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Un momento del pasacalles infantil en la plaza de la Merced. Marilú Báez

La Merced, un refugio para las familias en la feria del centro

A partir de las 12 de la mañana, la plaza se llena de niños, que asisten atentos a los espectáculos teatrales de un puñado de compañías y pueden pintar y exponer sus pequeñas obras de arte

Jueves, 17 de agosto 2023, 14:35

Hay un punto de la feria del centro que se llena de niños a partir de las doce de la mañana y hasta pasadas las tres de la tarde. Se trata de la plaza de la Merced, que se ha convertido en un refugio para ... las familias en estos tiempos de celebración a veces no del todo fáciles ni amables para moverse con sus vástagos por las calles limítrofes, que están atestadas de gente. «Tiene que haber cosas para niños, si no, ¿qué hacemos los padres? La feria no puede ser sólo para los jóvenes», reflexiona María José Montes, que tiene a sus hijas de 13 y 8 años sentadas en el suelo y a la sombra, atentas a uno de los espectáculos infantiles que se ofrecen en las carpas instaladas a los pies del obelisco erigido en homenaje del general Torrijos. Montes y sus hijas, de hecho, sólo se acercan a la capital desde Rincón de la Victoria, donde residen, para aprovechar la oferta infantil de la feria. No quieren saber nada más del resto del resto del programa. Por su parte, Lanna Helms, danesa pero afincada en Barcelona desde hace dos décadas, dice que si bien ha venido varias veces a Málaga por estas fechas para disfrutar de estos diez días de diversión, ésta es la primera vez que visita este área dedicada al ocio para los más pequeños: antes venía exclusivamente de fiesta, ahora tiene hijos y por fin conoce esta oferta infantil y familiar, y eso que lleva ya prácticamente tres décadas desarrollándose. Ahora la necesita para entretener a su prole y para sacarla de la vorágine en la que se convierten las calles aledañas a esta plaza. De otro municipio de Málaga, de Casabermeja, vienen Toñi Fernández y su familia, que incluye a dos niños de 10 y de 6 años. Antes de la pandemia solían venir y Toñi recuerda que su hijo mayor, Rodrigo, disfrutaba mucho los espectáculos y ahora quiere que lo haga la pequeña, Ariadna.

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Para las familias, por tanto, la plaza de la Merced es un remanso de paz, un oasis: «Andar con niños ahora en feria es mucho más difícil; deberían publicitarse más iniciativas como ésta», reflexiona Vito Gugliotta, italiano residente desde hace años en Málaga y que también acude con su familia: están todos atentos y haciendo fotos al gracioso pasacalles. Hay quien valora que este espacio esté lo suficientemente cerca del meollo de la feria y lo suficientemente lejos como para que sea de lo más práctico para todos. Porque a los niños, nos confiesan, también les gusta ver a las mujeres vestidas de faralaes, ver bailar sevillanas, los conciertos, así como los farolillos que adornan las principales vías de la ciudad. Y una buena hora para darse un voltio con la familia puede ser justo antes de que comience el espectáculo, cuando las calles aún no están a rebosar y el calor aprieta, pero no ahoga.

Muchas obras giran alrededor de Picasso y muchos niños también van ataviados de feria. Marilú Báez

Yasira Cañada también agradece el remanso de paz que ofrece La Merced: los niños, dice, son más sensibles a los volúmenes altos y a las luces estridentes, y a través de una conocida ha sabido de este lugar, y ha decidido llevar a su hija Valeria, que tiene casi cuatro años y, antes de que empiecen los espectáculos recorre la plaza con su patinete a toda mecha y sin toparse con los obstáculos que seguramente le ofrecería el resto de la ciudad. Yasira, si no fuera por eso, se «quitaba de en medio» del centro durante la feria, aunque es vecina de ese distrito. Lanza una propuesta: que, como dice que ocurre en otras ferias, a determinadas horas se reduzca la intensidad de la música y de la iluminación, para crear ambientes más amables para los niños.

Los pequeños, y también sus padres y abuelos, disfrutan muchísimo del pasacalles con el que da comienzo el espectáculo a mediodía. Niños y mayores se lo pasan en grande y también aprovechan para hacerse selfies con los personajes y para seguirlos y bailar con ellos durante la media hora que se prolonga. El panorama es más que vistoso y alegre.

El público de una de las representaciones infantiles. Marilú Báez

Cada año a la feria infantil le inspira una temática. En este 2023, el lema es 'Cuna de pintores', aprovechando que éste es el año de Picasso y que en la propia plaza de la Merced nació este artista y se encuentra instalada una estatua en su honor. Años antes, la feria infantil, la Feria Mágica, que es su nombre específico, se empezó a celebrar en el Parque, pero se quedó pequeño. Después el escenario escogido fue la Alcazabilla, pero se empezó a necesitar también más espacio. Ahora parece que ha encontrado su lugar definitivo en la plaza de la Merced. Las malas lenguas hablan de que además de por cuestiones de espacio, la elección de los lugares obedece también al interés por acabar con otro espectáculo menos deseable, el de los botellones adolescentes y juveniles.

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En todo caso, las compañías artísticas están contentas con la ubicación. Así lo expresa Alberto Díaz de la Quintana, alma mater de la iniciativa hace 27 años. Defiende que la plaza, por sus grandes dimensiones, da la posibilidad de que pueda crecer la oferta cultural con más carpas y más compañías teatrales. Además, los árboles que la circundan dan sombra y algo de frescor -aunque se necesitaría alguna más, dadas las horas centrales del día en que se desarrollan los espectáculos-. Díaz de la Quintana da valor también a esta propuesta cultural que promueve el Ayuntamiento para que los cacharritos del real no sean la única alternativa para la infancia durante la feria y que niños y no tan niños puedan también contar con un espacio para estar, aprender, curiosear… y, este año en que la temática gira en torno a la pintura, puedan convertirse ellos mismos también en creadores. Porque, además de los espectáculos de teatro, títeres, mimo o marionetas, los pequeños también cuentan con puestecillos en los que pueden desarrollar su creatividad e incluso para imitar el famoso vídeo de Pablo Picasso -se puede admirar en el museo Picasso de Málaga- en el que pinta diversas figuras en un cristal: nosotros, desde el otro lado, vemos tanto al artista como a su obra. Todas las obras que crean los pequeños se exponen en diversos puntos de la plaza con su firma. Debe de hacerles mucha ilusión. No es tan fácil ver la propia obra expuesta.

Las obras de los pequeños artistas. Marilú Báez

La compañía de Díaz de la Quintana se llama 'Diamante y Rubí' y es uno de los clásicos de la Feria Mágica para muchas generaciones con la bruja Federica como gran estrella, ésa del «la feria de Sevilla es una maravilla y la de Málaga, una tortilla»… Pero, aclara el artista, «nosotros le damos la vuelta a la tortilla». Qué guiño a esa rivalidad ancestral entre las dos capitales.

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De todas formas, muchas de las propuestas de la plaza de la Merced pasan por cuestiones relacionadas con la vida de Picasso, por lo que la oferta cultural se convierte en una labor divulgativa de la obra y del artista más famoso y de más renombre de la capital. Por ejemplo, la compañía Vibra Alto, como explica Alejandro San Martín, cuenta una historia sobre cómo el espíritu del pintor llega a la feria para crear un espectáculo para el que hace un cásting. Acuario Teatro, por su parte, según revelan Cynthia García y Arantxa Catalá, presenta un espectáculo visual, gestual y sin texto basado en el imaginario de Picasso. Y la compañía La Pili, de Pilar Esteban, se centra en la madre del pintor.

También hay espectáculos de magia y clown, como el que ofrece Paco Taconyc y su compañía, Fábrica de la Magia. Este artista afirma que siempre hay bastante gente en la Merced a las horas que actúan. Además, explica que hay representaciones que se pueden seguir por streaming, porque la Feria Mágica también tiene una televisión pensada para los niños que no pueden desplazarse hasta la plaza. Aunque lo bonito de las representaciones de la plaza de la Merced es que la infancia es muy participativa, se implica mucho en las historias, sobre todo hasta los 7 o los 8 años, antes de que empiecen con las vergüenzas más propias de la preadolescencia. Esa participación, esa implicación, lógicamente, se lo pone más difícil a los artistas; de hecho el público infantil es el más complicado de todos, por imprevisible; pero seguro que a los actores, a los mimos, a los clowns, eso les anima aún más, porque es un reto, porque hace a cada representación diferente a las demás. Están todos encantados y piden que el circuito se amplíe y haya lugar también a actuaciones improvisadas en la calle.

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