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La llegada -o mejor dicho, el regreso- de Donald Trump a la Casa Blanca este lunes 20 de enero revolucionará el tablero de juego. Más allá de las implicaciones políticas, que serán muchas, el mandatario ocasionará una revolución económica mundial si lleva a cabo todas - ... o algunas- de las medidas anunciadas en campaña electoral. Una de las grandes apuestas de Trump es la imposición de aranceles para los productos extranjeros con el objetivo de impulsar una economía más proteccionista y que los estadounidenses compren productos locales. A largo plazo habrá que esperar a ver las consecuencias, pero a corto esta medida supondrá un impacto negativo mayor en la economía de EE UU que en la europea; y, más concretamente, en la española.
Por tanto, esta política arancelaria que pretende salvar a la economía local, puede desgastarla. Así lo ha calculado el Banco de España, que en un reciente informe detalla que un hipotético aumento generalizado de los aranceles «previsiblemente presionaría a la baja la actividad económica mundial y al alza la inflación». Dichos impactos dependerán, entre otros factores inciertos, de las potenciales represalias comerciales que adopten los países afectados, de los posibles efectos de desviación de comercio y del eventual deterioro que se produzca en la confianza de los agentes, apuntan desde el organismo. Pero prevén que estos efectos adversos en la economía sean más importantes en EE UU que en Europa.
El supervisor hace varias simulaciones. Ante la posibilidad de que EE UU aplique un arancel del 10% para todas las importaciones, el impacto directo sería la depreciación del euro en favor del dólar y unos tipos de interés comparativamente más altos en EE UU. A nivel macroeconómico, la inflación de la eurozona y de España aumentaría levemente, sobre todo motivado por la depreciación del euro, pero este empeoramiento económico sería mayor en EE UU. Los cálculos apuntan a un aumento de la inflación estadounidense de hasta 1,6 puntos extra este año y un recorte de 1,2 puntos de PIB. En tasa interanual, esto supondría que la inflación de EE UU escalase a cotas superiores al 4% este año, ya que los analistas prevén que -sin medir el impacto de los aranceles- los precios cierren 2025 en torno al 2,7%.
En la eurozona también se viviría un impacto, pero menor: el Banco de España apunta a un aumento de una décima en la inflación y cuatro décimas menos en el PIB. Los impactos serán menores en España porque la exposición comercial directa es menor que la que se observa en el promedio del área del euro y en países como Alemania y en Italia. Así, el Banco de España calcula una décima menos de crecimiento y una décima más de inflación en nuestro país.
«Aunque no tengamos un Trump agresivo, es probable que el temor a lo que está por venir provoque un aumento de la volatilidad en todas las clases de activos», augura George Brown, economista sénior de EE UU de Schroders, quien detalla que han revisado al alza sus previsiones para la economía estadounidense porque, pese al furor de la campaña electoral, confían en que el presidente aplicará finalmente «una combinación de políticas a favor del crecimiento». Aún así, «existe un claro riesgo de que seamos demasiado optimistas» y Trump termine haciendo lo que prometió. En su opinión, China será el país más afectado, aunque a su vez puede motivar al alza el consumo interno.
El mercado lleva tiempo preparándose para la llegada de Trump a la Casa Blanca. Los máximos históricos que Wall Street alcanzó en las semanas posteriores a la victoria del republicano vinieron alimentados por la perspectiva de grandes oportunidades de inversión ante cuatro años en los que las bajadas de impuestos, la expansión económica y la desregulación puede beneficiar a los inversores. En Europa, la situación se mira con mayor prudencia. No solo por los grandes exportadores y empresas como las renovables que pueden verse perjudicadas por las políticas de Trump, sino por el impacto que las mismas tendrán en los bancos centrales a ambos lados del Atlántico.
«Con el PIB americano en el entorno del 3% durante los próximos trimestres, sin desempleo y probables bajadas de impuestos, la inflación difícilmente será inferior al 3%», apuntan los analistas de Bankinter. El mercado descuenta desde hace semanas que esta situación obligará a la Reserva Federal a frenar en seco su ciclo de bajadas de tipos de interés, mientras que el Banco Central Europeo (BCE) podría tener que acelerarlas si la debilidad del crecimiento en la región se mantiene. Esa brecha de tipos más altos en EE UU que en Europa ya se ha dejado notar en un dólar más fuerte, con el euro en mínimos de dos años y rozando la paridad.
Y, aunque no sea su mandato principal, el BCE debe observar muy de cerca esta situación. La debilidad de la moneda única también puede generar ciertas tensiones inflacionistas, ya que eso provoca que, por ejemplo, las importaciones sean más caras, sobre todo las de productos que se negocian en dólares, como la energía. «La sensación es que, ahora, los agentes económicos están mirando más el lado negativo que el positivo de las políticas de Trump», explica Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad. «Percibimos un contagio a las bolsas de las tensiones de la deuda pública, un incremento perceptible de la volatilidad», advierte.
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