Ortega Smith promete que Vox drenará los «chiringuitos ideológicos» en Andalucía

El Orgullo y el mitin de Ortega Smith no fueron las únicas realidades que discurrieron en paralelo. En las terrazas, ampliamente pobladas por los primeros turistas que empiezan a abrir la veda de la temporada alta, la mayoría de extranjeros contemplaba los vaivenes con cierta curiosidad antropológica.

El funcionamiento en los mítines de Vox, lo poco que va de campaña lo ratifica, está cortado por la misma escaleta y evidencia una estricta jerarquía. Los que llevan chalecos amarillos y azules pertenecen a la organización y se encargan de labores de logística. «Todos un poco al frente para que se vea lleno», ordenaba el capataz de turno.

Si el arranque de la campaña en Sevilla fue multitudinario, el acto de este sábado era de estar en familia. Un centenar aplicando cierta generosidad y decepción en algunas caras que parecían esperar algo más de asistencia. Ortega Smith estaba citado para las ocho y media y, con quince minutos de retraso, hizo su entrada al escenario flanqueado por el cabeza de lista de Vox por Málaga, Antonio Sevilla, y la diputada en el Congreso de los Diputados, Patricia Rueda.

Arrancó Antonio Sevilla y recordó en los primeros compases del mitin que «el turismo es el principal motor de la economía de la provincia de Málaga». Las restricciones que impuso el Gobierno habrían sido un calvario para hoteles y restaurantes. «Muchos tuvieron que cerrar», aseguró y apuntó como causa a una supuesta falta de apoyo tanto del Ejecutivo regional como del central.

Cuatro minutos cronometrados de intervención para dar paso a un Ortega Smith que en esto de subirse a un atril lleva ya unas cuantas y se notó. Si Vox fiara la fuerza del discurso a sus matadores locales parecería un partido con signos de cierto abandono.

Fue lo de Ortega Smith un vendaval muy del gusto del militante, jalonado con un reparto de invectivas contra la ley de género, la inmigración, la existencia de una supuesta casta política que se pelean de puertas para fuera pero que luego, entre bambalinas, se dan la mano. Uno va a los mítines no a que le regañen sino a escuchar aquello que quiere oír y en eso Ortega Smith ofrece cuasi barra libre.

«Vox es una voz de esperanza y un cambio real sin trampas ni sin cobardía», aseguró que llevar a Olona a vicepresidenta del Gobierno andaluz obedece al objetivo de «acabar con el despilfarro de dinero público». Eso y liquidar las leyes de género que, según Ortega Smith, son las responsables de dividir a los españoles y de señalar a los hombres de manera indiscriminada. «Una víctima es una víctima y un agresor es un agresor», explicó que las cosas son mucho más sencillas de lo que quieren hacer ver la mayoría de políticos.

No faltó la crítica a la llegada de inmigrantes, que vendrían a quitarle ayudas y trabajo a los españoles. También bramó contra el estado de las autonomías. «En Andalucía lo sabéis bien, las autonomías han creado ciudadanos de primera, segunda y tercera clase», aseguró. Si al principio había cierta pasividad, el auditorio empezó a caldearse y explotó para dar paso a grandes aplausos cuando Ortega Smith finalizó su intervención con duras críticas hacia Juanma Moreno. «Si está pidiendo los votos al PSOE significa que quiere hacer las mismas políticas de izquierdas», aseguró.

El arreón final, banderas en ristre, llegó con la entonación por altavoces del himno de España. Después del himno, Antonio Luna, que también va en la lista de Vox por Málaga, llamó a «formar una cola a aquellos que quieran hacerse una foto con Javier». Y así fue como Ortega Smith recuperó la sonrisa.