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Málaga
Jueves, 20 de marzo 2025, 13:01
Día y noche, de manera casi infalible, los servicios asociados al ciclo del agua urbana se mantienen como por arte de magia, sin que apenas nos demos cuenta de ello ni sepamos porqué. Miles de kilómetros de redes de agua se extienden bajo el suelo de nuestros municipios sin que nadie repare en ellas, pese a que conducen, de manera silenciosa y constante, un elemento tan vital como el agua. ¿El truco? Una infraestructura tan esencial como oculta que, unida a la labor de un equipo comprometido con el recurso, funciona las 24 horas del día, los 365 días del año, para que el servicio nunca falle.
Cada mañana, cuando el sol apenas asoma y mientras algunos vecinos terminan de ducharse, alguien ya ha revisado los depósitos de agua, asegurándose de que la presión en las redes sea la correcta. En los colegios, los niños abren los grifos para lavarse las manos con agua que ha pasado por rigurosos controles de calidad en tiempo real en una planta de tratamiento. Otros apuran su cepillado de dientes mientras hierven la pasta antes de meterla en el tupper para la comida. Mientras tanto, unos técnicos supervisan los sistemas de saneamiento encargados de recoger esas aguas vertidas. Apenas ha amanecido y los quehaceres cotidianos ya se han entrelazado con un ciclo vital que pocos notan, pero que nunca se detiene… Pasado el día, cuando cae la noche, el trabajo no cesa: las calles duermen, pero un equipo de personas se convierte en cazadores, inspeccionando las tuberías en busca de alguna posible fuga que detectar y arreglar.
«Solo pensamos en el agua cuando falta, pero el mejor indicador de que hacemos bien nuestro trabajo es que nadie hable de nosotros», afirman desde Aqualia. Parece lógico asociar el concepto de infraestructura con grandes puentes, carreteras, embalses. No es tan evidente pensar en miles y miles de kilómetros de redes de abastecimiento y saneamiento, una infraestructura vital, pero oculta y gracias a la que «por arte de magia» al abrir el grifo sale el agua. Estas instalaciones también hacen posible que, una vez utilizada el agua, se devuelva al medio en perfectas condiciones. Un sistema complejo que, gestionado por un equipo altamente especializado de profesionales, trabaja 24 horas para que el servicio no pare.
España cuenta con más de 460.000 km de red de suministro, longitud suficiente para dar la vuelta a la Tierra por el Ecuador casi 12 veces. A las ciudades y pueblos llega el agua potable tras un viaje de no pocos kilómetros, procedente de manantiales, embalses y presas próximas. Sin embargo, un gran porcentaje de esas redes llevan en operación más de 40 años, aumentando la probabilidad de producirse incidencias en las tuberías.
Las fugas son un problema grave en el abastecimiento mundial. Una simple fuga de 1 litro por segundo supondría perder en un solo día 86.400 litros de agua, una cantidad equivalente a más de 500 bañeras domésticas. O a poner más de 1.800 lavadoras en una jornada. Estos escapes son parte del concepto Agua No Registrada (ANR), que abarca el agua que se pierde debido a fugas, roturas, fallos en la lectura de los contadores, fraudes y consumos no autorizados. En España, el 26 % del agua suministrada en 2022 no fue registrada, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Es decir, de los 4.252 hectómetros cúbicos (hm³) distribuidos, quedaron sin medir 1.101 hm³, un volumen suficiente para abastecer durante más de dos años a una ciudad como Madrid.
El ANR es un enemigo contra el que el sector del agua lucha cada día, y con este propósito trabajan intensamente operadores como Aqualia. Las fugas se combaten en equipo: por un lado, a través de un sistema digitalizado, y por otro, a pie de calle.
El trabajo arranca desde los puestos de telecontrol de Aqualia, en los que los responsables y técnicos controlan que todo el sistema de un municipio funcione correctamente. Aquí, a través de sus pantallas, controlan lo que ocurre en los kilómetros de tuberías que se esconden bajo el suelo -en una localidad de 50.000 habitantes puede haber unos 200 km-, y que tienen monitorizados gracias a los sectores de control. Los dispositivos que monitorizan estos sectores están anclados a las tuberías de la localidad y ofrecen información continua del caudal y las presiones. En los puestos de control hay personas que controlan a diario que los datos emitidos se encuentren dentro de la normalidad o si existe algún desvío, señal de alerta sobre una anomalía en las tuberías.
Esta serie de tecnologías, cada vez más avanzadas, indican en qué zona hay una fuga de agua, acotándola a dos o tres calles. Una vez definido este perímetro, entra en acción el operario buscafugas, encargado de resolver el misterio de dónde está el punto exacto. Actúa como un 'Sherlock Holmes' de las tuberías, pero en lugar de afinar la vista, agudiza el oído. La fuga se localiza a través del ruido, ya que la pérdida de agua en el subsuelo emite unas vibraciones características.
Tradicionalmente estos especialistas actuaban de noche, cuando menos ruido hay en las calles y cuando además el consumo de agua es mínimo, esta apenas circula por las tuberías y facilita enormemente localizar las pérdidas. Para realizar su trabajo los técnicos solían ir equipados con instrumentos que les ayudan a rastrear las calles captando el sonido del subsuelo con un amplificador. Poco a poco los nuevos sistemas de localización remota de fugas en la red de agua mediante sensores se están imponiendo. Esto supone una reducción del plazo que discurre desde que se detecta una fuga hasta su localización de forma automática en las oficinas de la compañía sobre un mapa georreferenciado.
Así, escuchando los latidos subterráneos del agua, recorren las calles y van sectorizando hasta localizar el punto exacto. Bingo. La fuga ha quedado acorralada. El buscafugas ha resuelto el misterio, pero aún queda parte del equipo por intervenir: a través de Aqualia Live, la aplicación digital de gestión de la compañía, el operario genera una orden de trabajo para que sus compañeros operarios de redes vayan al lugar a repararla: ahora toca abrir, sellar y volver a tapar.
La innovación y la tecnología se abren paso, no solo en la labor de los buscafugas, sino también en la monitorización de las tuberías. Antes se actuaba de forma correctiva, cuando ya había ocurrido el problema. Ahora, gracias a los sensores, se pueden predecir y evitar las averías, lo que redunda en el ahorro de un importante volumen de agua. El control de pérdidas de agua es cada vez mayor gracias a la tecnología, pero es complicado que mejore mucho más sin una mayor inversión en renovación de una red que cada vez se va haciendo más antigua.
A comienzos de año, la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) cifró en 350 millones anuales la inversión necesaria para hacer frente a las pérdidas reales de agua en las redes de abastecimiento en España. En su último Informe, señalaba que el porcentaje de renovación de estas redes alcanza tan solo el 0,2 %, «muy por debajo del 2 % ideal para el mantenimiento de las infraestructuras en condiciones de sostenibilidad para la adecuada prestación de los servicios de agua urbana».
En el último Informe de SEOPAN (Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras de España), 'Análisis de la inversión en infraestructuras prioritarias en España', se refleja que España es el país europeo que menos está invirtiendo en la red en el periodo 2014-2027 (0,14 % frente a una media en Europa de 0,32 %), y a la vez es el país que más gasta en la operación de la red (36 euros por metro frente a los 19 €/m de media en Europa).
La enorme red de agua está escondida bajo el suelo y los profesionales del sector trabajan, al igual que un buscafugas que ausculta por la noche el subsuelo de la ciudad, llevando el rigor y el silencio como insignia. Es un sistema invisible, sobre todo porque funciona. Pero precisa de un mantenimiento para que pueda seguir siendo eficiente y no desperdicie un recurso tan valioso como el agua. Más cuando la reserva hídrica española ronda actualmente el 60 % de su capacidad total.
Aqualia, con su Plan Estratégico de Sostenibilidad 2024-2026 como guía, se ha marcado objetivos para reducir los volúmenes de agua no registrada y mejorar la eficiencia de las redes de agua en los municipios en los que presta servicio. Una de sus apuestas es la digitalización. La compañía ya ha implantado sus aplicaciones de movilidad (GEO y NOW) en 558 municipios en España. Además, en 71 de esas localidades ya se ha realizado el despliegue del big data y la Inteligencia Artificial, lo que supone un incremento del 100 % respecto al año 2022.
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