

Secciones
Servicios
Destacamos
Francisco Gutiérrez
Miércoles, 19 de agosto 2015, 20:13
Málaga siempre ha sido una ciudad acogedora. Muy hospitalaria, reza en su escudo. Y así lo ha demostrado una vez más, en el día grande de sus fiestas de agosto, cuando se conmemora la toma de la ciudad por los Reyes Católicos, tal día como el de ayer hace 528 años. Por la misma calle por la que entraron a la ciudad las tropas capitaneadas por Fernando el Católico durante unos años se llamó calle Real suben centenares de turistas. Se paran por los bares, se asoman al Pimpi y circulan de la calle Granada a Alcazabilla por la plaza de la Judería. Es la hora tonta, porque a las doce del mediodía lo mismo encuentras a familias desayunando café con churros en Casa Aranda que a otros tomando ya cerveza y tapas.
La ciudad despertó con miles de turistas por sus calles. De hecho, llegaron con la ciudad todavía de resaca, entre las siete y las ocho de la mañana. Un grupo de jóvenes italianos regresaba al mediodía al puerto. «Hemos desayunado por el centro, todo muy bien, muy bonita, la gente muy simpática», señalaron. En la entrada principal les esperaban los autobuses que les llevarían hasta el muelle de Levante, donde estaba el Costa Mágica, que salió a las 13 horas con destino a un puerto italiano. «Viendo la ciudad tan bonita es una pena que nos vayamos tan pronto», dijo una chica, también italiana. Con el pasaje de los otros dos cruceros que llegaron ayer mañana sumaban casi seis mil personas.
Muchos de ellos pasaron delante del puesto de Francisco Cara, un nonagenario que vende abanicos y castañuelas en un puesto que monta siempre que llegan cruceros, pero que ayer al mediodía, aseguró, sólo había vendido cuatro abanicos.
Si los malagueños aprovecharon el día festivo de ayer para acudir al Centro algo más descansados, las calles lucieron una gran animación desde primeras horas gracias a estos centenares de visitantes. Varios grupos coincidieron en la plaza del Obispo. El guía de Costa Cruceros explicó que visitaron la Alcazaba, la Catedral (el exterior), el Teatro Romano y Gibralfaro. Explicó que, aunque llegaron temprano, por calle Larios ya había música y charangas, y los cruceristas se llevaron «una grata impresión» de la ciudad. En otro grupo, James Cathiy, de Los Ángeles, su esposa y otra pareja habían llegado en el Seven Seas Mariner. Se mostró «sorprendido» por la arquitectura de la ciudad y se disponían a hacer un alto en El Pimpi para reponer fuerzas. De Málaga se llevarían «algún recuerdo», porque, siendo festivo, había pocas tiendas abiertas.
Si estos grupos vivieron la feria sólo por unas horas, otros muchos llegaban para disfrutarla a tope. Es el caso de un grupo de amigos de Alicante, cuatro chicas, María, María Jesús, Andrea y Paula, y Alberto. Se disponían a entrar en un hotel de la calle Sánchez Pastor. Les cuesta 130 euros por persona, tres noches. Lo reservaron hace un mes y llegan dispuestos a pasarlo bien. «Es la primera vez que venimos, pero hemos visto que es una de las mejores ferias de España», decían.
Otro grupo de amigos ha llegado de Madrid. Son tres y van acompañados de una chica malagueña. Son casi las seis de la tarde y preguntan por Casa Aranda para tomar un café. «Y después, dónde vais? ¡Al Real, por supuesto!», contestan.
Por la calle Compañía una pareja de franceses acaba de sortear la muchedumbre de la plaza de la Constitución. Aún asombrados por lo visto, dicen que están de turismo por Andalucía y pasarán en Málaga un par de días. Martin y Perrine se alojan en un pequeño hotel frente a la Iglesia de Los Mártires.
La música en la calle la ponían ayer las pandas Isabel Portillo, de Mangas Verdes, y San Lorenzo, de Valle de Addalajís. En la plaza de los Mártires tocaba la de los Baños del Carmen, que no está federada pero lleva ocho años en el Centro. En la plaza de las Flores no cabía ni un alfiler: la Free Soul Band se encargaba de caldear el ambiente. El soul y rock internacional de esta mítica banda contrastaba con el pop rock nacional que este año anima en el otro extremo del Centro, en la plaza del Obispo. Los locales se han puesto de acuerdo para contratar a los Mister Proper, y los resultados, según indicó Damián Caneda Domingo, gerente de Cheers, son espectaculares: «El ambiente es buenísimo, la gente lo pasa de escándalo, están muy animados con esta música española de los ochenta», decía mientras sonaba, coreado por la multitud, el ¿A quién le importa?, de Alaska y Dinarama.
Cerca ya de la hora límite, en la calle Larios la charanga Los Merchana parecía anunciar el fin de fiesta con el clásico Paquito el chocolatero. Los camiones de Limasa asomaban por la calle Martínez, pero les resultaría difícil poner el punto final a las ganas de diversión en un miércoles festivo.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.