Ocho claves para comprender por qué estas elecciones en Andalucía han sido históricas

Todas las encuestas fallaron. Nadie vaticinó la mayoría absoluta de Juanma Moreno en Andalucía. Su aplastante victoria en estas elecciones endaluzas, con 57 diputados, borra el rojo histórico que ha teñido el mapa autonómico, un giro hacia la derecha que relega al PSOE a una situación más que comprometida. Pero las urnas han dejado otras claves imprescindibles para entender una jornada histórica en Andalucía, donde el triunfo de los populares ha provocado un seísmo político que ya se deja sentir en el resto de España.

Fue el gran triunfador de la noche. Juanma Moreno superó todas las expectativas y alcanzó 58 escaños, el mejor resultado de la historia del Partido Popular en Andalucía. Dueño de una mayoría absoluta de las que parecían cosa del pasado, sin ataduras para formar gobierno, el presidente andaluz mejoró los resultados de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, hasta ahora la gran referencia territorial de los populares. En Málaga, con diez escaños, obtuvo la mayor victoria de la historia en la provincia; ni el PSOE, en sus años dorados, arañó nunca una decena de sillones en el Parlamento.

Su objetivo era mejorar los 33 escaños obtenidos por Susana Díaz en 2018. Pero Juan Espadas, que abandonó la Alcaldía de Sevilla para presentarse a las elecciones como candidato del PSOE, no superó a su antecesora. Tuvo que conformarse con 30 diputados, el peor resultado de la historia para los socialistas. Pese a perder tres escaños, el último al 99 por ciento del escrutinio, Espadas no contempla dimitir. Fue una noche especialmente complicada para el candidato, que asistió a la victoria del PP por primera vez en su Sevilla natal.

En un gesto de exagerada autoestima, Macarena Olona ofreció a Juanma Moreno que fuese su vicepresidente. Pero finalmente no hubo 'Macarenazo'. Aunque Vox mejoró anoche sus resultados de 2018, con dos escaños más que entonces, la mayoría absoluta del PP hace completamente inútil a la formación de Santiago Abascal, sin posibilidad de entrar en el gobierno ni condicionar las políticas de Moreno Bonilla. Sin más perspectivas que quedar arrinconada en la oposición, habrá que ver qué hace Olona, si regresa al Congreso de los Diputados en Madrid o se queda en Andalucía, como ha prometido.

Se cumplieron las peores previsiones para Ciudadanos, que desaparece del Parlamento de Andalucía después de haber gobernado en las dos últimas legislatutas, primero de la mano de Susana Díaz y después con Juanma Moreno. El partido liderado por Juan Marín no consiguió este 19 de junio ningún escaño, un desplome que deja en el aire su futuro y alimenta las posibilidades de su disolución a corto plazo. El partido naranja pierde los 21 sillones que tenía, una hecatombe que derivó en la irremediable dimisión de Marín, entre lágrimas: «Me pongo al servicio de mi partido como un afiliado más de base. En política hay que entrar con dignidad y hay que salir con dignidad».

La coalición formada por Podemos e Izquierda Unida, en estas elecciones presentada bajo la marca Por Andalucía, sigue en caída libre. De los 17 escaños obtenidos en 2018, por entonces con el nombre de Adelante Andalucía y el liderazgo de Teresa Rodríguez, la candidatura encabezada por Inma Nieto apenas conserva cinco, suficientes para formar grupo parlamentario pero lejos de su objetivo de ejercer de dique de contención de la derecha, que ha arrasado. Los malos resultados ponen además en jaque el proyecto de Yolanda Díaz, que amadrinó a Nieto durante la campaña y ha asistido a varios mítines.

Soñaba con colar un grupo andalucista, sin tutelas desde Madrid, en el Parlamento de Andalucía. Pero Teresa Rodríguez, expulsada de Adelante Andalucía cuando era una coalición entre Podemos e Izquierda Unida y autorescatada para estas elecciones bajo la misma marca, que se encargó de registrar para disgusto de sus excolegas de partido, que la habían desalojado del grupo por considerarla tránsfuga, apenas ha conseguido dos escaños, entre ellos el suyo. Conserva su sillón en el Parlamento, pero no tendrá grupo propio. Ahora apela a la necesidad de que la izquierda, de nuevo fragmentada, se reconcilie en próximas citas electorales.

Suenan las alarmas en la Moncloa. Aunque desde Ferraz han intentado levantar un muro en torno a Pedro Sánchez, como si las elecciones en Andalucía no le rozaran, lo cierto es que el batacazo socialista, con casi un millón de votos menos que en 2018 y su peor resultado histórico, sitúa al Gobierno en una situación cuando menos delicada. Los socialistas esperaban al menos salvar los muebles y conservar los 33 escaños logrados por Susana Díaz, pero Juan Espadas, un candidato desconocido más allá de Sevilla, donde también ha perdido, no ha podido evitar el desastre. Y ahora ni siquiera pueden inflar su argumentario con acusaciones al PP por gobernar junto a la ultraderecha.

El buen tiempo, las ganas de playa y la cercanía de las vacaciones, que algunos ya disfrutan, propiciaron una participación a la baja, aunque ligeramente superior a la de 2018. Un 58,36 por ciento de los votantes andaluces ejerció su derecho frente al 56,56 por ciento que lo hizo hace cuatro años. Y eso que todos los candidatos insistieron en la necesidad de acudir a las urnas. «Primero votar y luego seguir con el domingo», pidió Juanma Moreno en Málaga.

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