Lavapiés hasta el teatro la sala de la escuela de Cristina Rota, que es el recorrido que hace la cámara y en el que las historias entran y salen de la pantalla. Ese itinerario es el que le da la gracia a la película, un recorrido a lo Valle-Inclán por la noche madrileña que yo llamo Luces de bohemia.

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En el rodaje nada podía fallar.

Fue muy excitante ver a todos esos actores y técnicos trabajando durante ochenta intensos minutos en continuidad. Entre actores y técnicos, íbamos detrás de la cámara un grupo de 90 personas y, en un momento, el encuadre daba un giro de 360 grados por lo que todos nos tiramos al suelo para que no se nos viera. Es una película especial y, para mí, que soy un autor más de comedia, con títulos comerciales y para televisiones, de pronto me apetecía. En esta etapa de mi vida en la que ya tengo una edad interesante, por no decir longeva, me venía muy bien para refrescarme.

Ha sido como volver a la escuela... y no solo porque ha tenido la colaboración de la maestra Cristina Rota.

Todos los actores del filme han pasado por la escuela de Cristina y ella tiene un gran poder de convocatoria. En la película se ve la energía que se produjo en el rodaje. Hay un truco que no puedo contar, pero que es muy emocionante porque se ve la explosión de todo el equipo tras haber hecho este reto. El rodaje ha sido como una operación militar con todo muy planificado y lo más parecido a una función de teatro en la que no puedes parar.

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El director de fotografía se encargaba de la cámara y los actores le propusieron muchos de los personajes. ¿Usted que hizo en el rodaje?

Ja, ja, ja. Pues para empezar recoger al director de fotografía porque yo fui su chófer. La verdad es que fue un trabajo tomar todas esas propuestas y escenas e incluirlas en una historia que se pudiera seguir y que además encajaran en un solo plano. Fue difícil y quería que resultara orgánico.

Me ha citado a Valle-Inclán. Hablar es una película sobre la sociedad actual y retrata la crisis. ¿Qué tiene de esperpento?

Hay momentos, sobre todo con el personaje que interpreta Sergio Peris Mencheta y su teoría de la conspiración que roza el esperpento. La película tiene escenas muy cómicas en las que el público se troncha y otras muy dramáticas en las que lloras. Se va pasando de un extremo a otro.

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El escenario no está elegido al azar. ¿Quería reflejar la España reciente en ese recorrido?

Sí, Lavapiés es un compendio de mucha gente, de personas que vienen de fuera y de diferentes lenguas. Están presentes los tenderos, la gente joven, los emigrantes... es un micromundo interesante.

Pablo Berger ideó una película muda y en blanco y negro, Blancanieves, y de pronto se estrenó The Artist, que arrasó en los Oscar. Ahora, usted rueda Hablar en un plano secuencia y llega González Iñárritu con Birdman, hace lo mismo y también gana la estatuilla.

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Habíamos rodado la cuarta toma, que al final es la buena y la que aparece en el montaje final, cuando vi el periódico a la mañana siguiente hablando del Festival de Venecia y del plano secuencia de Birdman. ¡No me lo podía creer! Pero después he visto que iba en la buena dirección ya que ha sido la película de los Oscar.

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