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Se encuentra en la primera fila de la manifestación. Camisa de manga larga remangada y gesticulando con los brazos. Mira a su izquierda y ve una pancarta en la que pone «por una salud pública de primer nivel». Mira a su derecha y aparecen otras ... de CCOO y banderas de Andalucía. Solo falta que lleve un megáfono en la mano. No le sería un cuerpo extraño. Después de corear algunas consignas, se planta antes los medios de comunicación y asegura que la sanidad pública no es algo que se defiende con medias tintas. En su caso, asegura, está dispuesto a hacerlo «con uñas y dientes». En lo figurado, no es difícil intuir un pensamiento y una idea que se podría resumir de la siguiente manera: no me gustaría que aquí acabemos como en Estados Unidos.
En junio de 2019, la comisión coordinadora de IU eligió a Toni Valero (Madrid, 1981) como nuevo líder de IU en Andalucía. Toma el relevo, entonces, de Antonio Maíllo. En el plano orgánico supone liderar a un partido histórico en Andalucía. En lo político y en lo personal, no es más que la consecuencia lógica de una trayectoria que empezó a forjarse en la calle. Porque, igual que esta semana se encontró en una protesta para defender la sanidad pública, Valero empezó canalizando sus inquietudes políticas en las manifestaciones que frecuentaba como líder de los movimientos estudiantiles en Málaga. Un día salían a la calle para protestar contra la LOU y al otro no se dudaba en dar apoyo a las corrientes antiglobalización en Niza o Génova. La afiliación al PCA y a IU la percibió como mera coherencia.
Que en el DNI figure que ha nacido en Madrid se debe más a las circunstancias de la vida de una familia con trasfondo migratorio que a un arraigo con esa comunidad. El padre de Valero es de un pueblo de Albacete (El Bonillo) y la madre de Ardales. Toni es el mayor de dos hijos. Le una una estrecha relación con su hermano, que vive en Escocia.
Valero aterriza en Málaga cuando tiene tres años. Los padres se instalan en Huelin y ahí discurre su juventud. Estudia en el instituto del barrio y se matricula luego en la UMA para hacer Historia. Después de aprobar unas oposiciones, se convierte en profesor y ejerce en diferentes centros de la provincia.
El aula queda aparcado en el momento en el que sale elegido como coordinador regional de IU. El coche se convierte en su nuevo mejor aliado. En cuatro años, el primer motor ha muerto con 300.000 kilómetros. Valero admite que el trabajo orgánico «chupa mucha energía» y resta tiempo a realizar acciones políticas que considera de más interés. Pero romper los engranajes consolidados es complicado. «He conseguido introducir algunas dinámicas que están enfocadas a la conciliación. Utilizo medios telemáticos para las reuniones que se puedan realizar de esta manera. También intento evitar llamadas de trabajo más allá de las ocho y media de la tarde», señala a SUR.
Es la hora que aprovecha para bajar al parque con sus dos hijas pequeñas, en la zona de Las Delicias, donde reside. Valero es la pareja de Amanda Meyer, que ha sido jefa de gabinete de Irene Montero hasta junio de 2022. En casa, asegura, se habla menos de política de lo que se podría suponer.
Los que le conocen de cerca destacan de él su capacidad para ver la política a largo plazo. Antonio Maíllo, su antecesor en el cargo de coordinador regional de IU, le atribuye una «brillante visión estratégica». Un hecho que le habría permitido salir airoso de unos tiempos muy convulsos para IU y para esa izquierda que se mueve al margen del PSOE. En apenas cuatro años, Valero ha tenido que lidiar con la ruptura de Adelante Andalucía, la construcción de Por Andalucía y en la articulación de IU dentro de Sumar.
Hay una dificultad añadida. Al margen de las ambiciones personales, está la propio idiosincrasia de IU. Una formación política en la que confluyen dos realidades. Un voto de izquierdas más urbano, vinculado a las grandes capitales, y las zonas más rurales, donde ser votante de IU no es incompatible con ser aficionado a los galgos. Valero sabe navegar entre ambas aguas. «IU se parece más a lo último que a lo primero», destaca un histórico del partido.
Valero demostró mano izquierda en la tarea orgánica. En esa capacidad de hacer pedagogía incide Alberto Garzón: «Es, sobre todo, un profesor de secundaria. Se nota su inclinación pedagógica y su facilidad para explicar de forma sencilla fenómenos difíciles».
Ahora seguirá su trayectoria ahora en el Congreso. «Es un gran orador y va a dejar huella en el Congreso», vaticina Garzón. El hecho de que ocupe un cargo institucional también blindará su liderazgo como coordinador de IU en Andalucía.
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