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Algo hizo ‘clic’ en la mente de Carmen (nombre ficticio) cuando recibió la ya famosa carta de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, informándole de que su pensión subirá un 0,25% este año. Exactamente 1,6 euros más que los 639,3 que cobró en 2017. «¿Pero se está cachondeando de mí, o qué?», fue el comentario que se hizo a sí misma. No es el primer año que su pensión se estanca: el 0,25% lleva siendo la norma los últimos cuatro años. No sabe exactamente por qué esta vez su reacción fue distinta. Quizá, admite, es que durante la crisis no se permitía a sí misma quejarse, «con tantas criaturas en paro y con niños pequeños, y esos jóvenes yéndose de España». Ella, al menos, tenía su pensión. Pero ahora el telediario habla de recuperación, de subida del PIB, de empresas que crean empleo, de que se recaudan más impuestos... Y quizá, repite, es por eso, aunque igual también es que le ha pillado «el cuerpo cambiado» o que «alguna vez hay que poner pie en pared». El caso es que un día le llegó por WhatsApp una convocatoria de una protesta de jubilados ante el Ayuntamiento. Y ella cogió su autobús y allí se plantó. La primera manifestación de su vida, con 70 años. Fue el pasado 15 de enero, cuando casi 300 pensionistas cortaron por sorpresa el tráfico en el paseo del Parque.
Desde entonces, Carmen sólo ha faltado un lunes a la cita frente a la Casona del Parque: el último, porque llovía mucho y acababa de salir de un catarro. Como ella, miles de jubilados, en Málaga y en el resto de España, se han echado a la calle para luchar por su derecho y el de las nuevas generaciones a una pensión digna. El 22 de febrero, estos abuelos consiguieron lo que no lograron sus nietos en el 15-M: rodear el Congreso de los Diputados. Es cierto que lo hicieron un día en que la cámara baja no estaba reunida en pleno, por lo que no era delito manifestarse ante ella. Pero la imagen fue igualmente poderosa y la sorpresa para los políticos, mayúscula. A partir de entonces hay quien los llama «el nuevo 15-M».
Algunos elementos en común sí tienen estos indignados de pelo cano con aquellos jóvenes que se echaron a la calle en plena crisis para protestar por la corrupción, los recortes sociales y la falta de participación democrática. Por ejemplo, que su movimiento es totalmente independiente de partidos políticos y sindicatos. En eso insisten mucho los impulsores de las concentraciones del paseo del Parque, que ahora se plantean constituirse en asociación bajo el nombre de Pensionistas en Acción Málaga. «No queremos banderas ni colores. Aquí la política no entra, eso lo dijimos desde el principio», afirma Paco, de 74 años, todo un veterano en agarrar pancartas. Cuando era casi un niño se implicó en la lucha obrera, ha militado en sindicatos y en un partido de izquierda y acabó desencantado. Ahora, esta nueva causa le ha quitado «50 años de encima», asegura. «Hay quien dice que detrás nuestra está Podemos, pero el único movimiento que hay detrás de esto es la ciudadanía de 50 años para arriba», añade otro miembro de este colectivo, Santiago Pérez.
En este efervescente colectivo de jubilados en Málaga conviven muy diferentes perfiles: desde personas que nunca antes se habían implicado en ningún movimiento social o político hasta veteranos del asociacionismo, la política y los sindicatos. En el primer grupo, por ejemplo, está una de sus líderes, Pilar Mendoza, que aún no está jubilada: tiene 61 años y lleva parada desde 2015, por lo que no quiere «ni pensar» en la pensión que le quedará. «Yo nunca había estado metida en ningún tipo de activismo, pero a raíz de la crisis empecé a interesarme por temas sociales, a acercarme a unos movimientos y a otros», afirma. No es la única que aún no ha cumplido los 65: Santiago Pérez también está en activo y asegura que se ha implicado en la lucha «porque esto es una cuestión que nos afecta a todos: a los que ya están jubilados y a los jubilados del futuro».
También se integran en este grupo, sin renunciar a su propia personalidad, miembros del colectivo Yayoflautas Málaga como Marisa Martín, que resume así su trayectoria: «Hace cinco años que empezamos nuestra actividad, tras ponernos en contacto con los iniciadores de este movimiento en Barcelona. Hemos protestado contra los recortes sanitarios, los desahucios, la reforma laboral... Hace dos años y medio se creó la Coordinadora Estatal en Defensa del Sistema Público de Pensiones y nosotros nos adherimos». Esta plataforma, ajena a cualquier sigla política, es la que está dando coherencia a las protestas de jubilados que se están organizando por toda España, incluyendo las de Málaga. Hay canales de comunicación abiertos y reuniones de coordinación, pero no una cadena de mando: cada colectivo en cada ciudad toma sus propias decisiones.
El próximo sábado 17 de marzo será la prueba de fuego del movimiento de jubilados en Málaga: se ha convocado una concentración a las 12 del mediodía en la plaza de la Marina, a la vez que en otras muchas ciudades, y se pretende que sea masiva. Sus organizadores se están empleando a fondo para lograrlo. Se ‘patean’ mercados y mercadillos, centros de salud, hogares del jubilado y asociaciones de vecinos; siembran los barrios de carteles que pagan de su bolsillo; contactan con otros colectivos sociales... sin olvidar el papel fundamental que juegan las redes sociales desde el inicio de este movimiento. «En la primera protesta, la del 15 de enero, no nos conocíamos entre nosotros: nos juntamos allí porque nos llegó la convocatoria por WhatsApp», afirma Santiago Pérez.
Mientras, los dos sindicatos mayoritarios desarrollan su propia agenda de movilizaciones en defensa de las pensiones públicas, sin mezclarse con estos nuevos colectivos de jubilados. De hecho, el próximo sábado UGT y CC OO han convocado una gran manifestación en Madrid que competirá con la protesta organizada allí por la anteriormente citada Coordinadora Estatal por las Pensiones. Lo cierto es que las organizaciones sindicales clásicas también parecen un tanto descolocadas ante este emergente movimiento.
Pilar Mendoza, Movimiento Pensionistas en Acción Málaga
Marisa Martín, Colectivo Yayoflautas Málaga
Fernando Muñoz, Secretario provincial CCOO
En definitiva, los jubilados han irrumpido en la agenda política sin pedir permiso ni encomendarse a ningún partido ni sindicato. Y esto es algo novedoso, ya que hasta ahora los jubilados han sido mero sujeto pasivo en la política española. Unos y otros partidos, cíclicamente, han sacado a la palestra el debate de las pensiones con la intención de captar votos, pero sin dar voz a sus afectados. Pero esta vez es diferente. Ahora son ellos quienes llevan la iniciativa. Y son conscientes de su poder, basado en su número: en la provincia hay prácticamente 150.000 jubilados y su número ha aumentado casi un 50% en diez años. «A los políticos y a los sindicatos esto les ha pillado de sorpresa, igual que pasó con el 15-M», apunta la portavoz de Yayoflautas, que añade: «Siempre nos han subestimado, y quizá ahora haya quien lo siga haciendo. Pero los mayores, además de años, tenemos experiencia, tenemos paciencia... y tenemos tiempo». «Con nosotros no van a jugar porque estamos de vuelta de todo», advierte otra jubilada habitual en las últimas protestas, Mª Ángeles. Y Santiago Pérez recuerda que la mayoría no son novatos en esto de manifestarse. «Somos la generación que se movilizó en los años 60 y 70 para cambiar este país», afirma.
Sin duda, la dichosa carta del 0,25% ha sido el catalizador de la indignación de los mayores; la gota que ha colmado el vaso. El secretario general de Comisiones Obreras, Fernando Muñoz, reflexiona: «La recuperación económica que está llegando a los trabajadores, aunque sea tímidamente, y sobre todo a las empresas. Y los jubilados no pueden quedarse fuera». Por eso volver a ligar la revalorización de las pensiones al IPC está en cabeza de sus reivindicaciones. Pero hay otras: recuperar el subsidio para parados mayores de 52 años, volver a fijar la edad de jubilación a los 65, fijar la pensión mínima en 1.084 euros, compensar la brecha de género de las pensiones, derogar el denominado factor de sostenibilidad y garantizar los ingresos del sistema público de pensiones vía impuestos, entre otras. Insisten, además, en que no sólo piensan en ellos, sino en las generaciones futuras.
Estas reivindicaciones chocan de frente con los mensajes que vienen escuchándose en los últimos años en España, procedentes tanto desde el entorno del Gobierno como de economistas e instituciones financieras, sobre la inminente quiebra de la ‘hucha’ de las pensiones, la insostenibilidad futura del sistema a consecuencia del envejecimiento de la población, la inevitabilidad de que los jubilados pierdan poder adquisitivo y la necesidad de fomentar el ahorro privado. ¿Será capaz este 15-M de jubilados de provocar una marcha atrás en la reforma de las pensiones? De momento, han conseguido reabrir el debate. Su éxito dependerá de su capacidad para hacer masiva esta movilización emergente. «Hablamos de seis millones y medio de votos. Y el PP sabe perfectamente que su mayor colectivo de votantes son los mayores de 65 años», reflexiona el secretario provincial de CC OO. Si este movimiento se consolida, hay quien no descarta que ocurra como con el 15-M y derive en la creación de un nuevo partido político, esta vez centrado en las demandas de los pensionistas.
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