Las nuevas generaciones se estrellan con el muro del paro juvenil, disparado por la pandemia

En la provincia hay más de 41.000 jóvenes sin trabajo, de los que el 25% no tiene ningunos estudios acreditados y otro 50% no ha pasado de la ESO

Nuria Triguero

MÁLAGA

Domingo, 11 de abril 2021, 01:04

Están hartos de escuchar que son la generación mejor preparada de la historia. De ser objeto de estereotipos sobre los 'milennials' y la 'generación Z'. De que se les etiquete como 'ninis' por seguir viviendo con sus padres cuando la realidad es que emanciparse es ... un objetivo inalcanzable. Mientras los mayores de 65 concitaban la atención y la solidaridad de la sociedad española al rebelarse en 2018 contra la degradación de las pensiones públicas, la generación de sus nietos ya soportaba silenciosamente unos niveles de paro y precariedad laboral que les convertían en el grupo de edad con mayor riesgo de pobreza (26,5% en 2019). Y entonces todavía no había llegado lo peor.

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La crisis derivada de la pandemia se ha cebado con los jóvenes, levantando aún más el muro que les separa del mercado laboral. La tasa de desempleo de los menores de 25 años rebasa ya el 40% a nivel nacional y el 52% en Andalucía, según la última Encuesta de Población Activa.

En Málaga la situación de los jóvenes no es mejor. En febrero eran 41.500 los desempleados menores de 30 años apuntados al SAE. La cifra se ha disparado un 53% en el año de pandemia, con más de 14.000 nuevos parados jóvenes. La subida del paro juvenil ha sido más intensa que la que ha experimentado el paro total en Málaga (33,1%). Más de 14.000 de los 51.000 malagueños que se han quedado en paro en el último año tienen menos de 30 años.

¿Por qué los jóvenes se están llevando la peor parte de esta crisis? Lo cierto es que no sólo ha ocurrido en ésta, sino en las anteriores. El secretario provincial de CC OO, Fernando Cubillo, lo explica así: «Son el eslabón más débil del mercado laboral; los últimos en llegar y los primeros en salir cuando las empresas tienen que hacer recortes, ya que tienen contratos temporales, a tiempo parcial o con poca antigüedad en el caso de ser fijos, así que son más baratos de despedir«.

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Además, durante el último año los trabajadores 'de plantilla' han estado protegidos por los ERTE y las medidas restrictivas del despido, pero estos paraguas no han conseguido salvar a los empleados eventuales de los sectores más afectados por la crisis, como la hostelería y el comercio, que han acabado engrosando las filas del paro. Buena parte de esas plantillas 'flotantes' está formada por jóvenes.

Así, los datos suministrados por el Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en Málaga revelan que uno de cada tres parados menores de 30 años es dependiente de comercio o camarero. El 'top 5' de las ocupaciones con más paro juvenil está formado por los vendedores de tiendas o almacenes, los camareros, los peones de las industrias manufactureras, el personal de limpieza y los empleados administrativos. Estas cinco profesiones suman casi 22.000 desempleados menores de 30 años, que representan el 52% del total de parados malagueños en esa franja de edad.

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Teniendo en cuenta cuáles son las profesiones con más paro juvenil, es fácil deducir que la mayoría de los jóvenes sumidos en el desempleo tiene un bajo nivel formativo. Los datos son demoledores: el 75% de los parados malagueños menores de 30 años (31.000 de los 41.500 que había en total) no tienen estudios más allá de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Y de ellos, hay prácticamente 10.000 (un 25% del total de parados jóvenes) que no tiene ningún tipo de estudios acreditados; así como 3.109 que solamente tiene estudios primarios. Otros 9.563 tienen el título de la ESO como máxima cualificación y 8.587 han estudiado secundaria pero no han conseguido el diploma. Es en estos perfiles donde más se ha disparado el paro en el último año: más de un 70% en el caso de los dos escalones más bajos de cualificación (sin estudios o estudios primarios).

Un problema de cualificación

Este perfil, el de los jóvenes sin estudios, es el que preocupa de verdad a organizaciones como Arrabal-AID, Cruz Roja o Prodiversa, muy implicadas en la lucha contra el paro juvenil en Málaga. «Estamos ante un problema de cualificación. Ofertas de empleo hay, pero muchas quedan sin respuesta porque no encontramos candidatos que cumplan los requisitos exigidos, bien de titulación o de experiencia«, explica Rosario García, técnica de inserción en Arrabal. «Los jóvenes sin estudios vienen con mucho afán de trabajar en lo que sea; no comprenden que el mercado laboral no les acepta. Aquí intentamos hacerles cambiar de idea: que vuelvan a estudiar, que se saquen al menos la ESO, que hagan algún curso. Yo soy muy 'madre' con ellos: les digo '¿Pero dónde vas a trabajar, alma de cántaro?'», explica.

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El problema es que muchos de estos jóvenes arrastran problemas económicos, familiares y sociales que les dificultan encarar su futuro con serenidad. «Muchos de nuestros usuarios de programas contra el paro juvenil vienen de familias desestructuradas y entornos desfavorecidos. Tenemos a menores extutelados, madres sin apoyo... Se necesita cierta estabilidad económica para poder dedicar un año a sacarte el título de la ESO y estas personas no la tienen«, reconoce la técnica de Arrabal, que tiene un programa específico para este fin llamado Escuela de Segunda Oportunidad, financiado por Fundación La Caixa.

Los cursos con prácticas en empresas son la herramienta estrella para rescatar a estos jóvenes del limbo en el que se encuentran, devolverles la autoestima y añadir empleabilidad a su currículum. Al ser prácticas remuneradas en un entorno laboral 'de verdad' suelen ser bien acogidas por los alumnos, aunque García indica que también tienen su lado oscuro. «Me da rabia que algunas empresas se aprovechen de estos programas para tener cubiertos permanentemente parte de sus puestos de trabajo con gente de prácticas», apunta. La técnica echa de menos las escuelas taller, de las que salían jóvenes «con un oficio aprendido».

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En el último año, organizaciones como Arrabal se han visto desbordadas por una marea de nuevos usuarios: jóvenes que, mal que bien, se mantenían a flote en el mercado laboral hasta que llegó la pandemia. «Las crisis siempre se ceban con los más vulnerables. Teníamos a los jóvenes ocupando los trabajos más precarios, muchos de ellos en hostelería, que es el sector más castigado», reflexiona Beba Astorga, técnica en Prodiversa. «Viene mucha más gente de la que podemos atender. Ayer atendimos a unos chicos que venían desde Arriate. Hay mucha gente –camareros, camareras de piso...– que iba tirando de lo que ganaba trabajando en verano, pero el año pasado eso se acabó», detalla García.

Astorga critica que las oportunidades formativas para estos jóvenes en riesgo de exclusión sean «tan limitadas». «Sólo les ofrecemos cursos para ser camareros o mozos de almacén. ¿Por qué no aprovechar el auge tecnológico de Málaga y la presencia aquí de grandes multinacionales para intentar acercarles a las profesiones tecnológicas? No hay que pensar en carreras largas, sino en formaciones muy especializadas», opina.

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En el otro extremo de la pirámide educativa hay otro perfil de joven desempleado que también sufre la falta de oportunidades: los titulados de carreras y grados de FP con bajo índice de inserción laboral. Entre los 41.500 parados malagueños menores de 30 años hay 3.700 titulados en formación profesional y 2.848 universitarios en paro. Su número ha aumentado más de un 30% en el último año.

La 'Encuesta de inserción laboral de titulados universitarios' elaborada por el INE, confirma el estereotipo de que las carreras de letras son las que tienen peores salidas laborales. Nueve de los diez grados con menor índice de inserción laboral pertenecen a este ámbito: Filosofía, Conservación y Restauración, Historia del Arte, Literatura, Bellas Artes, Lenguas Modernas y Aplicadas, Arqueología y Otras Lenguas Extranjeras. El otro, perteneciente a la rama de los negocios, es Protocolo y Eventos. Todas estas carreras están por debajo del 78% en porcentaje de titulados con trabajo cuando la media de todos los graduados está en el 86,1%. En el otro extremo están las carreras técnicas y sanitarias, prácticamente con pleno empleo.

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En el caso de la FP es más difícil sacar conclusiones, puesto que entre las titulaciones con peores índices de inserción conviven actividades comerciales, 'disc-jockey', jardinería, gestión administrativa (de grado medio) o anatomía patológica, laboratorio clínico, dietética o producción audiovisual (de grado superior).

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