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Nacho Carmona
Málaga
Sábado, 12 de agosto 2023, 22:28
Si no el que más, Alberto Díaz es uno de los malagueños del año. A sus 29 años ha firmado como capitán del Unicaja una primavera deportiva de mucha altura, con la Copa del Rey en la mochila y el premio extra de dar el pistoletazo de salida, como pregonero, a una nueva edición de la Feria de Málaga. Un pregón que lució fresco, joven, sano y malagueño, como él. Fue un viaje a través de su vida y del tiempo, echó una mirada a aquellos años en los que era necesario negociar con papá y mamá para poder ganarle alguna hora al reloj y lanzó un mensaje de unión y respeto, tiñendo todo de verdimorado, como la bandera de la ciudad y los colores del Unicaja. «De nosotros depende vivir de verdad o pasar de puntillas», predicó el deportista entre aplausos y vítores.
Tímido –como él dice– simpático y amable, confesó no poder decir 'no' a pregonar su feria. Se mostró orgulloso e incrédulo de saber que su nombre estará en esta selecta lista para siempre. «Sólo con mirar las personas tan increíbles que han pasado por aquí a lo largo de los años ya se me eriza la piel», comentó acerca de la nómina de exaltadores de la feria, donde se encuentran 'boquerones' muy ilustres –de nacimiento o adopción– de ocupaciones y orígenes diferentes.
Díaz ya es, tras el malagueño Nacho Rodríguez, también jugador de baloncesto, y el canario ex del Málaga Sandro Sierra, el tercer deportista de élite de la lista. Él, malagueño de nacimiento pese a sus rasgos de 'guiri'. Bromeó con ello y puso el dedo en el mapa sentimental, recorriendo los lugares que le vieron crecer: «En el barrio de San Carlos y cerca de Los Guindos, por el colegio Rosario Moreno o en el instituto Litoral, se crió un chico pelirrojo que, aunque no lo parezca, es malagueño y no escocés, como muchos piensan».
Con la intención de situarse y ubicar a los asistentes, hizo un pequeño alto en el camino para viajar a épocas pasadas, en busca de la raíces para entender quienes somos: «Fenicios, griegos, púnicos, romanos, germánicos, bizantinos, árabes, cristianos... andaluces y malagueños. Hay matices de todos ellos en nuestro ADN, en nuestra identidad, en nuestra forma de ser. Y creo que este carácter abierto, acogedor, amable y simpático no es casualidad y viene de lejos, de la mezcla de todas esas culturas que han formado al malagueño».
Además, se sumergió otra vez el camino que aquellos adolescentes han tenido que andar para arañar alguna hora al reloj, con dedicatoria especial para sus amigos y para sus padres, que seguro saben de lo que habla. «Tras intensas negociaciones con mis padres, convencer a mi padre era tarea imposible. Había que tirar de estrategia y alistar a la causa a mi madre, que hacía el trabajo de mediadora. Gracias mamá», rememoró el base con un evidente tono de humor, dejando claro que la estrategia es a veces necesaria más allá de la cancha. Y volvió a mirar a su 'yo' del pasado: «Visitar la feria era sumergirme en un vendaval de sensaciones, los sentidos se despertaban, y sabías desde por la mañana temprano, que ese día sería diferente, que no sería un día más del verano: era un día de feria».
Su pregón fue también un altavoz para la reflexión y un llamamiento a la unión, sin importar lo más mínimo la condición de cada uno. «En el mundo actual vemos cómo todo se hace más y más complejo, vemos que hay cada vez menos diálogo y más imposición de ideas. Se escucha poco y se habla, a veces, demasiado. Hay cada vez menos puntos de encuentro y de acuerdo, y más polarización, un paso atrás que hace que las personas, en el momento de la historia de mayor conectividad, estemos en muchas ocasiones cada vez más solas y separadas de los nuestros», afirmo el capitán del Unicaja.
Díaz no tardó en entender que la feria «no era sólo una fiesta, también un método de expresión, igual que lo sentí cuando empecé a practicar deporte». Y siguió: «No es casualidad que en Málaga haya tanta pasión por el deporte, sus valores y los de la ciudad, son compartidos». Recordó también un episodio cuando empezó a ser convocado por la sub-18, coincidiendo con la feria y el entonces pregón de Dani Rovira, que al igual que él estudió en el Rosario Moreno: «Los recuerdos de aquellos años siguen viniendo a mi cabeza. Vinieron las primeras concentraciones con las categorías inferiores de la selección. Había años en los que la feria coincidía con viajes. Recuerdo con 18 años estar en un Campeonato de Europa en Lituania, y buscar wi-fi como loco para ver el pregón de Dani Rovira. Si Alberto no iba a la feria, la feria iba a Alberto. Ser malagueño se lleva dentro y se contagia, y la feria también».
Para concluir, turno de agradecimientos. Al alcalde, por contar con él, y a los cuerpos y fuerzas de seguridad, las instituciones, los hosteleros y los feriantes por hacerlo posible. Además, lanzó un beso al cielo en recuerdo de tres figuras del baloncesto malagueño como Alfonso Queipo de Llano, Javier Imbroda y Martín Urbano. Mucho sentimiento de pertenencia y una petición de disfrute pusieron el punto y final a su pregón: «Recordemos lo que hemos vivido, y decidamos vivir con pasión estos días y todos los que vendrán. ¡Málaga! ¡Mi Málaga! Mi gente... mi vida. Está en nuestra mano vivir como aquí sabemos. Disfrutad cada momento, nunca sabemos cuándo nos puede cambiar la vida a mejor. ¡Vivan los malagueños! ¡Viva Málaga! ¡Y viva la feria!».
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