La feria ha sido un rotundo éxito. Eso es incontestable. Cualquiera que se haya pasado por la misma lo ha podido comprobar con sus propios ojos, sobre todo, en el real de Cortijo de Torres, que en esta edición ha experimentado un punto de inflexión. ... Su ambiente ha sido excepcional, mientras que la feria del Centro sigue languideciendo. ¿Por qué? Varias son las razones. La primera es que la táctica del Ayuntamiento de Málaga de ir acorralando la fiesta en el casco antiguo está dando buenos resultados si se tiene en cuenta que el objetivo es potenciar el real. Es muy difícil que la feria sobreviva en el Centro con el horario infantil que se ha establecido, pues a las seis de la tarde se prohíbe la música al aire libre, por lo que de facto la feria apenas dura un par de horas, ya que se empieza a animar a las cuatro de la tarde, porque no todo el mundo puede permitirse el lujo de comer a diario fuera de casa. La inflación no da para tanto.
Publicidad
La concejala de Fiestas, Teresa Porras, apuntó en una entrevista a SUR que la feria del Centro tenía que volver a sus orígenes, cuando los comerciantes daban una tapa y una cerveza a sus clientes. Es difícil imaginar que las franquicias como Zara se dediquen a dar una tapita de callos con una caña. Eso es hablar por hablar. Les falta valentía para dar el paso definitivo y cargarse este escenario de feria. El portavoz del PSOE, Dani Pérez, también anduvo con medias tintas al decir que hay que repensarla, o sea, que es lo mismo que no decir nada, que por otra parte es lo que llevan diciendo desde hace muchos años tras comprobarse la decadencia que está experimentando. La táctica pasa por dejar que muera poco a poco como está ocurriendo, pues la misma apenas sobrevive gracias a los miles de turistas que siguen viéndola con atractivo. Se ha lanzado el falso mantra de que el Centro es un gran botellón al que sólo van borrachos (también lo dijo en una entrevista Celia Villalobos, que por cierto podría haberla cancelado, pero no se atrevió), cuando en realidad el botellón oficial de la feria está en Cortijo de Torres, donde el Ayuntamiento incluso pone a disposición de los usuarios, la mayoría chavales muy jóvenes, muchos de ellos menores, un dj para hacer más pasajera la velada entre bolsas y vasos de plástico. No pasa nada. Es lo que hay y es imposible acabar con esta práctica, pero que no engañen: el gran botellón de la feria es el que se celebra junto al Palacio de Ferias aunque lo llamen la 'explanada de la juventud'. Qué eufemismo.
Si a la falta de programación en el Centro se le une que Cortijo de Torres está cada vez mejor, el resultado está claro. El real ya no es un páramo, hay sombras debido a que los árboles ya están más crecidos y se han puesto unos toldos que mitigan los rigores del calor. Después están las casetas, que ya no recuerdan en nada a la que se instalaban antes como si fueran unos auténticos chambaos. Es impresionante comprobar los aparatos de aire acondicionado que hay en la mayoría de las casetas, que tienen también una gran decoración, muy lejos de las que se colocaban años atrás. Pero sin duda lo que atrae cada vez a más gente es el hecho de que ya hay buenos sitios para comer en Cortijo de Torres. Casetas como El Pimpi, Los Mellizos o La Canasta hacen olvidar aquellas ferias en la que para comer se ofrecía una tortilla de patatas reseca en un plato de plástico a la que había que quitarle el polvo con un plumero. Esto ha cambiado y se nota.
Los caballos también le dan un aire a los nostálgicos de aquellas ferias puramente flamencas de los ochenta. Pero no nos engañemos, no hay tantas personas que se vistan de faralaes o de corto. Las hay, por supuesto, pero esto no es la feria de Sevilla, sin duda bastante más elegante que la de Málaga, pero también bastante menos divertida que la que se celebra en la capital de la Costa del Sol. No hay comparación. En Sevilla hay más postureo e incluso se ve como una oportunidad para hacer negocio. En Málaga esto no ocurre. Esta es la feria del pantalón corto. Y no pasa nada. Hay que ser flexibles siempre que se cumplan unos mínimos requisitos en la vestimenta. Hay algunas casetas, las que podrían denominarse las más pijillas, que exigen el pantalón largo para entrar. Es respetable, pero hay que tener cuidado, porque se empieza por ahí y no se sabe por dónde se puede terminar.
En Málaga una de las características es que todo el mundo tiene derecho a entrar libremente a una caseta. Eso no debe perderse nunca con excusas que pueden sonar peregrinas. Por cierto, otro de los mantras es el de los descamisados. Puede haber alguno, pero es difícil encontrarlos, tanto en el Centro como en el real. El alcalde pidió que no se lanzaran bulos y precisamente fue él el que lanzó uno de manera involuntaria cuando dijo que no hubiera visitantes descamisados, cuando eso no responde a la realidad. No hay que fustigarse de manera innecesaria. Decía que una de las razones del éxito era el traslado de buenos restaurantes, pero no hay que olvidar que la eclosión total se ha producido porque todos los bares de copas y discotecas de renombre de Málaga se han trasladado al real. Su ambiente ha sido espectacular gracias a que ponían la música puntera que ahora triunfa entre los jóvenes, que no hay que olvidar que son la base del éxito de una feria. A todo el mundo no le gustan las sevillanas o el flamenquito, ni por tanto hay por qué imponerlo. Son éstos los que pueden aguantar el tirón de estar día tras día disfrutando de la feria.
Publicidad
Cortijo de Torres ha conseguido algo que parecía inverosímil, que no es otra cosa que el 'tardeo' para los más maduritos con ganas de marcha. Es normal si se tiene en cuenta que allí no se les corta el rollo a las seis de la tarde y que pueden disfrutar cómodamente después de la comida de una gran tarde y, por qué no decirlo, de empalmar con la noche. Por eso hay que reconocer que la feria del real ha sido simplemente espectacular, con un gran ambiente, donde todo el mundo tenía cabida por su gran variedad de ofertas y donde no se han producido situaciones de gravedad. Falta resolver el problema del transporte público de madrugada, donde se debería ser más flexibles y permitir que taxis de otras localidades cercanas acudan al real a recoger pasajeros. El pueblo es soberano y ha dictado sentencia. Ha apostado por el real de una manera diáfana y eso hay que respetarlo siempre. ¡Larga vida a la feria!
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.