Málaga cierra una feria que consolida definitivamente el real frente al Centro

La edición de esta feria partía de una realidad inédita. Nunca antes hubo un parón de dos años. Tiempo suficiente para planificar todo al mínimo detalle y para ver si los cambios introducidos por el Ayuntamiento podían influir en los patrones de conducta. Uno de los más notorios fue el traslado del pregón, que pronunció María Peláe, al Cortijo de Torres. A la postre, el primer paso que sirvió para catapultar el real a otra dimensión. Hubo en ello un mensaje implícito: si el pregón se realiza en el real, aquí es donde late el corazón de la feria.

Porras reconoce que esa intención simbólica fundamentó el cambio de ubicación. También alude a la voluntad de preservar la limpieza en las playa de La Malagueta, convertida, en otras ediciones, en un campo de batalla. Porras huye de establecer una dicotomía entre el real y la feria en el Centro, pero la conversación deja mensajes velados. «Llevar el pregón al real ha sido un acierto», reitera. Ante la pregunta de si se mantendrá así el año que viene, responde sin dudar. «Yo tengo clarísimo que seguirá así».

En su balance particular, celebra otro aspecto de una feria que se ha cerrado sin incidentes graves gracias al gran despliegue de la Policía Local, Policía Nacional y Guardia Civil: el cerco al botellón que se habría logrado este año. «Hemos conseguido que desaparezca el botellón. En el Centro se ha visto un ambiente de color, espontáneo, de coros, de verdiales, de gente vestida de gitanas y de faralaes», subraya. El principal problema en esta feria se generó en los primeros días por los problemas de movilidad para acceder a los autobuses de la EMT y la escasez de taxis a pesar de que estaba toda la flota en la calle.

Para ver esta feria con perspectiva, ayudan los datos que facilitó este domingo el Ayuntamiento de Málaga. Las sensaciones son subjetivas, pero los números no engañan. Las cifras sobre la actividad de Limasam reflejan el auge que ha vivido el real en esta feria. La comparación debe hacer referencia a la de 2018, ya que la feria de 2019 fue la de la insólita edición de los diez días.

En 2018, los operarios de limpieza recogieron un total de 314.774 kilos de basura en el real. En esta feria, la cantidad ha ascendido hasta los 363.182 kilos. El agua potable empleada en el real fue de más de un millón de litros en 2018. En esta edición, han sido 1,4 millones de litros. El aumento es de un 45,63% por ciento. Para dejar impoluto el real, los operarios de Limasam utilizaron en 2018 un total de 522 litros de desinfectante. En esta edición, se han requerido 735, un aumento del 40,81 por ciento.

Si hay que buscar una visión privilegiada para trazar una comparativa fundamentada entre ambos escenarios, la de Elena Cobos es una de ellas. Cobos es la consejera delegada de El Pimpi, una de las empresas hosteleras más importantes de la provincia. El Pimpi ha funcionado en su ubicación habitual del Centro y con una caseta en el Cortijo de Torres. Cobos habla de «un despegue del real». «Tanto en número de personas como en cuestión de ventas, ha sido un récord histórico. Toda la gente que ha querido disfrutar de un ambiente de feria sano ha estado en el real. Yo conozco el pulso de los dos y puedo decir que en el Centro ha estado la gente de fuera y en el real los malagueños».

El real contaba en esta feria con 121 casetas. Si se contempla una por una, cada caseta representa una ficha de dominó que se precisa para determinar si el resultado final del juego se completa con éxito o no. Manuel Curtido es el presidente de la Federación de Peñas de Málaga. De las 121 casetas, 44 han sido regentadas por peñistas. Para Curtido, la «calidad en el montaje» de las casetas en esta edición ha marcado la diferencia. Destaca, sobre todo, el confort del aire acondicionado como factor clave para generar una sensación de bienestar en el real que contrasta con el calor de la calle. «Cuesta mucho dinero poner el aire, pero merece la pena. Las casetas en el real han estado muy bien y eso, sumado a que había muchísimas ganas de feria, nos ha dejado un ambiente muy bueno». Resalta también la mejora en el detalle de la indumentaria: «Apenas se han visto descamisados. Muchas mujeres vestidas de faralaes, muchos caballos. En definitiva, un ambiente fantástico».

Hasta ahora, la feria en el Centro también había sido una ecuación de éxito para la hostelería en Málaga. Junto a la Semana Santa, constituye el evento que más caja genera. ¿El tirón del real se ha traducido en una merma para los hosteleros del Centro? Javier Frutos, presidente de Mahos, habla de una facturación buena, pero que no llega a la de la última feria. «Estamos a la espera de nuestro balance, pero lo normal es que estemos por debajo. A efectos de ambiente, la feria ha sido buena en el Centro. El botellón se ha podido arrinconar bastante», explica. Frutos reconoce que este año el real ha sido un imán, pero, acto seguido, reivindica que «el principal atractivo de la Feria de Málaga es el Centro». Cree que el Ayuntamiento no está explotando el potencial que tiene. «El cortar la música a las seis de la tarde se queda corto. Una hora más ya ayudaría bastante», reclama.

Juan Rambla es otro malagueño con muchas ferias a sus espaldas y gerente de varios establecimientos de ocio nocturno en Málaga. «La feria en el real ha sido un triunfo. Las casetas han funcionado muy bien», dice el también el presidente de Andalucía de Noche, patronal del sector del ocio nocturno. Lo vivido este año, señala Rambla, es la consecuencia de una estrategia del Ayuntamiento que buscaría «arrinconar la feria del Centro» y que él considera un «error». «El problema es que la oferta para la feria del centro ha desaparecido. El centro se ha quedado sin sus casetas más señeras y sin música en las plazas, prácticamente. No se han decorado las calles y ni siquiera se han permitido los barriles de Cartojal en la calle Larios. Si no ofrecemos nada en el centro, la gente no va, eso está claro».

En este sentido, lanza una advertencia y pide a los responsables municipales trabajar de manera conjunta para diseñar un modelo de feria en el Centro que satisfaga a todas las partes: «El Cortijo de Torres, aunque digan que es el recinto ferial más grande de Andalucía, no tiene capacidad para asumir a toda la gente que viene a la feria», señala.

Rambla también se muestra abierto a discutir un posible traslado de la feria a otras fechas. Damián Caneda, en su etapa de concejal de Cultura, abrió el debate para retrasar la feria a septiembre. Rambla estima que septiembre no sería la fecha ideal. Cree que el inicio de los colegios y la vuelta de vacaciones, en las que se incrementa el gasto, lo desaconsejan. «En agosto, Málaga está llena de por sí. Octubre sería un muy buen mes», expresa al respecto.

En el Ayuntamiento, sin embargo, no hay intención de reabrir este debate. Así lo zanja Porras. «El motivo de nuestra feria es el 19 de agosto. ¿Cómo la vamos a poner en otra fecha?».