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«Cerramos domingo y lunes por descanso del personal». Este mensaje, acompañado de una divertidas sombrillas y otros motivos playeros era publicado ayer por la mañana por El Carmen Bar, uno de los locales de la plaza de la Merced. Como este lugar, algunos otros decidieron ayer sumarse a la política de dar por concluida la Feria de Málaga 2018 el sábado por la noche; e ignorar, por tanto, que el calendario había brindado este año una jornada extra a las fiestas.
Quizá en muchos de estos sitios no estaban del todo seguros de si los malagueños entrarían en la dinámica de salir un domingo a pesar de que hoy era fiesta; y no anduvieron muy desencaminados. El centro sumó ayer el día con menos asistencia –con diferencia– de toda la semana, y eso que tanto el primer domingo como el lunes no se pasó de la media entrada.
Sí estuvieron algo más animadas las calles a primera hora. El entorno de Larios, la plaza de la Constitución y las vías aledañas volvieron un día más a concentrar todo el ambiente tradicional protagonizado por las maragatas, las pandas de verdiales, las charangas, los coros y todo conjunto castizo que se precie. Esta vez era menos la gente que bailaba entre las calles; y los turistas llamaban algo más la atención que otros días porque en esta zona se hace aún más evidente quién es de fuera y quién no.
En estas primeras horas volvió a triunfar, junto a la plaza de la Constitución, la caseta de la Asociación Centro Histórico de Málaga, situada en el Colegio número 1, también llamada 'Los amigos de Pedro'. Concha, su propietaria, explicó ayer a SUR que estaba «muy contenta» con el ambiente que se había creado en toda la semana, y que también se ha acompañado de una facturación mejor que en otros años. «Eso sí», decía, «esperemos que la gente quiera comer el año que viene llegue un poquito antes, que cada día nos venían mogollones en torno a las 17.00 horas. A veces esto provocaba algo de 'tráfico'», relataba.
Si esta semana ha destacado por ser una feria tranquila y sin grandes aglomeraciones, la jornada de ayer fue un paradigma de todo esto. Los restaurantes exhibían un ambiente familiar incluso con algunas mesas vacías, aunque no por ello se perdió el ambiente de feria. Aunque ya se había teorizado en estas líneas con la evidencia de un menor público que gastaba más, el balance de feria de ayer reconfirmó esta idea. El portavoz de los hosteleros del centro, Javier Frutos, comentaba ayer con alegría que el ambiente laboral en los locales –de todo tipo– había sido excelente. Así, se han perdido –afortunadamente– esas escenas de calles masificadas, descamisados, de demasiada gente con demasiado alcohol en sangre, y de las calles totalmente asquerosas.
El segundo turno de feriantes, ese que ha venido llegando después de comer, se retrasó ayer más de lo normal. A las 17 horas no había mucho movimiento en las calles, pero a medida que iba pasando la tarde la gente empezó a llegar para disfrutar de esta última jornada de feria, que se cerrará hoy con la tradicional cabalgata que conmemora la conquista de Málaga por parte de los Reyes Católicos.
Así, las plazas como la Mitjana se fueron poco a poco repoblando de feriantes para terminar de darlo todo tras una intensa semana. Los bares de copas triunfaron ayer por la tarde, y ya entrando la noche habían terminado por ratificar su éxito. Uno de los principales empresarios de hostelería nocturna en Málaga, Juan Rambla, afirmaba a este periódico por la tarde que esperaban tener una noche «de récord» en el número de asistentes.
En esta materia, el ambiente en estos locales durante toda la semana ha sido espectacular. Las conversaciones con los feriantes a lo largo de la semana coincidían en que la feria del centro es algo más que las escenas tradicionales y habituales de las primeras horas. Muchos malagueños 'aterrizan' en el centro a las 17 o a las 18 horas, por lo que una vez que la música se apaga en las calles, la fiesta continúa. El propio Juan Rambla afirmaba que en cuanto al ambiente, la Feria de Málaga ha sido la mejor que recuerda. «No ha habido peleas, ni problemas», afirmó. Los sitios de moda han vuelto a pasar por los locales más cercanos a la plaza Uncibay y a la Mitjana en términos generales; las discotecas gays como el Oranch y La Comedia, o espacios alternativos como el Desastre Club. Al cierre de esta edición parecía que la feria del centro, tras un comienzo algo más relajado de lo normal, quería despedirse por todo lo alto como si fuera una noche de sábado de verano cualquiera.
Se cierra así por tanto una edición que quizá haya supuesto un punto de inflexión. La tendencia de huir del mogollón se ha consolidado sin que el centro haya perdido la esencia primitiva. Quizá no sea lo que fue en los años 80, pero estamos seguros de que en su momento también se criticaban otras cosas. Y por si fuera poco, este año nos ha dejado un día más. Domingo de despedida y cierre.
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