La que está cayendo. De calor, me refiero, porque la temperatura de la campaña electoral anda bastante bajita en su primer tramo. Un junio que parece agosto. Cosas del cambio climático, ese que llena páginas en los programas electorales y enseguida desaparece en un cajón, ... y que cada vez alarga más los veranos. Las olas de calor nos castigan cada vez más pronto. Quizás por el bochorno, Macarena Olona se ha refugiado en la sombra unos días, esperando que el viernes lleguen Santiago Abascal y la fresquita.

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Mientras nos cocemos, muchos miran con preocupación la cita del 19-J, en la que parece que los termómetros estarán disparados. Y ahí llega el dilema: ¿un tinto de verano en el chiringuito o un voto en un colegio que igual no tiene ni aire acondicionado? Las elecciones de 2018 registraron una participación del 58,65%, la segunda más baja de la historia, detrás de la de 1990, un 55,34%, que llevó a Manuel Chaves a San Telmo. Es ley no escrita que la participación cae en las andaluzas en solitario. Como es Ley Electoral escrita que, en Andalucía, julio y agosto no pueden ser meses electorales.

Un junio que parece agosto. Y el Corpus en Sevilla y Granada y el preludio de las vacaciones escolares y 300.000 electores nuevos que habrán disfrutado, como toca, una parranda nocturna de sábado. Costará elegir, mucho, entre el voto y el tinto helado.

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