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Dani Pérez comparece en la sede del PSOE para valorar los resultados. Marilú Báez
El consuelo de Pedro Sánchez en la noche más triste de Dani Pérez
Análisis

El consuelo de Pedro Sánchez en la noche más triste de Dani Pérez

El vuelo electoral del candidato a la Alcaldía acaba de manera abrupta, entre caras de incredulidad en la sede del PSOE y 'whatsapp' de apoyo del presidente y de Espadas

Martes, 30 de mayo 2023, 00:22

Dani Pérez está petrificado. Da la impresión de que no sabe muy bien dónde colocar las manos. Y eso que en los últimos tiempos ha mejorado la gesticulación y su puesta en escena. Pero este 28M acaba de suceder el mayor accidente imaginable. La candidatura que él lidera ha perdido dos concejales y su rival, Paco de la Torre, acaba de obtener una holgada mayoría absoluta. El sueño de su vida, convertirse en alcalde de su ciudad, acaba de romperse en pedazos.

«Los resultados son muy malos», se limita a decir e intenta trazar una sonrisa. No sale porque la noche no está para sonrisas. En la sede provincial del PSOE de Málaga, en la calle Fernán Núñez, se está viviendo una de las noches electorales más aciagas que se recuerdan. El mapa político es azul y el escrutinio lo más parecido a una humillación.

Muchas preguntas flotan en el ambiente, pero con una mirada que pide comprensión, Pérez declina responder a los periodistas. Todo ha ido tan mal que los protagonistas aún están tratando de entenderlo. Ni siquiera los militantes más veteranos que se han acercado a la sede, con muchas elecciones a las espaldas, tienen del todo claro cómo ha pasado lo que ha pasado. Era, supuestamente, la mejor campaña que se había hecho en años.

Dani Pérez, que se estrenó también como secretario general en unas elecciones, vivió una noche triste. La crónica del desastre del 28 de mayo para el PSOE se nutre de varios elementos y vivencias. Cuenta con actores principales y figurantes. En ella aparecen también el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el líder del PSOE-A, Juan Espadas, además de otras caras conocidas.

Aunque no lo parezca, el día no empezó tan mal. En una reproducción de los hechos, contrastada con varias fuentes, hay que remontarse a las tres de la tarde.

Pérez se encuentra en la agrupación socialista de El Palo. Quedan cinco horas para saber si va a poder cumplir con la misión que se ha marcado. Alguien ha pedido al Telepizza y las cajas ocupan todas las mesas. La pizza entra bien y calma el nerviosismo y la ansiedad. Fuera, empiezan a aparecer nubes negras que amenazan con lluvia.

Pérez intercambia impresiones con algunos apoderados presentes. Entre ellos está, por ejemplo, Josele Aguilar. El móvil de Pérez está en ebullición. Mensajes cargados de optimismo. Mucho voto socialista. Uno de estos mensajes dice lo siguiente: «Hay gente que no está preguntado por el PSOE, preguntan directamente por la papeleta de Dani Pérez».

El candidato empieza a creérselo y así se lo hace saber a gente de su confianza. Al fin y al cabo, lo ha dado todo. Física y mentalmente. Después de una campaña electoral tan exigente, miles de reuniones y muchas horas de sueño acumulado, la sensación de verse como alcalde le llena de libertad y euforia.

En esa reunión entre pizzas, integrantes de su candidatura y asesores, nadie pensaba que las cosas iban a torcerse tanto.

Son las siete de la tarde en sede del PSOE cuando empieza el movimiento. La orden que han recibido los responsables de comunicación del partido es la de evitar el habitual 'pasilleo' en el que los redactores andan en busca de algún hueso para darle más sabor al caldo.

En una pequeña sala, pegado al móvil, está Paco Conejo. La expresión en la cara de quien ha sido durante décadas el fontanero del partido no ofrece motivos para pensar en grandes alegrías. Pérez aún no ha llegado.

Lo hace una hora más tarde, cuando los colegios electorales acaban de cerrar. Las elecciones ahora están en su punto de ebullición. El escrutinio va a comenzar. Pérez saluda a los periodistas de uno en uno. Luego se aísla en su despacho para seguir el recuento.

El partido designa dos portavoces para hacer valoraciones puntuales: Mariano Ruiz Araujo, número tres de la candidatura de Pérez, y Cristóbal Fernández, secretario de Organización del PSOE de Málaga. Las encuestas a pie de calle, que ya apuntan a desastre, todavía se tratan de contrarrestar con optimismo de argumentario. «Hasta el rabo, todo es toro», insiste Ruiz Araujo.

Lo que Pérez empieza a ver en su televisor no ofrece clemencia. La barra azul crece y crece en altura. Junto a él solo hay tres personas. El círculo más íntimo. Su mujer, Nuria, su escudera más fiel y número dos de la lista, Begoña Medina, y otra de sus personas de máxima confianza, Alicia Murillo, ahora diputada en el Parlamento andaluz.

En una sala colindante se encuentran sus asesores, intentando sacar algunas conclusiones y maneras de acordar un mensaje coordinado con Ferraz y San Vicente.

Digestión

El golpe que deja el recuento una vez que ha finalizado necesita de digestión. La cabeza de Pérez ahora va a mil y comienza un monólogo interior. La posibilidad de dimitir no se contempla en ningún momento. Al revés. Está convencido de que quiere seguir aunque es consciente de que su liderazgo ha quedado muy tocado. El oxígeno que necesita le llega en forma de 'whatsapp'. Primero por parte de Juan Espadas, con un mensaje de respaldo absoluto. Luego llega otro. Esta vez es el mismísimo Pedro Sánchez. Le transmite tranquilidad. Ninguna cabeza tiene que rodar. Pérez habría hecho una campaña muy buena, pero mucha gente ha votado en clave nacional. Sánchez asume parte de su culpa. En el equipo de Pérez empiezan a hablar de «una ola que no vieron venir».

¿Esa misma noche el presidente del Gobierno ya le comunica que va a pulsar el botón rojo y adelantar elecciones? Nadie del entorno de Pérez quiere confirmar ni desmentir.

Son casi las doce y media de la noche cuando el candidato socialista comparece ante unos periodistas amenazados por la hora del cierre. Pérez está cansado. Pero no quiere convertirse en un héroe trágico a la griega. No comunica todavía que está dispuesto a resistir, pero a esas alturas la decisión de mirar para adelante ya está tomada. «Voy a seguir», le comunica más tarde a los suyos, tomando algunas coca colas.

A las dos de la madrugada Pérez abandona la sede del partido y pone fin a una noche para olvidar.

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