Antonio García Lizana (Alcalá la Real, 1948) pertenece a la primera promoción de la Facultad de Económicas de Málaga, en la que tuvo como compañeros ... a Pedro Arriola o Leopoldo del Prado. A diferencia de ellos, su interés no ha sido la política sino la investigación. Catedrático jubilado de Política Económica en la Universidad de Málaga, fue pionero en España en estudiar la pobreza y su relación con el desarrollo económico. Actualmente sigue investigando y escribiendo artículos.
–¿Qué opinión le merece el ingreso mínimo vital aprobado esta semana por el Gobierno?
–Es una medida importante. En la medida en que la pandemia ha complicado la situación de muchas familias, que se garantice un ingreso mínimo es bueno, no sólo para esas familias sino también para el funcionamiento general de la economía porque aumentará el consumo. El ingreso mínimo también debería mejorar la salud de las personas. Quizá desde el punto de vista práctico resulta un poco precipitado cómo se ha hecho, y habría sido interesante una mayor coordinación con las comunidades autónomas, ya que existen sistemas similares en algunas. Pero en principio la solución puede considerarse bienvenida.
–¿Es partidario de que este ingreso mínimo vital sea permanente o que sólo se mantenga mientras dure esta situación?
–Si se instrumenta de forma adecuada podría ser permanente. Pero debe acompañarse de medidas que incentiven la búsqueda de empleo. Yo lo veo como una medida complementaria al mismo tiempo que se incentiva la búsqueda y la creación de empleo y se procura que cambie la estructura económica. Precisamente en un artículo que nos publicarán en breve hacemos un estudio de la distribución del riesgo de pobreza y exclusión social en la UE. Y la estructura productiva condiciona que en unas zonas la tasa sea más alta que en otras. Por tanto, medidas que modifiquen la estructura productiva serían convenientes también si lo que queremos es mejorar la situación de la gente.
–¿Qué dicen los estudios científicos sobre la eficacia de los subsidios para erradicar la pobreza?
–El subsidio reduce la pobreza de manera aparente, ya que permite que familias mejoren sus ingresos. Pero desde un punto de vista humano no sé hasta qué punto es lo mejor, porque se crea una situación de dependencia. Además, lo que se hace de alguna manera es disfrazar la situación de pobreza, ya que estamos dando recursos desde fuera para que la gente sobreviva. Todo esto no quita lo que antes comentaba: que un subsidio contribuye también a mejorar el funcionamiento económico general. Ahora, si realmente queremos erradicar la pobreza habría que llevar a cabo medidas de tipo estructural: transformar la estructura productiva, promover el desarrollo industrial...
–¿En qué sentido condiciona la estructura productiva de un territorio la existencia de una tasa de pobreza más o menos alta? ¿Qué factores influyen?
–Aquellos países o regiones donde la tasa de empleo agrícola es mayor tienden a tener una tasa de pobreza o exclusión social más alta y ocurre al revés con las que tienen más empleo industrial. El sector servicios es un poco ambiguo porque hay servicios de alta cualificación y otros de muy baja. Habría que potenciar la creación de industria, por tanto. Hay otros factores que influyen, por ejemplo, la tasa de envejecimiento. La educación también es importante: aquellos lugares donde la tasa de estudios es muy baja tienden a tener mayores tasas de pobreza. En definitiva, hay un conjunto de factores que deben tenerse en cuenta para procurar que cambie el mapa.
«En la estrategia de reconstrucción debería pesar menos la ideología y más las soluciones técnicas»
«Cuanto más alta sea la tasa de pobreza de un territorio, más le costará salir de la crisis»
–Una conclusión interesante de sus estudios sobre la pobreza es que ésta no sólo debe analizarse como una consecuencia de determinados problemas económicos, sino como un factor que contribuye a crear esos problemas. Es decir, que cuanto mayor sea la tasa de pobreza, más difícil será salir de una crisis como ésta.
–Efectivamente. En los estudios que hicimos en la anterior crisis se demostró que en aquellas zonas donde la tasa de pobreza era mayor el impacto de la crisis era más fuerte y las dificultades para salir, mayores. Ahora debe ocurrir algo similar.
–Pues España llega a esta crisis sin haber conseguido que la tasa de pobreza se redujera a niveles previos a la de 2008.
–Sí, y eso agrava la situación. Este problema de la pobreza es difícil de resolver porque se necesita un abanico amplio de actuaciones. Hay que transformar la estructura productiva, mejorar las comunicaciones, mejorar el capital humano… una estrategia diversificada. Esto no se arregla solamente con el puro subsidio. Hombre, el puro subsidio mejora la situación de las familias afectadas, pero lo interesante es que las cosas cambien. Además, éste no es un problema uniforme en términos territoriales: en el País Vasco o Navarra no estamos hablando de lo mismo que en Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha.
–Entonces, ¿esa política de erradicación de la pobreza debería prestar atención a las diferencias territoriales?
–Claro, es lo que comentamos, hay que prestar atención a la distribución territorial de la pobreza, no sólo dentro de las comunidades autónomas o las provincias; dentro de las ciudades también. Habría que hacer un análisis territorial muy fino para diseñar medidas eficaces.
–¿Qué medidas serían más eficaces para acelerar la recuperación de esta crisis en la que nos ha sumido el Covid-19?
–Lo primero es que fueran capaces de ponerse de acuerdo. Esa reconstrucción de la que tanto se habla debería ser una estrategia consensuada y donde pesara menos la ideología y más las soluciones técnicas. Se habla mucho de los Pactos de la Moncloa, pero en esos pactos estaban Fuentes Quintana, Ramón Tamames... economistas de prestigio. Por mi parte, sigo pensando que lo que haría falta es un plan de desarrollo, con todo lo que significa: una estrategia programada, con sus etapas, pensando en cuáles son los grandes problemas para intentar conseguir una respuesta sólida y permanente. Si hay dificultades puntuales habrá que atacarlas, pero hay que tener un plan general a largo plazo. Eso nos lleva de nuevo a ese mismo terreno de diversificación de la estructura productiva y formación de capital humano. Ahora en Málaga estamos angustiados con el turismo, pero es que ¡dependemos del turismo! Necesitamos generar alternativas porque si se nos hunde el turismo, se hunde casi todo. Desarrollar un sector tecnológico potente. por ejemplo. En ese sentido en Málaga hay elementos importantes que nos permiten ser un poco optimistas. Por supuesto, en ese plan debería haber una participación muy importante de las comunidades autónomas. Y una cosa que es muy importante: después de lo que la empresa privada y la ciudadanía han hecho durante la pandemia, supliendo carencias del Estado en el apoyo a colectivos vulnerables e incluso en temas sanitarios, hay que contar con la sociedad civil.