Izquierda y derecha en Málaga escenifican la pugna entre los modelos en juego el 23-J

El azar quiso que en el sorteo para la ubicación en los atriles el bloque de centro derecha quedara junto en el lado diestro mientras que PSOE y Sumar quedaron colocados en el lado izquierdo. El debate se dividió en tres bloques y cerró con el pertinente minuto de oro en el que cada candidato disfrutó de 60 segundos para apelar de manera directa al votante.

Las palabras empezaron a rodar en torno a la primera idea sobre el balance de legislatura y nuevos desafíos para España. Abrió fuego Ramírez para repasar lo que ella consideró son los grandes logros del Gobierno de coalición en materia económica y social. Convencida por los datos que pudo ofrecer, la candidata del PSOE destacó que «estamos en las cifras de paro más bajas en 15 años» y «hemos mejorado la vida de la gente aumentando los salarios y las pensiones».

Al cabo de un minuto, ya quedó claro que la estrategia de los socialistas pasa por presumir de gestión en una legislatura difícil, marcada primero por la pandemia y después por la guerra de Ucrania, al mismo tiempo que se quieren obviar las tensiones que hubo dentro del Gobierno de coalición y no nombrar, en la medida de lo posible, los apoyos recibidos por parte de partidos como Bildu o ERC para sacar adelante algunas leyes. «Los Erte, la reforma laboral, colocar a España como locomotora de la Unión Europea en crecimiento económico… todo eso lo hemos logrado en un momento muy difícil y con la peor de las oposiciones», dijo Ramírez.

Una realidad del país diametralmente opuesta, como era de esperar, fue la que dibujó Bendodo. Aseguró que los últimos cinco años no dan para asociar al Ejecutivo con cualquier tipo de mejora. Por esa vía de la argumentación, el candidato del PP trazó la diferencia entre la «España oficial», la que vende Pedro Sánchez, y la «España real», con la que se identifican los populares. «El PSOE y Sumar viven en la España oficial, no en la real que es la que nosotros representamos. Les pido que aterricen, dejen de tomar el pelo a la gente y no les vendan más motos», dijo.

Llegó después el momento de Valero y su primera intervención se ajustó bastante en fondo y forma a la de Ramírez. Por momentos, la coincidencia a la hora de remarcar los logros del Ejecutivo fue casi plena. «Hemos practicado políticas que han servido para poner en el foco el interés del conjunto de la ciudadanía. Veníamos de unas políticas de austeridad del PP que destrozaron a la sociedad. Este Gobierno ha subido el salario mínimo, las pensiones, ha instaurado la renta mínima y blinda los servicios públicos», destacó.

Valero, que estuvo punzante en algunos momentos, especialmente con Bendodo, también insistió en la necesidad de una política fiscal que grave «a las grandes sociedades y a las grandes fortunas» y «descargue a las clases trabajadoras».

Por último, Rueda hizo un balance muy negativo de los últimos cuatro años. Las políticas del Gobierno habrían supuesto «una traición a la prosperidad, libertad y seguridad en España», al mismo tiempo que no cejó en relacionar a Sánchez como socio predilecto de Bildu, formación que equiparó sin concesiones ni matices a ETA. «No vamos a permitir que el PSOE nos diga que no podemos hablar de ETA», repitió.

El debate también fue una ocasión para analizar el comportamiento entre los actores dentro de sus propios bloques ideológicos, los de izquierdas y derechas. Ramírez y Valero no tuvieron un solo roce y se cuidaron mucho en no enseñar los puntos en los que el PSOE y Sumar muestran diferencias. Sí se enzarzaron por momentos Bendodo y Rueda, especialmente en el segundo apartado del debate que interrogaba a los candidatos sobre futuros pactos.

Bendodo insistió en que el horizonte del PP pasa por gobernar en solitario y sin Vox como socio. El popular aprovechó la actualidad para traer al debate el reciente fracaso de Fernando López-Miras en la Asamblea de la Región de Murcia, donde Vox votó en contra de su investidura. «Vox se acaba de poner de acuerdo en Murcia con el PSOE», afeó el candidato del PP. «Os pido que cojáis nuestra mano tendida, nuestro objetivo es echar a Sánchez», le replicó Rueda. No hubo disidencia entre Ramírez y Valero. Ambos coincidieron «en revalidar el Gobierno de coalición». Habría hecho tantas cosas bien que lo lógico sería otros cuatro años para consolidar «las conquistas sociales» y llevarlas a otra nueva dimensión.

Para el último bloque, el centrado en las propuestas para Málaga, el debate se ajustó las gafas de lo local y el concepto de la sequía adquirió un gran protagonismo. Cómo buscar soluciones a la falta de agua fue la pregunta que sobrevoló el plató y Ramírez sacó pecho de la desaladora comprometida por el Gobierno para la provincia. «La sequía es el gran reto y para hacer frente a ella y hemos reservado una inversión de 100 millones de euros. El balón está ahora en el tejado de la Junta de Andalucía», reivindicó. Además, utilizó las grandes infraestructuras de Málaga como el aeropuerto o la estación de trenes María Zambrano para resaltar que el PSOE siempre habría sido clave a la hora de impulsar a la provincia. Con José Luis Rodríguez Zapatero tuvimos las mejores inversiones», destacó.

Bendodo, en este punto, seguía en su línea, que era contradecir a Ramírez en todo. «El balance de Sánchez en Málaga es negativo. No ha impulsado ningún proyecto. Sánchez no cree en Málaga y no se ha volcado en ella. Ahí está el ejemplo de lo que ha pasado con la candidatura de la Expo», llegó a decir. Volvió a jugar mucho a identificar cualquier progreso de la provincia con la coincidencia del PP en el Ejecutivo central

El cara a cara, en general, cuando más subía de voltaje, era en los intercambios entre Ramírez y Bendodo. La primera se enzarzó varias veces con el candidato popular y no se dejó acorralar. Fue atrevida y se defendió de los ataques que le iban llegando. Hubo dureza puntual, pero nadie perdió los papeles ni hubo faltas de respeto.

Volviendo a las medidas para la provincia de Málaga, Valero aprovechó para hablar de agenda andaluza, medias para frenar la despoblación rural, el blindaje de servicios públicos y la necesidad de impulsar una revolución industrial verde. «Tenemos escasez de agua. Necesitamos políticas que miren por el medioambiente. El modelo del PP es un modelo suicida, como lo estamos viendo en Doñana», señaló. Sobre propuestas concretas para la agricultura, el de Sumar lanzó la idea de «apostar por la cabra malagueña».

Rueda, en este punto, también se centró en los problemas del agua. Sin propuestas concretas, en realidad se limitó a decir que «el Gobierno no ha hecho nada para afrontar los problemas del agua en Málaga». Vox, centrado siempre en colar los efectos supuestamente nocivos de la Agenda 2030 para la sociedad, se presenta como la mejor alternativa política para los agricultores. Así lo puso sobre la mesa Rueda y afeó a Ramírez y Valero que «la izquierda no puede salvar al mundo rural porque son sus políticas las que lo asfixian». La candidata de Vox, que sonaba menos enfadada que en otros debates anteriores, mostró aplomo en sus intervenciones.

El moderador lanzó también al ruedo el tren litoral para conocer las propuestas que ofrecen los distintos candidatos sobre una de las grandes asignaturas pendientes de la provincia en clave de movilidad. Hubo coincidencia plena entre PSOE, PP, Sumar y Vox en que hay que llevar el tren hasta Marbella. «Es necesario y urgente, lo vamos a recuperar», dijo Ramírez. «El Gobierno de Mariano Rajoy dio los primeros pasos, pero llegó el PSOE y metió el proyecto en un cajón», puntualizó Bendodo. «Es una prioridad absoluta», prometió Valero y Rueda dijo que «todo lo que sea un impulso para el desarrollo económico y social de Málaga contará con nuestro apoyo».

El punto y final de este primer debate de las elecciones general del 23J vino con los respectivos minutos de oro de los candidatos. Después de una hora y media, al votante malagueño se le puso en bandeja dos modelos distintos de país. En dos semanas, se conocerá cuál de ellos prevalecerá.