El día de reflexión es otra de esas tradiciones que perduran en el tiempo a pesar de no tener ningún sentido. En la era de la comunicación, de las redes y de la información instantánea seguimos haciendo algunas cosas como hace más de 40 años, ... cuando no había ni Internet ni móviles ni tantos medios como ahora. Los candidatos siguen programando su día en familia a la búsqueda de la última foto de campaña en la escenificación general del momento de la reflexión. Atrás quedarán varias semanas locas en las que todos los partidos se han afanado en llegar hasta el último rincón de Málaga y Andalucía en un cara a cara con cada elector.
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Porque todos saben que se la juegan en el último instante, convencidos de que esa bolsa de indecisos, esos que al parecer piensan su voto camino del colegio electoral, dibujarán la línea entre el éxito y el fracaso.
En estas elecciones todos los partidos tienen claras sus expectativas, definidas casi al milímetro en número de escaños. Pero puede ocurrir que ninguno de ellos consiga alcanzarlas y estén abocados al complejo ejercicio de la aritmética, la negociación y los acuerdos. Quizá la mayor reflexión deba pasar por la necesidad de que, una vez conocidos los resultados, los partidos y candidatos sean capaces de sacar adelante una legislatura centrada en la gestión y no en el enfrentamiento.
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