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JOSÉ M. CAMARERO
Domingo, 5 de enero 2020
madrid. Poner la lavadora a medianoche ahorra luz. No es ninguna leyenda urbana. Y no hará falta esperar a que entre en vigor la reforma del sistema que ha propuesto la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) para poder beneficiarse de esa realidad. Desde ... que hace muchos años se pusiera en marcha la tarifa nocturna, el consumo en las horas más extrañas del día reduce drásticamente el precio eléctrico con respecto a los tramos en los que habitualmente hay más demanda de electricidad. A partir de este año, esa realidad será aún más visible en el recibo: habrá tres grandes periodos horarios, distribuidos en seis tramos a lo largo del día, en los que el precio de la luz será diferente. Aunque, por ahora, es una propuesta que debe pasar por el Consejo de Estado y su posterior aprobación por el Gobierno. El sector energético calcula que, como mínimo, no será hasta mediados de año cuando los consumidores puedan adaptarse al nuevo recibo de la luz.
La de la fecha de entrada en vigor es una de las premisas que los consumidores deben tener en cuenta a la hora de analizar sus recibos. A pesar de algunas voces que han difundido en redes sociales que desde el pasado 1 de enero esa nueva tarifa se aplica de forma generalizada, no es correcto. Los trámites legislativos aún se encuentran activados y habrá que esperar.
11,1 millones de usuarios se mantienen en el mercado regulado (PVPC), un 41% del total.
655 euros anuales han pagado, de media, los hogares con tarifa regulada, un 6,5% menos que en 2018.
Cuando ese planteamiento de la CNMC entre en vigor, el reloj se convertirá en el mejor aliado de los hogares a la hora de rascar algunos euros en su factura, sobre todo en etapas de mayor consumo como el verano (por el calor y la activación de los aires acondicionados) o el pleno invierno (por el frío y consiguiente uso de las calefacciones y otros aparatos eléctricos de calor). Las horas en las que el precio de la luz será más barato siempre coincidirán con las que el sistema demanda menos electricidad: última hora de la noche, madrugadas y mediodía. Es decir, cuando ahora gastamos más energía.
Habrá que dar un giro de 180 grados a los comportamientos que todos los ciudadanos tienen en sus hogares. Porque lo habitual no es encender el lavavajillas a las once de la noche ni programarlo para que comience a funcionar a primera hora de la mañana, cuando los niños se despiertan. Pero son estos nuevos hábitos de consumo los que ya están imperando en buena parte de los vecinos europeos, sobre todo los nórdicos, donde el ahorro eléctrico se consigue en buena medida por este nuevo tipo de comportamientos.
Habrá dos momentos del día en los que el precio de la luz esté casi por los suelos: desde la medianoche y hasta las 08.00 horas; y entre las 22.00 y las 00.00 horas. Ahí es cuando más compensará encender los hornos, planchar o usar -siempre de forma eficiente, con temperatura en el entorno de 21 grados- los aparatos calefactores. En otros dos momentos -entre las 08.00 y las 09.00 horas y a partir de las 14.00 horas hasta las 18.00 horas- el coste energético será intermedio. Y subirá de forma importante durante las mañanas (entre las 09.00 y las 14.00 horas) y las tardes (entre las 18.00 y las 22.00).
Además, la propuesta de Competencia incluye otra novedad: la posibilidad de elegir dos tramos horarios de potencia instalada. En el 'valle', la potencia debe ser menor, porque se realiza un uso menos intensivo de todos los electrodomésticos, y se aprovecha un precio más competitivo; y en el periodo 'punta', la potencia es mayor para hacer frente a una demanda que, en determinados momentos, podría dispararse. El tramo más barato iría desde las 00.00 hasta las 08.00 horas y el resto del día se mantendría la habitual. Esta iniciativa afecta a todos los hogares, tanto a los del mercado regulado como a los del libre.
Con todos estos cambios, el ahorro puede llegar al 50% entre unos precios horarios y otros. Pero hay que tener en cuenta que no es una rebaja de la mitad de la factura. ¿La razón? El recibo de la luz se estructura en el consumo -el precio que se paga por el uso real- que condiciona un tercio del importe; la parte fija -lo que se abona sí o sí por potencia y otros conceptos incluidos en esa variable-, que llega al 40% de la factura; y los impuestos, como el IVA o el de Electricidad.
Lo que busca Competencia con su reforma es precisamente que el peso de la parte fija (cuatro de cada diez euros) sea inferior en un futuro y que suponga, como mucho, tres de cada diez euros. Así, sería el consumo real el que condicione el importe final del recibo, dado que su peso ahora es bastante inferior al que tienen establecidos vecinos europeos.
Aunque la propuesta de la CNMC es llamativa, condicionar el uso de la luz con los precios no es ninguna novedad. En concreto, 750.000 titulares de contratos de electricidad se rigen por la llamada tarifa de discriminación horaria. Aunque este colectivo ha crecido un 10% en el último año, apenas representa un 6% de consumidores regulados. La mayoría continúa con la ordinaria.
Hasta que la propuesta de Competencia entre en vigor, se encuentra vigente esa tarifa nocturna por la que los precios de la electricidad son hasta un 50% más baratos entre las 22.00 y hasta las 12.00 horas del día siguiente, y más caros entre las 12.00 y las 22.00 horas. Cuando llega el verano, esos tramos cambian: tarifas valle desde las once de la noche y hasta la una de la tarde del día siguiente; y puntas desde esa hora hasta las once de la noche.
En las últimas jornadas, el precio medio del kilovatio/hora (kwh) ha sido de 0,12 euros en las horas más caras y hasta 0,04 euros en las más baratas, lo que supone un fuerte ahorro para los consumidores. Al mismo tiempo, quienes no disponen de esta tarifa, habrán pagado hora por hora una media de 0,10 euros/kwh.
Hay que tener en cuenta que todos estos cambios afectarán exclusivamente a quienes tengan contratado el precio regulado (Precio de Venta al Pequeño Consumidor, PVPC). Y en este colectivo se encuentra un 41% de todos los consumidores de luz en España. Los datos demuestran que no son ni siquiera la mayoría de los que se encuentran en el mercado energético. Porque a medida que han pasado los años, los consumidores han ido optando por el mercado libre en el que se encuentran las tarifas fijas que comercializan las compañías.
En la mayor parte de las ocasiones, el mercado regulado (PVPC) suele ser más económico que el liberalizado, a costa de arriesgarse a que los precios puedan incrementarse de forma repentina. De hecho, la factura media que han pagado los hogares acogidos al PVPC ha sido de 655 euros (unos 55 euros al mes), un 6,5% inferior a la del ejercicio anterior, cuando abonaron 701 euros (unos 58 euros por tarifa). En concreto, 2019 finalizó con los precios más bajos de los tres últimos años gracias a la elevada producción de fuentes renovables, sobre todo en el último tramo del ejercicio, según los datos de Red Eléctrica.
Una de las propuestas que ha elevado la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC) ha sido modificar también los tramos de la potencia contratada en la factura de la luz. De esta forma, habrá un periodo más barato, durante la noche, y otro más caro, en el día. La idea llega después de que el Ministerio de Transición Ecológica aprobara en octubre del año pasado un cambio en la forma de contratar la potencia, ajustándose a tramos muy pequeños, y no con grandes distancias como las que existían antes y que implicaban un derroche de energía contratada disponible y, sobre todo de dinero.
El 40% de las casas tienen contratados entre cuatro y seis kilovatios de potencia, aunque gran parte de esos hogares tienen margen de ajuste para reducirlo. Por ejemplo, si uno de esos puntos baja en 0,5 kilovatios (Kw) -de 4,6 a 4,1-, su factura podría reducirse en unos 26 euros al año (algo más de dos euros cada mes). En ese colectivo se encontrarían 4,5 de los 11,2 millones acogidos actualmente al PVPC.
El ahorro ascendería a 117 millones de euros, unos 26 euros por hogar y año. Ante esta realidad, existe la posibilidad de que los titulares de contratos de luz particulares puedan rebajar la potencia contratada en tramos de 0,1 Kw, frente a los 1,1 Kw que hasta 2018 se exigían para cambiar la tensión de un hogar, lo que limitaba su aplicación al verse obligados a disminuir de forma drástica la potencia.
La pregunta que muchos de esos consumidores se hacen es cuál es la potencia adecuada a cada hogar para evitar apagones inesperados por sobrecarga así como un sobrecoste que después se paga en el recibo mensual. Por debajo de 4 Kw es complicado un ajuste de potencia para un hogar con varios electrodomésticos; y por encima, quienes la tienen contratada es porque realmente la necesitan por el consumo intensivo de luz que realizan.
Sin embargo, los consumidores que quieren ahorrarse unos euros en la factura de la luz se están llevando una sorpresa con la que no contaban cuando hacen sus cuentas para ajustar su potencia. Cuando el titular de un contrato de precio regulado (PVPC) doméstico solicita ese cambio tiene que pagar una tasa fija que roza los 11 euros: 9,04 euros más el IVA correspondiente. Esto es, unos 11 euros.
Se trata de un pago completamente inesperado con el que los ciudadanos no cuentan cuando realizan los trámites de cambio ante su compañía comercializadora de referencia. El origen de esta factura obligatoria de 11 euros proviene de los denominados 'derechos de enganche'.
Esto es, las actuaciones que tenían que realizar los técnicos de las compañías distribuidoras de luz para reprogramar el contador a la nueva tarifa de acceso contratada. Pero ahora, en la mayor parte de los casos ya no es necesaria esa intervención de un profesional al haberse extendido la implantación de los contadores inteligentes en el 100% de los hogares.
También hay que tener en cuenta que si lo que se quiere es elevar la potencia, el coste que establece la compañía distribuidora se encuentra en los 60 euros por esta actuación puntual.
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