Álvaro Villacorta, en su casa de Málaga. MIGUE FERNÁNDEZ

Álvaro Villacorta: «Viene una ola tremenda de emprendimiento digital»

Sin haber cumplido los 40 ha vendido dos empresas y ha invertido en otras veinte; ahora dirige desde Málaga una red europea de incubadoras

Nuria Triguero

MÁLAGA

Sábado, 4 de julio 2020, 23:58

Álvaro Villacorta (Málaga, 1983) estudió Arquitectura, pero en seguida descubrió que estar sentado ocho horas en una oficina no era lo suyo. Lo suyo es ... montar negocios y venderlos. Es un emprendedor en serie, como los que proliferan en Silicon Valley pero en versión 'malaguita'. A los 37 años tiene ya en su currículum dos ventas exitosas –Food Messenger, vendida por una cifra multimillonaria a La Nevera Roja en 2015; y Hello Givers, adquirida este año por la compañía malagueña Medical Service Care– y una veintena de participaciones en otras 'startups'. Ahora está al frente de la red de incubadoras europea Demium Startups, pero seguro que no tarda en volver a emprender: es «su vida», reconoce.

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–Usted estudió Arquitectura. ¿Lo de ser emprendedor fue un plan B o siempre había sido su plan A?

–Siempre me gustaron los negocios. Mis padres eran empresarios, les veía viajar y hacer negocios y me parecía chulísimo. Al pensar en qué estudiar, Arquitectura me pareció un buen reto, Me estructuró la cabeza de una determinada manera. Me fui a Londres a trabajar casi tres años, pero descubrí que no era lo mío. Yo tengo un impulso de hacer cosas, de liderar… Y sentado ante un ordenador, trabajando para otros… Qué va. Salía de la oficina a las cinco como un loco y me ponía a enviar paquetes con una empresa de material deportivo que monté allí. Era una satisfacción que la arquitectura no me daba. Esta es mi vida, es una profesión, pero no es un trabajo.

–Con poco más de 20 años fundó Food Messenger y dio el pelotazo al venderla a La Nevera Roja. Recientemente vendió otra de sus empresas, Hello Givers. ¿Cuánto ha pesado la suerte y cuánto su talento en estas operaciones?

–He tenido mucha suerte. En diez años he vendido dos empresas mías y otras en las que estaba como inversor. Es lo que se me da bien, es mi mundo, pero también te tiene que acompañar la suerte. Sobre todo en el caso de Hello Givers, que el comprador cayó del cielo porque nosotros no pensábamos vender. Pero desde el momento en que se genera la oportunidad hasta conseguir firmar una venta ante notario hay un proceso complicadísimo. Las probabilidades de que salga una compra son bajísimas. Ahí sí que entra la experiencia, saber negociar, medir los tiempos... es un arte y es muy difícil.

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–¿Cómo es la sensación al salir del notario tras haber vendido una empresa por, digamos, una cifra importante?

–Es una satisfacción y un alivio muy grande porque la tensión que se vive antes de una venta es grandísima. En esta última, la de Hello Givers, la tarde anterior a la firma casi se fastidió la negociación. Así que la liberación cuando firmas es gordísima. Es el culmen de un trabajo de tantos años... Aunque en mi caso no sean tantos, porque yo manejo bien los ciclos, no me quedo más de cinco años en un proyecto.

–¿Cuál es la clave de su éxito creando y eligiendo 'startups'?

–El 'timing' para mí es fundamental. Mido bien los tiempos. Siempre me meto en cosas un poco adelantado al mercado, donde tengo una ventaja sobre los demás porque lo he visto antes y me he metido en el momento adecuado. Entonces normalmente cuando el mercado se pone caliente, 'casualmente' suelo estar bien posicionado. Y es porque corrí el riesgo en su momento. Luego tienes que elegir proyectos que tenga sentido que tú los hagas porque aportes una ventaja competitiva. Yo veo negocios que me encantan pero no soy la persona adecuada para hacerlo, no pinto nada. En esos casos lo que hago es buscar a gente que lo esté haciendo e invertir.

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«En Málaga de tres años para acá ocurre algo que no ocurría antes: hay inversión extranjera en 'startups' »

–Ha hecho un paréntesis en su trayectoria emprendedora para liderar la red de incubadoras Demium Startups. ¿Qué le enamoró de este proyecto? ¿En qué se diferencia de otras incubadoras y aceleradoras que compiten por captar emprendedores?

–Es diferente porque esto no es un programa de aceleración; es una factoría de 'startups'. Es un programa de alto rendimiento en el que empezamos las compañías desde cero. Una aceleradora capta compañías; nosotros captamos talento emprendedor. Seleccionamos a los mejores y les metemos en un programa de alto rendimiento que les permite conseguir en seis meses lo que ellos solos tardarían años. A cambio, nos quedamos con un 15% del capital de cada empresa. Ponemos el foco en montar equipos fuertes y para eso elegimos a los mejores: de mil personas que han 'aplicado' en Málaga, hemos elegido a 100, el 10%.

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–¿Cuál es el perfil que buscan?

–La edad es fundamental. La media de nuestros emprendedores son 33 años. Son gente con experiencia. Es muy complicado que unos chavales recién salidos de la Universidad monten una empresa capaz de salir a competir en el mercado salvaje.

–¿Cuál es el balance de estos dos años al frente de Demium?

–Yo lancé el programa en Málaga en 2018, cuando Demium sólo tenía presencia en Madrid, Barcelona y Valencia. Al año me hice cargo del programa global y desde entonces hemos abierto en Portugal, Polonia, Hungría, Bielorrusia, Ucrania y Grecia. Cuando llegué, en el portfolio había 40 empresas y en estos momentos estamos creando de forma simultánea 150. Hemos llegado a un modelo a escala, a una máquina de crear 'startups'. Ahora tenemos planes de expansión a Latinoamérica.

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«El peor error de los emprendedores es elegir mal a sus socios. Tres de marketing que se conocen en la carrera y montan algo juntos... uf»

–¿Y en Málaga?

–En estos dos años hemos lanzado 25 proyectos y de éstos, 10 ya se han constituido como empresas. Hemos invertido 1,7 millones de euros. Es relevante porque a este nivel tan temprano esto no había existido en Málaga. Vamos a terminar el año con 2,5 millones de inversión. Un caso de éxito muy conocido es Booh, la empresa de 'cocinas fantasma', que en su primer año va para facturar 1,5 millones de euros.

–¿Cómo ves el ecosistema emprendedor de Málaga?

–Soy súper optimista con Málaga porque veo los resultados que tiene dentro de Demium en comparación con otras ciudades europeas. Es de las ciudades más prominentes en España. Se dicen muchas tonterías, pero quita los grandes 'hubs' de Madrid y Barcelona: detrás están Valencia y Málaga. La atracción de talento es muy fuerte. En la incubadora tenemos a gente de muchos sitios. Y la gente de aquí, que es muy talentosa. Y algo fundamental que ocurre de tres años para acá y no ocurría antes es que hay inversión extranjera. Eso no ocurría antes. Nosotros tenemos una red de inversores extranjeros que son superactivos, de hecho invierten mucho más que los locales. Esto nos da una ventaja competitiva para que el ecosistema crezca.

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–¿Cuál es el peor error que cometen los emprendedores?

–Elegir los socios equivocados. Por eso En Demium ponemos mucho foco ahí: formar un equipo competitivo y que tenga sentido. A pesar de eso, a veces falla, y se pelean, y es un trauma porque sacar a una persona del equipo legalmente es un follón y mentalmente es un horror. Eso de tres de marketing que se conocen en la carrera y empiezan algo juntos... Uf. Y si encima se meten en algo que no dominan… es un milagro que salga bien. Nuestra fórmula es crear equipos multidisciplinares . Y luego les sometemos a mucha presión para que estén en situaciones incómodas y vean si realmente tiene sentido que estén juntos. Tienen que estar preparados para la montaña rusa que les viene, porque emprender no es tan bonito como se vende.

–¿El ecosistema emprendedor sigue siendo tan masculino como antes o se ha avanzado algo?

–Nosotros luchamos mucho por mejorar el ratio de género en la incubadora. Hemos descubierto que desde que funcionamos totalmente en remoto, a raíz de la pandemia, la presencia de mujeres ha mejorado mucho. Lo que significa que hay algo que ocurre, cultural o mental, que a lo mejor la mujer todavía le da más miedo ir a una incubadora, exponerse en público... Pero va estando demostrado que equipos tanto multiculturales como con mezcla de género son mucho más potentes que el modelo clásico de Silicon Valley, que son dos hombres blancos.

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«Va estando demostrado que equipos multiculturales y con mezcla de género son mucho más potentes que el modelo clásico de Silicon Valley, que son dos hombres blancos»

–En la anterior crisis hubo un boom de emprendimiento. ¿Cree que se va a repetir en esta?

–La ola de emprendimiento digital que viene es tremenda. La anterior crisis fue financiera y afectó a toda la economía. Esta vez la bomba ha caído en nuestra competencia, que es el mundo físico. La digitalización se ha acelerado mucho, hay problemas nuevos y soluciones nuevas para problemas que ya existían, hábitos de consumo nuevos... Hay unas oportunidades increíbles.

–¿Volverá a emprender?

–Sí, y con más fuerza que nunca. En estos cinco años que han pasado desde que vendí Food Messenger he aprendido muchísimo, he viajado por toda Europa, he conocido cientos de emprendedores, he invertido en muchas empresas, he ganado y perdido dinero, he aprendido formas diferentes de hacer las cosa, a una escala más global... Y quiero aprovecharlo. A su debido momento, claro.

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«Se mitifican las rondas de inversión; es un enfoque erróneo»

Villacorta no es un emprendedor 'Mr. Wonderful': dice que emprender «no es tan bonito como se vende» y recuerda que las empresas están «para ganar dinero». Por eso no entiende la sacralización de las rondas de inversión. «Sale el CEO en la foto y dice: hemos levantado 20 millones. Y se celebra como si fuera el mayor éxito de una 'startup'. Bueno, veremos en qué se gasta el dinero y si llegan a algo, ¿no?». En su opinión, es un «enfoque erróneo» propio de «ecosistemas inmaduros».

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