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José María García Urbano: un alcalde con molde propio

José María García Urbano: un alcalde con molde propio

Llegó a la política hace más de una década sin bagaje previo, pero con tanto colmillo y ambición como el que más

Lunes, 29 de mayo 2023, 02:25

Nada más llegar a la Alcaldía de Estepona, tras las elecciones de 2011, José María García Urbano aseguró que se abría un nuevo tiempo en el municipio. «En Estepona se acabó el cachondeo», dijo para que no quedara margen de duda. Estepona acababa de vivir tiempos convulsos, sacudida por una operación judicial policial, el 'caso Astapa', que 14 años después de desatarse todavía se dirime en los juzgados y sobre la que pende la siempre inquietante sombra del excomisario Villarejo.

Estepona nunca había sido una plaza fácil para el Partido Popular y ante el desprestigio que pesaba sobre la clase política local prácticamente sin excepción, la dirección provincial del partido, encabezada por Elías Bendodo, optó entonces por ir a buscar a un profesional de prestigio sin experiencia en la gestión pero también ajeno a la contaminación reputacional que por entonces salpicaba a todo el que en algún momento había pasado por el Ayuntamiento.

El elegido fue el notario José María García Urbano, entonces de 48 años, un profesional formado en Derecho, políglota –habla alemán y checo- y uno de los pocas personas en España que reúne al mismo tiempo la condición de notario, registrador de la propiedad y abogado del Estado. El entonces candidato confesó en aquellos días en una entrevista el desconcierto que el salto a la política del hijo prodigio había causado en su familia. «No sabía que tenía un hijo tan tonto», le soltó su padre, que poco después cambiaría el disgusto por orgullo.

Su irrupción fue como un terremoto

En un mundo en el que lo habitual es encontrarse con responsables políticos que hicieron carrera en los partidos desde edades tempranas, la irrupción de García Urbano supuso un terremoto que no tardó en convertirse en respaldo popular. En aquellas primeras elecciones de 2011 acabó con el tradicionalmente atomizado escenario político de Estepona al obtener 17 de los 25 concejales en liza. Los primeros años no fueron fáciles. El Ayuntamiento tenía una deuda estratosférica y la nómina municipal suponía el 110 por ciento del presupuesto. Al alcalde no le tembló el pulso al poner a todos los acreedores a la cola y menos al impulsar un ERE que redujo radicalmente la plantilla municipal. Con aquellas dos medidas inició un proceso de transformación de la localidad refrendado cuatro años después en las urnas, cuando con el 59,7 por ciento de los votos se convirtió en el alcalde más votado de España en municipios de más de 50.000 habitantes. Otra vez 17 de 25.

Pese a su falta de experiencia García Urbano demostró que no había llegado a la política con la intención de adaptarse a lo que había, sino de adaptar el mundo de la política a lo que él consideraba que tenía que ser. Inasequible a la crítica, aplicó este principio con rigidez tanto en la administración del Ayuntamiento como en su relación con sus adversarios, con sus compañeros de partido, mentores incluidos, y con los medios de comunicación. Necesitó poco tiempo para demostrar que pese a carecer de cultura de partido, reunía dos características imprescindibles para hacer carrera en ese mundo: colmillo y ambición.

Se había comprometido a estar ocho años en la política municipal y en diciembre de 2015, cuando llevaba seis meses desde su primera reelección, se le presentó prematuramente la oportunidad de dar el salto. Su partido lo eligió para encabezar la candidatura por Málaga en las elecciones generales, relegando a la histórica Celia Villalobos.

Tuvo mala suerte. Su nombre sonaba para un alto cargo en el organigrama del segundo Gobierno de Mariano Rajoy, pero aquella fue una legislatura fallida porque el presidente en funciones no consiguió los votos suficientes para su investidura. Antes de la disolución de la Cámara, el Congreso dictaminó que no era compatible la condición de diputado con la de registrador de la propiedad, actividad que García Urbano seguía ejerciendo y de la que obtenía sus ingresos, muy superiores a los que habría percibido con un sueldo de alcalde que renunció a cobrar. Ante la encrucijada de elegir, decidió dejar la política nacional y refugiarse en el Ayuntamiento. En 2019 volvió a ganar con un resultado aún más arrollador, con el 69 por ciento de los votos y obteniendo 21 de los 25 concejales. Otra vez el alcalde más votado de España.

Cancelada toda posibilidad de dar el salto a la política nacional o autonómica, el nombre del alcalde de Estepona sonó entonces para otro posible destino: la sucesión de Francisco de la Torre en el Ayuntamiento de Málaga, una opción que empezó rodar en el entorno del alcalde de la capital. Para ello García Urbano debía dejar Estepona e integrarse como número dos en la lista del PP de Málaga. Esta opción tampoco prosperó y por cuarta vez volvió presentarse por Estepona

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