Los suministros se amontonan a la espera de que los coloquen en las casetas. Migue Fernández

Del almacén a la caseta: así se abastece la feria

Las empresas de distribución viven días intensos para suministrar alimentos y bebidas, que en estos días se consumen en ingentes cantidades

Alberto Fiz

Domingo, 14 de agosto 2022, 00:14

El consumo de alimentos y bebidas es ingente durante cada día de la Feria de Málaga. Detrás de cada cerveza, de cada copa de vino o de cada plato de jamón o queso hay un trabajo ocultó que apenas se ve pero que es fundamental ... para que no falten los suministros. Es la labor que desarrollan las empresas y los operarios de distribución para llevar las mercancías desde los almacenes en los polígonos hasta la última caseta y establecimiento de restauración. Una intendencia que debe hacerse en tiempo récord porque se tiene que reponer todo lo que se vaya a consumir en el día. Una batalla a la carrera donde cada segundo perdido es dinero malgastado. Y es que el horario de distribución es muy estricto: antes de las 11 de la mañana en el Centro y a las 12 en el real, las entregas deben estar concluidas. Todo ello con la vista puesta en que no haya desabastecimiento y malagueños y visitantes disfruten al máximo de la feria.

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Salir del almacén, recorrer la ciudad hasta el destino y descargar el camión. Mucho trabajo que hacer en solo un par de horas ya que el permiso que tienen para estacionar los vehículos en los espacios de carga y descarga es muy limitado, solo de 7 a 11 en el Centro y de 8 a 12 en el real. El volumen de movimiento de cargas es grande. En el Centro el reparto es muy complicado. Hay muchos establecimientos a los que abastecer y las plazas de carga y descarga son limitadas. No hay espacio en algunas ocasiones como para poder aparcar correctamente. A veces los trabajadores se ven obligados a descargar a algunas decenas de metros de distancia de los locales y transportar la mercancía en carretilla. Esto es duro para los transportistas, tienen que ir cargando distancias medias con carretillas de gran pesaje lo que les ralentiza. Cada minuto es oro en este oficio, sobrepasar los tiempos de descarga puede acarrear cuantiosas multas.

Los repartidores son esos trabajadores silenciosos que se despiertan cada día de la feria cuando casi nadie se ha recogido de la noche anterior. Los horarios empiezan sobre las seis de la mañana. Para que todos los camiones puedan salir a su hora todo tiene que estar listo antes. Toneladas de mercancía en disposición de ser enviadas a su destino cada día. Así es durante el año, pero aquí se habla de la semana de feria donde el consumo se dispara. Las plantillas están a pleno rendimiento porque no hay margen de error, todos los vehículos salen a la calle y se trabaja a destajo para que cada malagueño pueda tomarse su copa de Cartojal a lo largo de la feria.

En Málaga hay dos escenarios bien diferenciados: el Centro y el real. Cada uno de ellos tiene una idiosincrasia particular y específica. La distribución en el corazón de la ciudad es más complicada, la extensión es mayor y los espacios que tienen los camiones para estacionar son limitados. Cuando llega la semana especial de Málaga todos los vehículos van a los mismos sitios y se estorban unos a otros. Pasear por el Centro durante estos días a primera hora de la mañana ofrece la imagen de pocos turistas y a rebosar de operarios. Camiones para arriba y para abajo y el continuo traqueteo de las carretillas cargadas al máximo de latas, botellas, congelados y demás mercancías. Todo ello aderezado con las caras de estrés de los trabajadores que temen no tener tiempo suficiente como para cumplir con los horarios marcados. Uno de los puntos álgidos es la calle Molina Lario, donde se forma una caravana de vehículos de carga y descarga que se asemeja a un atasco en hora punta.

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Para las empresas distribuidoras el trabajo en el Centro es más seguro. Conocen a todos los clientes porque son los mismos de todo el año, con la única diferencia de que ahora demandan más cantidad de suministros. Además cada año se reduce el número de casetas autorizadas por el Ayuntamiento. Por lo tanto la presencia de nuevos compradores en la zona es mínima.

Por otro lado, en el real cambia todo. No existen los mismos problemas de espacio y es mucho más cómodo para los trabajadores buscar un sitio en el que aparcar y descargar, aunque siguen teniendo una limitación de horario muy estricta de ocho a doce de la mañana. La normativa está preparada para evitar que coincidan los camiones con la gente mientras dura la fiesta, procurando evitar en la medida de lo posible que ocurran accidentes. Dependiendo de la zona a la que vayan la hora será una u otra, por ejemplo en la explanada de la juventud donde la gente alarga más la fiesta. Los vehículos tienen que acabar puntualmente su trabajo porque deben dejar el tiempo suficiente para que los servicios de limpieza recojan todos los desperdicios de la noche.

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Durante años el volumen económico que se producía tanto en el centro como en el real era parejo. Pero eso ya ha quedado atrás, actualmente la cantidad que se consume en el recinto ferial es muy superior. Antes se les conocía como la feria de día y la de noche, pero eso ha perdido un poco el sentido. Cada vez hay más ambiente en Cortijo de Torres, donde la celebración empieza antes y se prolonga hasta altas horas de la madrugada.

La situación ha cambiado mucho para las empresas distribuidoras desde la última feria. Salvador Pérez es el presidente de la Asociación de Distribuidores de Málaga y explica que la inflación ha provocado el ascenso de los precios de todo, lo que está provocando la reducción del margen de beneficios. El coste de la distribución se ha disparado alrededor de un 50% y los ingresos no han aumentado tanto. Los salarios, las dietas y los uniformes «han subido mucho», según destaca Pérez. Su empresa, Perymuz, tiene más de cien vehículos que salen a la calle cada día de la feria, con el coste en carburante que eso conlleva. «Antes compraba el tanque de gasolina a 0,40 o 0,45 euros pero ahora ha subido hasta 1,80 o 1,90 euros y las cuentas no salen», se lamenta. La crisis energética ha recortado un margen que ya es tan fino que parece inexistente. «Un camión que solía comprar por unos 35.000 euros ahora me tengo que gastar más del doble», expone este empresario. Además en el caso de los automóviles hay que tener en cuenta el condicionante de la crisis de los semiconductores, «las furgonetas que compré en octubre de 2021 no me las han enviado hasta ahora».

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Planificación perfecta

La organización es fundamental para el correcto desempeño del suministro. Un solo error puede costarle cientos de euros a la empresa. La subida de los precios ha reducido notoriamente los beneficios, lo que provoca que la planificación tenga que ser lo más exacta posible. Actualmente el sector de las compañías de transporte de mercancías se ha complicado, una de cada cinco empresas se ha visto abocada al cierre en los últimos años según los datos de la Asociación de Distribuidores

Los camiones van hasta arriba de bebidas para mitigar los rigores del calor. Por eso no es nada sorprendente que los productos más vendidos sean para beber. El Cartojal refresca el gaznate y te emborracha silenciosamente casi sin que te percates de ello. Pero no es el único producto estrella. Lo más vendido siempre ha sido la cerveza, los refrescos y el agua. Las botellas de las diferentes marcas de aguas minerales son las más demandadas porque no todo es beber alcohol.

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