Elecciones Andalucía 2022

El cambio político en Andalucía se somete al examen de las urnas

Seis millones y medio de electores están convocados para decidir si dan continuidad al giro iniciado en 2018

Domingo, 19 de junio 2022, 00:31

El cambio político iniciado hace tres años y medio se somete este domingo al examen de las urnas en las elecciones en Andalucía. Seis millones y medio de andaluces están convocados para decidir si dan continuidad al giro iniciado el 2 de diciembre de ... 2018, cuando salió elegido un parlamento que invistió al primer presidente no socialista desde el inicio de la autonomía hace cuatro décadas.

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El panorama político de esta convocatoria electoral es bien diferente al de entonces. Todos las formaciones que acuden a las urnas han experimentando profundos cambios internos y de hecho sólo tres de los principales candidatos repiten como aspirantes a la presidencia de la Junta: Juanma Moreno, por el Partido Popular; Juan Marín, por Ciudadanos, y Teresa Rodríguez al frente de una coalición, Adelante Andalucía, que aunque lleva el mismo nombre de la que encabezó en 2018 es diferente a la de entonces en cuanto a composición y proyecto político. Los otros candidatos son debutantes: Juan Espadas, que ha abandonado la Alcaldía de Sevilla para dar el salto de la política municipal a la autonómica y se presenta con el difícil objetivo de recuperar la Junta de Andalucía para el PSOE; Inmaculada Nieto, que encabeza Por Andalucía, donde se han integrado Izquierda Unida, Podemos, Más País y otras tres fuerzas, y Macarena Olona, a quien Vox le ha encomendado conseguir entrar en el gobierno autonómico.

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Con una participación hace tres años y medio del 58,65 por ciento, es posible que en esta ocasión se supere esa cifra atendiendo a que el voto por correo prácticamente se ha duplicado en esta ocasión. Todos los datos de la convocatoria electoral se pueden seguir minuto a minuto en directo en SUR.es

La evaluación ciudadana del cambio político iniciado en 2018 llega seis meses antes de lo previsto. Después de no haber podido aprobar en noviembre el último presupuesto de la legislatura por el giro estratégico de Vox, que decidió retirarle el apoyo parlamentario al Gobierno, el presidente, Juanma Moreno, decidió el pasado abril apretar el botón electoral y medir fuerzas en las urnas.

Aunque no habrá certeza hasta que esta noche concluya el escrutinio, las encuestas que invariablemente le dan la victoria apuntan a que fue una decisión acertada. Si se cumplen las previsiones que le otorgan al actual presidente una amplia victoria se habrá consumado en Andalucía algo más que la consolidación del cambio iniciado en 2018 -cuando pese a perder el gobierno los socialistas fueron la fuerza política más votada- y se abrirá el debate sobre el inicio de una nueva etapa desde el punto de vista no solamente político sino también sociológico.

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En el entorno del presidente se da por seguro que Juanma Moreno seguirá en su sillón de San Telmo. «Los andaluces dirán si solo o acompañado», sostienen. En efecto, gran parte del debate durante la campaña giró en torno a con qué alianzas se mantendrá Moreno en el gobierno o si, como pretende, conseguirá hacerlo en solitario.

El presidente, que protagonizó una campaña electoral mucho más centrada en su persona que en las siglas de su partido, se marcó al inicio tres objetivos. El primero, ganar las elecciones; el segundo, sumar más escaños que toda la izquierda; el tercero, conseguir una mayoría suficiente que le permita gobernar solo o en todo caso con la ayuda de los escaños que pueda obtener Ciudadanos.

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La debacle naranja en las elecciones autonómicas que precedieron a las andaluzas (Madrid y Castilla y León) y la condición anunciada por Vox de entrar en el gobierno para dar su apoyo a la investidura de Moreno, tal y como lo hizo, con éxito, en Castilla y León, pusieron durante la campaña a un eventual pacto entre esa formación y el PP en el centro de las discusiones.

Si en algún momento ese debate, alimentado especialmente desde el PSOE, incomodó al candidato popular, rápidamente surgió el antídoto: el PP comenzó a apelar al voto útil con continuos guiños al caladero de votos progresistas. Quien no quisiera la entrada de Vox en el gobierno no debía votar a la izquierda, sino a Moreno. Una de las incógnitas que se resolverá esta noche es si este recurso al voto útil tuvo eco en el electorado y si el PP acertó al dejar de prestar atención a los votos que se le pudieran estar escapando por la derecha para dedicarse en exclusiva a atraer electores identificados con posturas centristas o incluso de centroizquierda.

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En el PSOE recibieron con indignación esta estrategia. Los socialistas llegan a las elecciones en una posición inédita para ellos, la de oposición, y con unas encuestas que les dan como seguros perdedores. Por ello, en los últimos días han aflorado las apelaciones al orgullo socialista y las advertencias sobre lo vivido hace diez años, cuando en las elecciones de 2012 también partían por detrás en los sondeos y acabaron gobernando tras la insuficiente victoria de Javier Arenas.

Vox hizo una apuesta fuerte al traer a Andalucía a una de sus dirigentes de más proyección, Macarena Olona, quien sin embargo protagonizó una campaña irregular. Tras trastabillar en el primer debate no volvió a ofrecer ningún mitin en solitario y las encuestas comenzaron a revelar que el crecimiento previsto comenzaba a remitir. El objetivo de entrar en San Telmo, no obstante, sigue siendo irrenunciable. Una y otra vez los dirigentes de Vox advirtieron de que ése el precio para permitir la investidura de Moreno si de ellos depende.

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El espacio a la izquierda del PSOE acude a las urnas con la losa de su división y el peligro de que la sopa de siglas acabe confundiendo a sus electores. Por Andalucía tuvo en los últimos días de campaña el empujón de energía que le dio la presencia de Yolanda Díaz en un par de mítines multitudinarios y su objetivo, si los escaños progresistas llegaran a sumar, es replicar en Andalucía la fórmula de gobierno de los socialistas y las fuerzas a su izquierda.

Esa es precisamente la gran diferencia que los separa de Teresa Rodríguez, que tras la experiencia de 2018 se quedó con el nombre Adelante Andalucía, que reivindica ahora un andalucismo de izquierdas y que no quiere ni oír hablar de entrar en un gobierno con el PSOE.

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