La noche electoral pasó como un tsunami por la sede de IU, donde la confluencia Con Málaga, que sumó a última hora a Podemos, perdió un concejal en el camino, de tres a dos. La edil que se cayó en esta debacle para la izquierda ... es Remedios Ramos, actual concejala en el Ayuntamiento de Málaga, que hace un mes y medio era la cabeza de cartel de Por Andalucía Málaga. La unión de los dos partidos a última hora la excluyó de los dos primeros puestos, a favor de Toni Morillas (directora del Instituto de la Mujer del Gobierno, IU) y Nicolás Sguiglia (Podemos), que había escalado del tercer al primer puesto en el Ayuntamiento, portavoz de UP. Las aguas revueltas han pillado a Ramos de por medio y ahora se despide de la Casona. La historia se repite: le pasó lo mismo en 2019, que fue la cuarta y no obtuvo acta de concejal, para que la candidatura la liderara Eduardo Zorrilla.
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–¿Cómo valora los resultados de su partido?
–Hemos perdido un concejal. La valoración no pude ser positiva.
–¿Ha tenido que ver el pacto de última hora entre IU y Podemos?
–Sí. La gente no lo ha entendido, y lo digo porque así me lo ha manifestado mucha gente; quiero ser honesta. Ya había una confluencia, con un nombre y con unos candidatos (Por Andalucía), y de repente hemos cambiado de nombre y de candidatos a un mes y medio de las elecciones. Era una operación muy arriesgada.
–¿Se han dado ustedes un tiro en el pie?
–No se sabe en realidad que hubiera podido pasar, pero sí que había una unión de unos partidos, con un rodaje, con caras conocidas y con una precampaña. Eso se ha desechado para confluir a última hora con Podemos.
–¿Ha hecho campaña de tripas corazón cuando usted era la damnificada?
–Yo lo he asumido porque así lo decidió mi partido a nivel nacional. Soy una militante disciplinada. Me he volcado en la campaña al mil por cien, incluso con el pie roto, 24 horas mañana y tarde. Mis compañeros y los medios de comunicación lo saben.
–¿Se sintió usted excluida cuando vino Yolanda Díaz y salió al escenario con otros candidatos que no eran usted?
–No me sentí excluida porque yo fui a hablar con ella nada más que llegó. Se produjo una puesta en escena y yo, con el pie escayolado, no podía ir con la comitiva.
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–¿Le duele dejar de ser concejala?
–El dolor es más político que personal. Me duele por lo que significa para la izquierda y para Málaga y para las personas que han confiado en la izquierda porque yo donde quiera que estoy doy lo mejor de mí. Soy una trabajadora de la Sanidad Pública, a la que le he dedicado 21 años, y el 18 de junio me incorporo a mi puesto de trabajo...y tan feliz.
–¿No está triste?
–No, tengo la suerte de tener vida más allá de la política.
–¿No querría ser personal de confianza como otros repescados?
No. Si soy cargo público, estupendo, y si no, me vuelvo a mi puesto de trabajo. Me gusta atender a las personas, hablar con los ciudadanos, el trabajo de técnico es de despacho y eso a mí no me gusta.
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