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En 2011, un joven Alberto Garzón era un militante de IU de Rincón de la Victoria. Una cara desconocida en la esfera política que empezaba a llamar la atención en su partido por su facilidad para la oratoria y por saber trasladar los argumentos de ... una manera que conectaban con el receptor y daban bien en la pantalla televisiva. Doce años después, cualquier español que sigue mínimamente la actualidad informativa sería capaz de identificarle por la calle. Su participación en el acto central de campaña de Sumar, que llenó de militantes y simpatizantes el Palacio de Ferias, en una tarde de julio muy calurosa, supuso muchas cosas.
De entrada, fue la primera vez que Garzón participó en un acto de campaña de Sumar. Hasta ahora, volaba con perfil bajo. Después, el acto también estuvo marcado por esa emotividad que flota en el aire cuando alguien está a punto de despedirse de los escenarios. En su caso, no de hacer política, pero sí de hacerlo desde los grandes atriles y bajo los focos mediáticos apuntando hacia él. Un adiós de la política institucional arropado por los suyos. No fue la primera vez, ni mucho menos, que se dirigió a un auditorio desde el Palacio de Ferias. Ya lo hizo compartiendo protagonismo con nombres que forman parte de la historia de IU como Julio Anguita o Antonio Maíllo. Llegó todavía como de ministro de Consumo pero el nuevo ciclo político que se abre a partir del 23 de julio en España ya no contará con Garzón en el Congreso. En su intervención, dio muestras de su facilidad para trazar un discurso que mezcla los temas de actualidad con componentes de calado más ideológico. La cita con las urnas es el domingo y ahí empezó Garzón, situando el voto para Sumar como clave para «avanzar en derechos sociales y no retroceder».
«Necesitamos reforzar el bloque de izquierdas», aseguró, además, que la aritmética electoral señala que los votos para Sumar arañarían los escaños a Vox en las circunscripciones más reñidas. «Los últimos escaños se los quitamos a la extrema derecha», explicó Garzón.
El ministro de Consumo identificó las principales conquistas sociales de este legislatura en la figura de Yolanda Díaz y destacó que ella fue clave para elevar el salario mínimo o para sacar adelante la reforma laboral. «Nuestro socio», dijo en alusión al PSOE, «no ha tenido la audacia ni la valentía para llevar a cabo determinas políticas si no hubiera sido por nosotros». Garzón, que fue interrumpido en varias ocasiones por sonados aplausos, pasó luego a una segunda parte de su intervención inclinada a profundizar en capas más ideológicas.
Defendió la necesidad de un Estado con capacidad para intervenir el mercado. «Tenemos que tener valentía para impedir que el mercado tome las decisiones por nosotros. El mercado excluye a gran parte de la sociedad y no podemos dejar que decida sobre el destino de nuestras vidas», señaló. Una intervención que se utilizaría, según Garzón, para proteger a los trabajadores y a los más vulnerables. Eso pasaría, continuó, por blindar la sanidad pública y por seguir aumentando el salario mínimo.
El ministro de Consumo se mostró crítico con el actual modelo capitalista y aseguró que «el capitalismo está sumiendo a la sociedad en procesos destructivos y está amenazando nuestras vidas». Una expresión directa de este capitalismo, añadió Garzón, sería el cambio climático. En este sentido, insistió en la necesidad de implantar políticas medioambientales. «Yo tengo miedo al negacionismo climático, pero también tengo miedo a los que no lo niegan pero que luego no hacen nada», argumentó.
Garzón destacó a Sumar como la «mejor herramienta política» y no dejó dudas sobre que el futuro de IU pasa por seguir tejiendo alianzas con el resto de fuerzas políticas que están a la izquierda del PSOE. «Es un proyecto hermoso que ha costado construir pero que reúne en Yolanda Díaz a todos nuestros anhelos», presumió.
Por último, el de Rincón de la Victoria aprovechó su intervención para una emotiva despedida en la que dio las gracias a los militantes y simpatizantes de IU. «Gracias por el cariño que siempre me habéis transmitido y por hacer posible que haya podido estar doce años en el Congreso», dijo. Entre el auditorio, además de familiares, también estuvieron sus hijos, a los que mencionó de manera expresa.
Remató el acto central de Sumar el cabeza de lista por Málaga, Toni Valero. En un discurso de aliento cercano, más mitinero que Garzón, apeló a los trabajadores malagueños a «votar en conciencia» y tomar partida por una opción política, en este caso Sumar, que «defienda sus intereses».
Valero también lanzó dardos a Alberto Núñez-Feijóo, al que tildó de «mentiroso» y arremetió contra Vox, que responsabilizó de «dinamitar la convivencia por meter miedos infundados».
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