Feria de Málaga 2024, primer acto: el Centro está muy vivo

Fuera es de día, el mes de agosto llena de claridad intensa a la ciudad y las calles del Centro están repletas de personas que se reencuentran en estas fechas. Hay mujeres vestidas de faralaes. El olor a perfume y a limpio embriaga y eleva los ánimos. Otra vez ha pasado un año. Lo que comienza hoy se romperá como una figura de polvo dentro de una semana y luego de nuevo cuenta atrás. Doce meses. Han cerrado tiendas, otras han abierto. Relaciones se han roto, otras se han iniciado. Si la vida es un ciclo en el que se repiten cosas, este sábado está siendo de nuevo el inicio de algo esperado con mucha ganas por la gran mayoría de los malagueños. Ya está aquí. Desde las 12:00 horas si se atiende a la oficialidad, empezó la Feria de Málaga 2024 en el Centro. Quien más, quien menos encuentra en ella un fragmento de su vida.

Los nuevos se empezaron a escribir con muchas ganas. La virtud del primer día es el de las pilas cargadas. Cuando se sabe como se empieza, pero aún hay fuerza para no fijar de antemano como se acaba. Probablemente, muchos que ahora se han estrenado en el Centro lo harán más tarde en el Real Cortijo de Torres, donde luego está previsto el pregón de El Kanka y el encendido de luces.

La feria, en esto no hay novedades, va a latir de nuevo en ambas ubicaciones. Está por ver cómo se comportan los flujos. La intuición dice que el Real Cortijo se seguirá consolidando como escenario principal. El reloj de arena para el Centro vuelve a tener poca carga y marcará el fin de la diversión a las seis de la tarde.

Pero ahora apenas es la una y las seis aún quedan lejos. «La Feria de Málaga es única. El ambiente, el folclore, la hospitalidad», dice José Antonio Sánchez. Tiene 32 años y explica que es de Tarrasa. Ha aprovechado su visita a familiares en un pueblo de Granada para venir a la feria. No sería la primera vez y tampoco es el único que viene de fuera. Da un sorbo a la bebida típica de la feria que se sirve en vasitos de color rosa y que responde al nombre de Cartojal. El sol calienta, pero no achicharra. «Entra muy bien», señala mientras que deja caer su mirada sobre la plaza de la Constitución, donde la cerveza San Miguel ha montado otro año una gran carpa. ¿Sabrá que el entra bien tiene trampa? Tampoco sería la primera limpieza de estomago que se hace en estas fechas.

Suenan versiones cantadas en directo de Cecilia o el Junco, que sirve para hacerse una idea de cuál es aquí el hilo musical. Hombres y mujeres bailan. Muchos vestidos ceñidos al cuerpo generan una agradable estampa. Hay una cercanía que aún no produce malestar. Llegan los primeros abrazos. Los toldos en la Plaza de la Constitución se estiran en un color verdoso y salpicados con biznagas. Entre medias, muchos farolillos en ristra como un collar de perlas. Porque de esto también trata la Feria de Málaga. Música, tradición, junteras agradables, comer y beber. Un éxtasis de seis días compuesto por colores, ruido y alegría. Las terrazas de los bares y restaurantes están muy concurridas.

La calle Larios es otra de las afluencias que a primera hora de la tarde está muy llena. Hay pandas de verdiales y con cada arranque se disparan los móviles. El folclore tiene en los turistas el mismo efecto que un animal mitológico. En el primer recorrido, la sensación y las consultas realizadas por este periódico evidencian un gran número de asistentes a la feria que proceden de otras ciudades. David, un joven de Guadarrama, es un ejemplo de muchos. «El año pasado ya vine y me gustó. Así que he decidido repetir», señala.

No son las dos y ya se le nota contento. «Luego tiraré para La Fábrica, que se pone muy bien», señala. Y se reafirma en que acabará en el Real Cortijo de Torres. Lo dicho al principio: la virtud del primer día.

Aunque por parte del Ayuntamiento se quiere resaltar el folclore y se ha apelado a cierto decoro en la vestimenta, cabe resaltar que la feria del Centro sigue siendo un enorme imán para despedidas de solteros. Las hay en abundancia. En la camiseta de un novio se puede leer «Doctor Masajito». Las hay también de mejor gusto, como la de un grupo de amigas que llegaron este viernes a Murcia con el plan de tener 48 horas frenéticas. Miriam, la novia que fue secuestrada cuando se dirigía a su trabajo, luce un vestido blanco con lunares negros.

Los placeres de la casualidad los experimenta otro grupo. En este caso, el que forman Omar, Alejandro y Marco. Los tres son de Ciudad de México. Llegaron esta mañana a Málaga porque el lunes tienen una despedida de solteros programada en Ibiza. «Llegamos a Málaga porque nos salía más barato el vuelo para Ibiza desde aquí. Al llegar al hotel (Ibis Centro) nos enteramos de que son las fiestas populares», explica Marco mientras saborea su segunda botella de 75 centilitros.

Ante el aviso de peligrosidad, un ligero gesto de desdén. «Somos mexicanos», precisa por si aún no hubiera quedado claro. La pregunta que surge es lógica: si siguen a este ritmo, ¿cómo acabarán los hijos del mezcal? Surge la idea de intercambiar los números para hacer un seguimiento.

En la parte de los accesos al Centro, cabe resaltar que, por ahora, no ha habido incidencias reseñables. Tanto los autobuses de la EMT como el metro demuestran su efectividad como mejor medio para llegar al meollo de la fiesta.

El día avanza pero las ganas de fiesta no menguan. La temperatura se muestra con cierta bondad y la tarde discurre entre los 26 y 28 grados. Aunque la humedad en Málaga siempre es un factor que distorsiona. El abanico o algún sucedáneo se convierte en un complemento casi obligado. Si la plaza de la Constitución es el corazón, los vasos comunicantes están en la plaza de las Flores, en la del Obispo y en la de San Pedro Alcántara. Todas muy bien ambientadas con música variada. La afluencia en la plaza del Obispo es notable, aunque cuenta con el inconveniente de que apenas hay maneras para escapar del sol. El Ayuntamiento, un año más, se ha mostrado inflexible con el horario para cortar la música: seis de la tarde. Bautizado por algunos como «horario ‘cortarollos’, el Consistorio lo justifica en la necesidad de proceder a la limpieza.

Sobre las siete de la tarde, con el Centro más despejado que a primera hora, entran los operarios de Limasam. Quedan muchas ganas de fiesta que hay que canalizar. Los hay que optan por seguir en el Centro. La Fábrica cotiza alto. Otros se ponen en fila para esperar algún bus de la EMT que vaya al Real de Cortijo de Torres. Cabe destacar el buen funcionamiento del transporte público. Al menos en el Centro, se absorben bien los flujos y los tiempos de espera de la EMT no se exceden, a pesar de las largas colas que se forman.

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