Hostelería y comercio concentran la mitad de los 100.000 empleos creados desde la pandemia en Málaga

El crecimiento relativo del empleo desde aquel mes de abril de 2021 hasta ahora en Málaga ha sido del 16,6%, mientras que la media nacional en ese periodo ha sido del 9,5%. ¿Qué ha ocurrido en Málaga para que se hayan creado tantos puestos de trabajo? Para saberlo es útil analizar qué sectores son los que han tirado del carro del empleo. A la cabeza de manera indiscutible se sitúa la hostelería, que en estos dos años y dos meses ha sumado 38.500 afiliados, pasando de 64.000 a casi 103.000. Este tremendo crecimiento, que alcanza el 60% en términos proporcionales, tiene una explicación ligada a la Covid-19: la restauración y el turismo, en estos dos años, han pasado de estar sometidos a restricciones y de tener a buena parte de sus trabajadores en ERTE a recuperarse y superar niveles de actividad previos a la pandemia.

El segundo sector que más puestos de trabajo ha generado es el comercio, con casi 13.000 afiliados ganados que suponen un crecimiento del 16% y sitúan al sector (que ya era el más numeroso) en un récord histórico de 121.000 cotizantes. Entre hostelería y comercio, los dos sectores que más castigados estuvieron por las restricciones Covid, suman la mitad de los 100.000 últimos empleos creados en Málaga.

Las siguientes actividades que más afiliados han sumado en números absolutos en la provincia son las administrativas (con casi 9.800 más), las de construcción (con casi 8.500 más) y las de transporte y logística (con 7.300 más).

Hay otro sector cuyo aumento de cotizantes es más discreto que los anteriores en términos absolutos, pero que en relación a su tamaño es el segundo que más ha crecido después de la hostelería: la tecnología. Este ramo ha pasado de 15.200 a 20.700 personas en nómina, registrando un aumento proporcional del 36%.

El crecimiento del empleo se extiende a otros sectores como la sanidad, que suma más de 5.000 trabajadores; las actividades profesionales, científicas y técnicas (+4.931); las actividades artísticas y recreativas (+4.237); otros servicios (+3.084); las actividades inmobiliarias (+2.131); la educación (+2.126); la industria manufacturera (+1.925) y la agricultura (+723). Puede decirse, pues, que la mejora del empleo está ligada al dinamismo generalizado que está mostrando la economía malagueña, con especial protagonismo de los servicios, tanto los tradicionales (hostelería, comercio y transporte) como los ligados a la transformación digital.

Sólo hay dos sectores que escapan a esta tendencia positiva del empleo en Málaga: Administración Pública y defensa, que pierde 766 trabajadores (en esta categoría no se incluyen los trabajadores de la sanidad y la educación públicas); y las actividades financieras, con una disminución de 231.

Más del 90% de esos 100.000 empleos que ha generado la provincia en los dos últimos años es asalariado. El régimen de autónomos ha sumado menos de 8.000 cotizantes en este periodo, frente a los casi 99.000 del régimen general. En cuanto al reparto por sexos, ha sido casi equilibrado, con una ligera ventaja para ellas: 52.000 de los nuevos afiliados son mujeres y 50.000, hombres.

El tirón que ha experimentado el empleo en la provincia desde la rampa de salida de la pandemia ha ido acompañado de un aumento, también muy importante, de la población activa. Desde 2020, Málaga se ha convertido en una de las provincias que más ha crecido en población de toda España, y lo ha sido por la llegada de nuevos residentes, buena parte de los cuales son personas en disposición de trabajar. Así, a la vez que Málaga ha sumado 100.000 trabajadores desde 2021, pasando de 600.000 a 700.000, la población activa ha aumentado en casi 54.000 personas (de 787.000 personas a 840.000).

Y aquí, en el fuerte aumento de la población activa, reside parte de la explicación de la paradoja del paro de Málaga: el empleo está en un nivel récord, pero el paro no termina de romper su suelo y sigue por encima del nivel que tenía antes de la gran crisis de 2008. Y eso es porque el empleo que se ha creado no ha sido 'absorbido' en su totalidad por los malagueños que estaban desempleados, sino que se ha repartido entre ellos y entre profesionales que han venido de otros lugares. En este punto es donde hay que vincular esta realidad con el problema del paro enquistado: en Málaga hay una bolsa de desempleo estructural que no se ha disuelto ni en las épocas de mayor bonanza.