Al igual que otros de sus compañeros de partido, Patricia Rueda Perelló (Málaga, 1976) llegó a mundo de la política sin haber tenido experiencia previa en este ámbito y al rebufo del ascenso de los nuevos partidos que irrumpieron en los últimos años en el ... tablero político español. Cuando a finales de marzo de 2019, el entonces líder de Vox en la provincia, José Enrique Lara, anunció que esta diplomada en Educación Infantil y licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas sería la cabeza de lista al Congreso de los Diputados, fue una sorpresa. En estos cuatro años ha ido evolucionando hasta convertirse en un valor consolidado con una carrera política en ascenso que le ha llevado a la dirección nacional del partido de Santiago Abascal y a ser el rostro más visible de la formación en la provincia.
Cuando decidió dar el salto a la política lo hizo, según declaró en su momento, por la necesidad de aportar, de hacer el bien y por estar en desacuerdo con «la mala gestión» de los políticos. En ese momento, era la directora del Museo Automovilístico y de la Moda de la capital, adonde había llegado en 2010. Previamente esta mujer que podría haber sido profesora de guardería pero que nunca ejerció más allá de las prácticas que realizó, trabajó durante casi una década en funciones de relaciones institucionales y públicas en la farmacéutica Texpol, labor que compaginó entre 2007 y 2008 como directora comercial del Museo de los Reales Oficios en el Palacio de Crópani de la capital.
En su etapa política, la trayectoria le ha llevado a ser vicesecretaria de Portavocía en la cúpula del partido y durante la última legislatura ha sido la portavoz adjunta del grupo de Vox en el Congreso de los Diputados. Una Cámara donde protagonizó uno de los episodios más llamativos del mandato al ser expulsada de la tribuna de oradores al negarse a retirar la acusación que hizo al Gobierno de estar premiando a «filoetarras», en alusión a los pactos del Ejecutivo de Pedro Sánchez con EH Bildu y las contraprestaciones correspondientes.
«Hija de la cultura del esfuerzo»
Quien ha sido por tercera vez cabeza de lista por Vox al Congreso de los Diputados y representante de esa primera línea femenina de la formación es una persona responsable y exigente consigo mismo y con los demás y defensora del trabajo en equipo, según destacan de ellas quienes la conocen. Ella se define a sí misma como «hija de la cultura del esfuerzo, todo lo que tengo ha sido por mi trabajo», según relató hace unos años en una entrevista.
«Es una persona sencilla, extremadamente trabajadora, muy organizada, es perfeccionista, productiva y pragmática. Además, es muy honesta y en ese sentido se preocupa de verdad, no de boquilla, por los problemas reales de los ciudadanos y cuando le trasladan las inquietudes, eso después se traduce en trabajo, en búsqueda de soluciones y propuestas y en dar visibilidad a esos problemas que le han ido trasladando», remarca una persona que la conoce muy bien.
A ello, según otras fuentes consultadas, se une que es muy disciplinada con las decisiones y planteamientos del partido y por ello «no da problemas orgánicos». Un hecho que le ha permitido estar en la pomada de la formación y en las quinielas para asumir altas responsabilidades si su partido toca poder.
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