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En estos primeros días de feria ya se percibe en las casetas un sentimiento generalizado de resignación: los precios han subido y el cliente final ya lo está notando. Sin embargo, las ganas de pasarlo bien tras dos veranos de 'stand by' superan a esos ... euros de más que, sin embargo, ya se notan en los bolsillos de los consumidores.
Caseta por caseta, la idea es similar en cuanto a la preparación de esta festividad que dura una semana: el esfuerzo ha sido mayor que otros años para ofrecer los mismos productos, con la misma calidad y sin que el precio llegue a las nubes. Sin embargo, en el Cortijo de Torres, en la caseta Candela, Justino Martín, su gerente, explica que lo más demencial de estas semanas ha sido encontrar hielo a buen precio.
Hace dos años compraban un saco con cinco bolsas por unos 3,75 euros, ahora, sin embargo, el coste se ha disparado «desde 12 hasta 15 euros», algo que sin quererlo ha repercutido en el cliente: «Nos dicen los proveedores que las fábricas de hielo no han podido almacenar durante el invierno por el coste de la electricidad, pero realmente nosotros ahora no podemos limitarlo en las bebidas. Estamos a 42 grados, no podemos poner solo un hielo. Lo que hacemos es que en vez de tres echamos sólo dos», cuenta este empresario.
En la misma caseta, Martín reconoce que hay otros materiales de menaje con los que también se han encontrado serios problemas para hacer acopio: vasos y cubertería, materiales imprescindibles para echar a andar una caseta: «Los refrescos ya subieron cuando terminó el confinamiento en 2020, pero lo de los vasos nos ha pillado por sorpresa, porque antes nos costaba un vaso 12 céntimos y ahora 37. Los de cristal, por ejemplo, no los hay. Los hemos conseguido gracias a un amigo que tiene un Cash and Carry, si no... imposible», recalca.
En este sentido, en la caseta de El Pimpi encontraron el mismo problema. María José Ariza, responsable de marketing en la empresa, explica que tras dos años con la caseta sin uso se llevaron todo el menaje al restaurante del Centro y que volver a la rutina de feria, a recuperar todo lo de los años anteriores, ha sido para ellos una ardua tarea que comenzaron en febrero, en vez de en mayo como hacían habitualmente: «Se han encarecido, sobre todo, las carnes y el pescado sobre todo. Ahí lo hemos notado mucho. Nos vale la pena abrir, pero con mucho esfuerzo. Intentamos mantener la calidad de los productos, y eso es difícil cuando todo es más caro. El vino, por ejemplo, también ha subido muchísimo», relata recordando que hace dos años vendían la copa a 2,30 euros y ahora tienen que hacerlo a 2,80 euros.
En su caso, encontrar hielo a buen precio no ha sido un problema, pues consumen «grandes cantidades de este producto durante todo el año y el proveedor no ha fallado», cuenta Ariza.
Algo similar ha ocurrido en la caseta El Portón. Desde la junta directiva de este espacio familiar relatan que no han notado una subida excesiva del precio del hielo y que por ese motivo tampoco están racionándolo. Sin embargo, puntualizan que las bebidas alcohólicas han sido los productos más caros que han adquirido esta feria, aunque no han querido que eso afecte a sus clientes, muchos de ellos socios desde hace más de 30 años: «Los refrescos han subido mucho y la cerveza también, pero lo de las bebidas destiladas es lo más significativo. Ha subido su precio un 15% más o menos, sin embargo estamos desbordados. Esto es una alegría», cuentan sorprendidos de la acogida que están teniendo durante el medio día.
Mirando con lupa al sector de la panadería y los dulces, Fernando Redondo, chef ejecutivo de la Canasta, explica que están asumiendo «pérdidas» para no darle ese «batacazo» al usuario final cuando compra su bocadillo o su dulce en el 'break' de la feria: «Lo que nos ha sorprendido más es que nos ha costado mucho conseguir mostaza de Dijon. No hay, directamente, y nos dicen que hasta el año que viene no habrá tanto 'stock'. Creemos que ha sido por falta de previsión, porque las empresas no esperaban una recuperación de la hostelería tan rápida», relata este profesional, y junto a «la lubina o el bacalao», han sido los productos que están casi desapareciendo de sus cartas durante esta feria.
Cruzando a otro concepto de almuerzo o cena, los puestos ambulantes de hamburguesas, perritos o kebabs también han notado la subida de las materias primas, y por consiguiente han tenido que reajustar los precios de sus cartas. En el puesto El Boquerón, donde se sirven estos platos rápidos, cuentan que «la carne ha sido lo más caro» que han comprado estos últimos meses de ferias por todas las ciudades, además del aceite de girasol que usan para freír las patatas. De hecho relatan que antes un plato de este manjar se vendía por 2,50 euros, pero ahora lo hacen por un euro más: «Entre los feriantes hablamos y vemos qué ha subido y qué podemos mantener, porque si no nos pisamos unos a otros», cuentan.
La curiosidad de esta feria es que muchas casetas también han tenido dificultad para encontrar mesas de dj's, un recurso básico para poder poner música a la fiesta: «Nos ha costado muchísimo, directamente porque no hay», resuelve Justino Martín, esperando que esta feria y sus precios queden en el recuerdo y que el año que viene se retome la sana costumbre de comprar el hielo a 80 céntimos la bolsa.
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